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EDICION 7

28.11.2016

The end of the world arrived in my neighbourhood

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Llegó el fin del mundo a mi barrio.

Maurice Sánchez Santería, fotografía 35mm, 2012. Fotografía y cortesía de Maurice Sánchez. 1 En primaria y en bachillerato los profesores solían contar que poco después de la llegada de los conquistadores a la isla estos fueron atacados por un ejército de taínos que estaban hastiados de los abusos y las fechorías que los españoles cometían a diario. A pesar de esto, no pudieron causar muchas bajas ya que en medio de la batalla se apareció la Virgen de las Mercedes como si fuera Atenea en la Ilíada y ayudó a que los conquistadores vencieran y sometieran a los taínos. Ya sabemos que la historia está escrita por los vencedores y que está plagada de incoherencias y que hasta se puede interpretar a conveniencia como hizo aquella monjita de la parroquia del Santo Cerro que cuando la increpé por lo sucedido me confesó que la virgen en el fondo se encontraba del lado de los pobres indios. Maurice Sánchez, Funeraria, fotografía digital, 2016. Fotografía y cortesía de Maurice Sánchez. 2 Han pasado casi diez años y los que se hicieron tatuajes entonces hoy se arrodillan en las iglesias a pedirle a Jesús que se los borre. En las esquinas los que anuncian el fin del mundo se quedan bobos al ver al loco que traza círculos en el barrio como si fuera un filósofo. ¿Estará explicándonos la teoría del eterno retorno con sus recorridos? ¿No les recuerda al Oscuro de Éfeso con su ropa rasgada y sus ojos perdidos? La astróloga explica que las pesadillas son trailers de las cosas que vendrán. Golpean a tu puerta y al abrir está la estríper que ahora es Testigo de Jehová. Acá todo ha perdido su magia. Aquellos resplandores que en las noches pensabas que eran ovnis resultaron ser drones. Maurice Sánchez, Banca, fotografía digital, 2016. Fotografía y cortesía de Maurice Sánchez.   3 Nostradamus me jodió la adolescencia. O quizás fue culpa de Orson Welles que narró aquel documental sobre las profecías de Nostradamus en el que aparecía fumando muy campante en un despacho mientras anunciaba desastre tras desastre. El hombre que veía el mañana es la traducción literal del documental. Lo vi por primera vez a los ocho años y al terminar yo calculaba que para el dos mil -que es cuando anunciaban que se terminaría el mundo - yo apenas tendría 22 años. Claro, pasó el tiempo y me di cuenta de que todo era una farsa y que las predicciones no eran más que propaganda sobre todo esa de que el mundo se acabaría en el dos mil aunque debo reconocer que lo de Y2K me hizo temblar y recuerdo que no celebré el año nuevo hasta estar seguro de que ninguna potencia lanzaría sus misiles. Maurice Sánchez, El Secreto Musical, fotografía digital, 2015. Fotografía y cortesía de Maurice Sánchez.   Y ningún país del Caribe aparece en las predicciones de Nostradamus aunque en realidad yo nunca me he atrevido a leer los libros o a averiguar más allá de lo que mostró Orson Welles en el documental que por cierto pasaban en la televisión dominicana todos los viernes santos. Nostradamus no sólo me jodió a mí sino también a mi generación. Y la prueba está en la proliferación de las bancas de apuesta. El otro día en el noticiero vi una caravana de vehículos dirigiéndose a la loma del Chivo, que de acuerdo a un pastor gordo y carismático como Orson Welles será el último bastión del planeta cuando llegue el apocalipsis. El reportaje duró varios minutos como si hubiera una posibilidad de que llegase el apocalipsis y pudieran transmitirlo en vivo pero yo no tuve más paciencia y cambié el canal. Maurice Sánchez, Centro de Medicina Naturista Jehová Sanador, 2005. Fotografía 35mm. Fotografía y cortesía de Maurice Sánchez.   4 Llegó el fin del mundo a mi barrio sin que a nadie le importara. Mis padres veían CNN esperando el boletín especial. Los liquor stores y los cybercafés siguieron abiertos hasta tarde. Nadie comprendía las señales. Hasta la mujer que vio la silueta de la virgen de la Altagracia en el cristal delantero de su jeepeta fue al car wash a lavarla. Nadie se percató que aquel caballo blanco que arrastraba una carreta de naranjas era del apocalipsis. Maurice Sánchez, El Evangelio según San Marco, fotografía 35mm, 2004. Fotografía y cortesía de Maurice Sánchez. Moteles y bingos estaban abarrotados. Las evangélicas que con sus panfletos habían anunciado tanto el fin se fueron a la cama temprano. No cortaron las líneas de teléfono ni se llevaron el agua y la luz. Nadie vio las estrellas que caían del cielo. Para cuando el arcángel Miguel sonó la trompeta el partido de los Yankees iba por el octavo inning.

Llegó el fin del mundo a mi barrio.

Maurice Sánchez Santería, fotografía 35mm, 2012. Fotografía y cortesía de Maurice Sánchez. 1 En primaria y en bachillerato los profesores solían contar que poco después de la llegada de los conquistadores a la isla estos fueron atacados por un ejército de taínos que estaban hastiados de los abusos y las fechorías que los españoles cometían a diario. A pesar de esto, no pudieron causar muchas bajas ya que en medio de la batalla se apareció la Virgen de las Mercedes como si fuera Atenea en la Ilíada y ayudó a que los conquistadores vencieran y sometieran a los taínos. Ya sabemos que la historia está escrita por los vencedores y que está plagada de incoherencias y que hasta se puede interpretar a conveniencia como hizo aquella monjita de la parroquia del Santo Cerro que cuando la increpé por lo sucedido me confesó que la virgen en el fondo se encontraba del lado de los pobres indios. Maurice Sánchez, Funeraria, fotografía digital, 2016. Fotografía y cortesía de Maurice Sánchez. 2 Han pasado casi diez años y los que se hicieron tatuajes entonces hoy se arrodillan en las iglesias a pedirle a Jesús que se los borre. En las esquinas los que anuncian el fin del mundo se quedan bobos al ver al loco que traza círculos en el barrio como si fuera un filósofo. ¿Estará explicándonos la teoría del eterno retorno con sus recorridos? ¿No les recuerda al Oscuro de Éfeso con su ropa rasgada y sus ojos perdidos? La astróloga explica que las pesadillas son trailers de las cosas que vendrán. Golpean a tu puerta y al abrir está la estríper que ahora es Testigo de Jehová. Acá todo ha perdido su magia. Aquellos resplandores que en las noches pensabas que eran ovnis resultaron ser drones. Maurice Sánchez, Banca, fotografía digital, 2016. Fotografía y cortesía de Maurice Sánchez.   3 Nostradamus me jodió la adolescencia. O quizás fue culpa de Orson Welles que narró aquel documental sobre las profecías de Nostradamus en el que aparecía fumando muy campante en un despacho mientras anunciaba desastre tras desastre. El hombre que veía el mañana es la traducción literal del documental. Lo vi por primera vez a los ocho años y al terminar yo calculaba que para el dos mil -que es cuando anunciaban que se terminaría el mundo - yo apenas tendría 22 años. Claro, pasó el tiempo y me di cuenta de que todo era una farsa y que las predicciones no eran más que propaganda sobre todo esa de que el mundo se acabaría en el dos mil aunque debo reconocer que lo de Y2K me hizo temblar y recuerdo que no celebré el año nuevo hasta estar seguro de que ninguna potencia lanzaría sus misiles. Maurice Sánchez, El Secreto Musical, fotografía digital, 2015. Fotografía y cortesía de Maurice Sánchez.   Y ningún país del Caribe aparece en las predicciones de Nostradamus aunque en realidad yo nunca me he atrevido a leer los libros o a averiguar más allá de lo que mostró Orson Welles en el documental que por cierto pasaban en la televisión dominicana todos los viernes santos. Nostradamus no sólo me jodió a mí sino también a mi generación. Y la prueba está en la proliferación de las bancas de apuesta. El otro día en el noticiero vi una caravana de vehículos dirigiéndose a la loma del Chivo, que de acuerdo a un pastor gordo y carismático como Orson Welles será el último bastión del planeta cuando llegue el apocalipsis. El reportaje duró varios minutos como si hubiera una posibilidad de que llegase el apocalipsis y pudieran transmitirlo en vivo pero yo no tuve más paciencia y cambié el canal. Maurice Sánchez, Centro de Medicina Naturista Jehová Sanador, 2005. Fotografía 35mm. Fotografía y cortesía de Maurice Sánchez.   4 Llegó el fin del mundo a mi barrio sin que a nadie le importara. Mis padres veían CNN esperando el boletín especial. Los liquor stores y los cybercafés siguieron abiertos hasta tarde. Nadie comprendía las señales. Hasta la mujer que vio la silueta de la virgen de la Altagracia en el cristal delantero de su jeepeta fue al car wash a lavarla. Nadie se percató que aquel caballo blanco que arrastraba una carreta de naranjas era del apocalipsis. Maurice Sánchez, El Evangelio según San Marco, fotografía 35mm, 2004. Fotografía y cortesía de Maurice Sánchez. Moteles y bingos estaban abarrotados. Las evangélicas que con sus panfletos habían anunciado tanto el fin se fueron a la cama temprano. No cortaron las líneas de teléfono ni se llevaron el agua y la luz. Nadie vio las estrellas que caían del cielo. Para cuando el arcángel Miguel sonó la trompeta el partido de los Yankees iba por el octavo inning.
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