
Invocando el espectro del arcoíris, el curador Chatvichai Prommadhattavedi reflexiona entorno a la exhibición "Spectrosynthesis II - Exposure of Tolerance: LGBTQ in Southeast Asia" como parte de una genealogía en el campo del arte que reconoce la diversidad sexual y de género como parte inherente y siempre presente del hacer comunidad ante el autoritarismo.
El título de la exposición transmite su propósito: que del espectro de colores de la gama del arco iris surja un mayor sentido de comprensión y aceptación. El espectro y su símbolo de diversidad se convierte en el punto de partida para el concepto de la exhibición y el rango de siete colores se convierte en el logo del evento.A medida que Spectrosynthesis viaja a Bangkok, como si extendiera el fuego de la disidencia a otra ciudad, se encontró con una población con una actitud un tanto despreocupada sobre el impulso conceptual que pretendía el programa y, en todo caso, le dio la bienvenida al fuego. Esto pudo haber sido el fin de la historia pionera si no hubiera sido por el hecho de que el resto del Sureste asiático es muy diferente a la Tailandia gay-friendly. En la segunda itinerancia de Spectrosynthesis la mayoría de las obras, aunque algunas son también de la primera exposición, provienen de distintas naciones del Sudeste asiático con distintas historias por contar, y Bangkok funge como plataforma para el intercambio de diálogo. El Sudeste Asiático, hogar de estes artistas, ha sido azotado por los vientos de cambio durante milenios. Las primeras colonias indias en el siglo I a.C., las rutas comerciales a China y las islas de las especias en Indonesia, así como la colonización europea desde el siglo XVI en adelante, trajeron distintas culturas y religiones a la región: el hinduismo, budismo, islam, y el cristianismo, estableciendo el trasfondo y las diferentes limitaciones contextuales a las que han tenido que enfrentarse las minorías sexuales y de género. Aquí radica el potencial curatorial del contenido de la exposición: las obras de les artistas no solo comunican la singularidad de cada artista, sino que reflejan las comunidades en las que se criaron. Las obras junto a los discursos de les artistas plantean preguntas sobre las experiencias singulares de cada artista: cómo se sienten consigo mismes en relación con ser parte de una minoría sexual y de género disidente. A su vez, las historias se basan en las diferencias en sus orígenes culturalmente diversos. La muestra de Bangkok reflexiona sobre los contextos sociales utilizando un esquema curatorial que busca contrastar experiencias singulares con sociedades más amplias. Tal fue la hipótesis inicial que determinó la invitación de 5 decenas de artistas de 15 países a participar en la exhibición, cada une de elles presentando sus historias en más de 130 obras. Para abordar temas tan diversos y complejos, se decidió organizar las obras en secciones para orientar al público y fomentar la participación en el proceso de contemplación.
La exposición trata sobre los derechos humanos, la igualdad y el respeto por la diversidad sexual y de género. Les artistas comparten sus triunfos, batallas y dolor, algunes de elles, superades por la tragedia, no lograron salir.Algunes todavía viven con limitaciones; por ejemplo, un artista de Brunai, Adam Hague, no usa su nombre real cuando expone en el extranjero; Anne Samat, de Malasia, pasa la mayor parte de su tiempo en Occidente, al igual que algunes otres artistas en el programa. Crecer sexualmente diferente siempre ha sido un problema que ahora se empieza a abordar en el espacio de esta exposición en las obras de les jóvenes artistas. Ya sea que sus obras estén a la altura o no de les artistas de renombre internacional, deben estar presentes y escuchadas. Su voz es relevante para sus compañeres porque hablan directamente a una nueva generación en la audiencia. Estes jóvenes artistas están participando en el esfuerzo por lograr que las experiencias LGBTQ sean reconocidas como parte natural de la vida, que tengan la opción de permanecer en sus comunidades y seguir contribuyendo sin tener que esconderse. La diferencia de género no es de ninguna manera la única forma de persecución. La videoinstalación de le artista tailandés Arin Rungjang trata sobre el triunfo de la comunidad trans*. Sin embargo, el documento adjunto cuenta la historia de dos traumas yuxtapuestos en su vida: la desaparición de une amigue trans* admirade durante su juventud y la del padre de le artista en Alemania por ser extranjero. Existe un cruel rasgo tribal entre los humanos, tan horrible y sin sentido, que impulsa a las personas a rechazar a las minorías y discriminar a las personas que no parecen pertenecer. Por supuesto, la humanidad también tiene un principio innegable de tolerancia. Los imperios y estados han surgido y caído en el sudeste asiático y sus diversos pueblos se han movido como parte del proceso. En una derrota, toda una comunidad podría reunirse y trasladarse a la ciudad de un vencedor, convirtiéndose en activos en la economía del nuevo lugar. El pueblo tailandés fue desplazado a Myanmar a finales del siglo XVIII tras la derrota de Ayuthaya, la capital del reino, y el pueblo musulmán se trasladó a Bangkok desde el sur. Sin embargo, se instituyó un mecanismo de afrontamiento pragmático que aseguró que los grupos étnicos estuvieran protegidos por el estado (Barom-Bodhisomphan) y que garantizara la libertad de practicar diferentes religiones (Sassanu-Pathumpok). Esta última es una tradición que se ha atribuido al emperador indio Ashoka, que gobernó en el siglo III a. C.. Primero se aplicó a los sujetos budistas, luego en Tailandia y luego se extendió para proteger a todas las demás religiones del reino. Estos desarrollos acumulativos a lo largo de la historia ayudaron a crear la actitud más tolerante que existe hoy en Tailandia. Los edictos de Ashoka, que se inscribieron en treinta pilares erigidos en todo el subcontinente indio, son una prueba tangible del vínculo cultural indoeuropeo que llega hasta el sudeste asiático. El título de la exposición en tailandés, una transposición del inglés a las lenguas indoeuropeas, se remonta y refleja este vínculo, dando crédito a la humanidad y la conexión cultural a través de los siglos.
Invocando el espectro del arcoíris, el curador Chatvichai Prommadhattavedi reflexiona entorno a la exhibición "Spectrosynthesis II - Exposure of Tolerance: LGBTQ in Southeast Asia" como parte de una genealogía en el campo del arte que reconoce la diversidad sexual y de género como parte inherente y siempre presente del hacer comunidad ante el autoritarismo.
El título de la exposición transmite su propósito: que del espectro de colores de la gama del arco iris surja un mayor sentido de comprensión y aceptación. El espectro y su símbolo de diversidad se convierte en el punto de partida para el concepto de la exhibición y el rango de siete colores se convierte en el logo del evento.A medida que Spectrosynthesis viaja a Bangkok, como si extendiera el fuego de la disidencia a otra ciudad, se encontró con una población con una actitud un tanto despreocupada sobre el impulso conceptual que pretendía el programa y, en todo caso, le dio la bienvenida al fuego. Esto pudo haber sido el fin de la historia pionera si no hubiera sido por el hecho de que el resto del Sureste asiático es muy diferente a la Tailandia gay-friendly. En la segunda itinerancia de Spectrosynthesis la mayoría de las obras, aunque algunas son también de la primera exposición, provienen de distintas naciones del Sudeste asiático con distintas historias por contar, y Bangkok funge como plataforma para el intercambio de diálogo. El Sudeste Asiático, hogar de estes artistas, ha sido azotado por los vientos de cambio durante milenios. Las primeras colonias indias en el siglo I a.C., las rutas comerciales a China y las islas de las especias en Indonesia, así como la colonización europea desde el siglo XVI en adelante, trajeron distintas culturas y religiones a la región: el hinduismo, budismo, islam, y el cristianismo, estableciendo el trasfondo y las diferentes limitaciones contextuales a las que han tenido que enfrentarse las minorías sexuales y de género. Aquí radica el potencial curatorial del contenido de la exposición: las obras de les artistas no solo comunican la singularidad de cada artista, sino que reflejan las comunidades en las que se criaron. Las obras junto a los discursos de les artistas plantean preguntas sobre las experiencias singulares de cada artista: cómo se sienten consigo mismes en relación con ser parte de una minoría sexual y de género disidente. A su vez, las historias se basan en las diferencias en sus orígenes culturalmente diversos. La muestra de Bangkok reflexiona sobre los contextos sociales utilizando un esquema curatorial que busca contrastar experiencias singulares con sociedades más amplias. Tal fue la hipótesis inicial que determinó la invitación de 5 decenas de artistas de 15 países a participar en la exhibición, cada une de elles presentando sus historias en más de 130 obras. Para abordar temas tan diversos y complejos, se decidió organizar las obras en secciones para orientar al público y fomentar la participación en el proceso de contemplación.
La exposición trata sobre los derechos humanos, la igualdad y el respeto por la diversidad sexual y de género. Les artistas comparten sus triunfos, batallas y dolor, algunes de elles, superades por la tragedia, no lograron salir.Algunes todavía viven con limitaciones; por ejemplo, un artista de Brunai, Adam Hague, no usa su nombre real cuando expone en el extranjero; Anne Samat, de Malasia, pasa la mayor parte de su tiempo en Occidente, al igual que algunes otres artistas en el programa. Crecer sexualmente diferente siempre ha sido un problema que ahora se empieza a abordar en el espacio de esta exposición en las obras de les jóvenes artistas. Ya sea que sus obras estén a la altura o no de les artistas de renombre internacional, deben estar presentes y escuchadas. Su voz es relevante para sus compañeres porque hablan directamente a una nueva generación en la audiencia. Estes jóvenes artistas están participando en el esfuerzo por lograr que las experiencias LGBTQ sean reconocidas como parte natural de la vida, que tengan la opción de permanecer en sus comunidades y seguir contribuyendo sin tener que esconderse. La diferencia de género no es de ninguna manera la única forma de persecución. La videoinstalación de le artista tailandés Arin Rungjang trata sobre el triunfo de la comunidad trans*. Sin embargo, el documento adjunto cuenta la historia de dos traumas yuxtapuestos en su vida: la desaparición de une amigue trans* admirade durante su juventud y la del padre de le artista en Alemania por ser extranjero. Existe un cruel rasgo tribal entre los humanos, tan horrible y sin sentido, que impulsa a las personas a rechazar a las minorías y discriminar a las personas que no parecen pertenecer. Por supuesto, la humanidad también tiene un principio innegable de tolerancia. Los imperios y estados han surgido y caído en el sudeste asiático y sus diversos pueblos se han movido como parte del proceso. En una derrota, toda una comunidad podría reunirse y trasladarse a la ciudad de un vencedor, convirtiéndose en activos en la economía del nuevo lugar. El pueblo tailandés fue desplazado a Myanmar a finales del siglo XVIII tras la derrota de Ayuthaya, la capital del reino, y el pueblo musulmán se trasladó a Bangkok desde el sur. Sin embargo, se instituyó un mecanismo de afrontamiento pragmático que aseguró que los grupos étnicos estuvieran protegidos por el estado (Barom-Bodhisomphan) y que garantizara la libertad de practicar diferentes religiones (Sassanu-Pathumpok). Esta última es una tradición que se ha atribuido al emperador indio Ashoka, que gobernó en el siglo III a. C.. Primero se aplicó a los sujetos budistas, luego en Tailandia y luego se extendió para proteger a todas las demás religiones del reino. Estos desarrollos acumulativos a lo largo de la historia ayudaron a crear la actitud más tolerante que existe hoy en Tailandia. Los edictos de Ashoka, que se inscribieron en treinta pilares erigidos en todo el subcontinente indio, son una prueba tangible del vínculo cultural indoeuropeo que llega hasta el sudeste asiático. El título de la exposición en tailandés, una transposición del inglés a las lenguas indoeuropeas, se remonta y refleja este vínculo, dando crédito a la humanidad y la conexión cultural a través de los siglos.
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