
Como un llamado a otros modos de vivir más allá del régimen heteropatriarcal, la Comunidad Catrileo+Carrión traza poéticas para imaginar utopías epupillan, mareas de solidaridad planetaria que van más allá de lo binario.
Hemos pasado muchas horas de nuestro tiempo preguntando entre nuestra gente respecto a nuestres ancestres no heterosexuales mapuche, hemos pasado días buscando en bibliotecas y archivos algún rastro de aquelles que nos antecedieron. Pareciera que mientras más buscamos menos vamos encontrando. El tiempo lineal nos juega una caprichosa jugada. Lo poco que sabemos ha sido escrito por hombres blancos que no comprendieron estas experiencias más allá de una noción heteronormativa, el género fue una imposición colonial que ha persistido. Hubo que erradicar otros modos de ser más complejos que no caben en nuestra idea contemporánea de identidad de género y que tampoco encajaban con la moral cristiana. Y es que estas experiencias, cuerpos y prácticas amenazan una matriz colonial que buscaba corregir y enderezar a quienes se movían en otras coordenadas distintas a las del pensamiento binario. Estas prácticas de nuestres ancestres no quedaron en los archivos ni anales de la historia. Han descrito en algunos pasajes a nuestres ancestres como seres aborrecibles, vinculando torpemente sus experiencias al demonio y la hechicería. Poco sabemos de elles: algunes tenían un rol político-espiritual, eran machi weye. Seres con la capacidad y conocimientos que no fueron comprendidos por los hombres blancos (winka), y más desolador aún, seres que hoy tampoco son del todo comprendides por una sociedad mapuche contemporánea conservadora que se resiste a abrir sensiblemente su entendimiento.
El tiempo al que pudieron acceder nuestres ancestres no heterosexuales solo podemos imaginarlo políticamente como un tiempo improductivo que no sólo amenazó al proyecto colonial extractivo defendiendo con maldiciones, haciendo erupcionar volcanes, enviando enfermedades por el agua; sino que también se resistieron a la formación de nuevos cuerpos esclavizados, se resistieron a la reproducción. Esta misma estrategia de persecución está vinculada a la demonización que se le hizo al Pillan, aquella fuerza que se desborda de la humanidad en proporciones que están a otra escala. Les antigues mapuche nombraban a los volcanes como Pillan, lo que fue alimentando la idea de que invocarle era sinónimo de hacer pacto con el Diablo. El devenir de los cuerpos no heterosexuales indígenas en cuerpos sodomíticos está marcado por la influencia colonial del siglo XV donde los intereses del naciente Estado monárquico español se anudan con los intereses de la Iglesia Católica, ampliando así la percepción del daño y pecado de la sodomía no solo a un asunto moral, sino que jurídico y territorial. El Pillan no sólo es entendido como amenaza telúrica e ígnea, sino también como sistema de relacionamiento ético que estructura otras formas de existir.[6] Este anudamiento definirá toda práctica sexual no reproductiva como un acto sodomítico. De esta manera, no solo se explica la persecusión a los seres no heterosexuales, sino que también explica la imposición del imperativo de reproducción heterosexual impuesto en toda la colonia y que con especial dureza será inscrito sobre los cuerpos de las mujeres hasta hoy. No reproducirse es –en estos términos– hacerle daño al estado y administración colonial, por tanto hace posible invocar la legítima defensa de la guerra justa contra les sodomitas. Nos hacemos la pregunta en torno a cuál es nuestro lugar político como parte de una constelación de disidencias ancestrales que bordean todo el cinturón de fuego del Océano Pacifico. Cuáles podrían ser las posibles alianzas, cruces, conexiones y experiencias compartidas. Leonel Lienlaf (1989)[7] en su poema Cántaro roto señala: Ya se acaba Este cántaro rojo se ha trizado. Dormirá en la tierra y un día otra alfarera lo reconstruirá.Volvemos a imaginar el destino de aquelles que se negaron a la reproducción de la vida humana, por tener deseos diferentes, por tener vínculos con la comunidad que no eran estructurados por la reproducción sexual, sino por la reciprocidad con fuerzas no-humanas, con conocimiento y prácticas específicas que contribuyen a la comunidad general.
¿Cuánto podemos aprender del tiempo de los volcanes, de las corrientes marinas? ¿Cómo dialogar con toda la energía no-humana que nos desborda, pero que nos conecta con experiencias múltiples de resistencia al orden moderno colonial?Esperamos que mediante este gesto de reciprocidad medial, podamos también afectar a quien nos lee: salpicar este magma contra el olvido corrosivo de no tener historia, no tener genealogía. Estamos aprendiendo en el camino, buscando sanar siglos de memorias que no han sido escritas, no han sido habladas. El colonialismo no ha vencido sobre nuestras memorias epupillan, por eso esta invitación a pensarnos como constelaciones que traman redes de solidaridad con otres. Antonio, Alejandro, Constanza, Manuel. Comunidad Catrileo+Carrión https://open.spotify.com/episode/7LbadXhv1EDdf6Ur30nW7G
Como un llamado a otros modos de vivir más allá del régimen heteropatriarcal, la Comunidad Catrileo+Carrión traza poéticas para imaginar utopías epupillan, mareas de solidaridad planetaria que van más allá de lo binario.
El tiempo al que pudieron acceder nuestres ancestres no heterosexuales solo podemos imaginarlo políticamente como un tiempo improductivo que no sólo amenazó al proyecto colonial extractivo defendiendo con maldiciones, haciendo erupcionar volcanes, enviando enfermedades por el agua; sino que también se resistieron a la formación de nuevos cuerpos esclavizados, se resistieron a la reproducción. Esta misma estrategia de persecución está vinculada a la demonización que se le hizo al Pillan, aquella fuerza que se desborda de la humanidad en proporciones que están a otra escala. Les antigues mapuche nombraban a los volcanes como Pillan, lo que fue alimentando la idea de que invocarle era sinónimo de hacer pacto con el Diablo. El devenir de los cuerpos no heterosexuales indígenas en cuerpos sodomíticos está marcado por la influencia colonial del siglo XV donde los intereses del naciente Estado monárquico español se anudan con los intereses de la Iglesia Católica, ampliando así la percepción del daño y pecado de la sodomía no solo a un asunto moral, sino que jurídico y territorial. El Pillan no sólo es entendido como amenaza telúrica e ígnea, sino también como sistema de relacionamiento ético que estructura otras formas de existir.[6] Este anudamiento definirá toda práctica sexual no reproductiva como un acto sodomítico. De esta manera, no solo se explica la persecusión a los seres no heterosexuales, sino que también explica la imposición del imperativo de reproducción heterosexual impuesto en toda la colonia y que con especial dureza será inscrito sobre los cuerpos de las mujeres hasta hoy. No reproducirse es –en estos términos– hacerle daño al estado y administración colonial, por tanto hace posible invocar la legítima defensa de la guerra justa contra les sodomitas. Nos hacemos la pregunta en torno a cuál es nuestro lugar político como parte de una constelación de disidencias ancestrales que bordean todo el cinturón de fuego del Océano Pacifico. Cuáles podrían ser las posibles alianzas, cruces, conexiones y experiencias compartidas. Leonel Lienlaf (1989)[7] en su poema Cántaro roto señala: Ya se acaba Este cántaro rojo se ha trizado. Dormirá en la tierra y un día otra alfarera lo reconstruirá.Volvemos a imaginar el destino de aquelles que se negaron a la reproducción de la vida humana, por tener deseos diferentes, por tener vínculos con la comunidad que no eran estructurados por la reproducción sexual, sino por la reciprocidad con fuerzas no-humanas, con conocimiento y prácticas específicas que contribuyen a la comunidad general.
¿Cuánto podemos aprender del tiempo de los volcanes, de las corrientes marinas? ¿Cómo dialogar con toda la energía no-humana que nos desborda, pero que nos conecta con experiencias múltiples de resistencia al orden moderno colonial?Esperamos que mediante este gesto de reciprocidad medial, podamos también afectar a quien nos lee: salpicar este magma contra el olvido corrosivo de no tener historia, no tener genealogía. Estamos aprendiendo en el camino, buscando sanar siglos de memorias que no han sido escritas, no han sido habladas. El colonialismo no ha vencido sobre nuestras memorias epupillan, por eso esta invitación a pensarnos como constelaciones que traman redes de solidaridad con otres. Antonio, Alejandro, Constanza, Manuel. Comunidad Catrileo+Carrión https://open.spotify.com/episode/7LbadXhv1EDdf6Ur30nW7G
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