Reseñas - Buenos Aires - Argentina

Emmanuel Luis Franco

Tiempo de lectura: 9 minutos

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21.07.2022

Un roce entre el Estado y la erótica 'cuir'

Shirley La Bombón, una artista trans peruana radicada en Argentina, vuelve como recuerdo y guía en este recorrido que hace Emmanuel Franco sobre «Chusma», una exposición que remite a la deuda de las instituciones con ‘les invisibilizades de siempre’.

Ella

Había una vez una mujer que cargaba sus heridas como si fueran perlas. Se llamaba Shirley La Bombón. Ella fue una travesti peruana que llegó a La Plata, metrópoli argentina, para torcer sus diagonales y condimentar la vida de una ciudad llena de fantasmas. Los rumores dicen que nació el 20 de julio de 1957, en Perú, pero no hay datos precisos. Sus amigas señalan el hermetismo de La Shirley sobre sus orígenes, cada tanto inventaba nuevas fechas de su nacimiento. También decía que en Argentina le habían hecho mal el documento y le habían descontado un año. “Ella era muy de inventar y todas sabíamos que a veces lo que decía no era tan cierto”, afirma una amiga. Siempre se consideró una artista y pintaba desde que era niña. Entre el 2016 y 2017, asistió a clases de pintura de forma esporádica y se ganaba la vida vendiendo comida peruana. Le encantaba chatear por Facebook y tipear grandes monólogos en italiano, un idioma que manejaba a la perfección por sus viajes a Europa entre los años 90 y principios del 2000.

Su comida, sus pinturas, sus charlas y performances eran parte de una misma misión: denunciar la discriminación contra la comunidad travesti trans y elevar las voces de todas las identidades disidentes. Entre sus intereses estaba la pintura erótica, el budismo y las amistades. Se podría decir que su credo fundacional era ayudar a otres para ayudarse a ella misma.

Falleció el 14 de agosto del 2018, pero cada tanto vuelve a la vida en forma de documentales, exposiciones, relatos de sus amigas. En el marco de Chusma, caravana arte-afectiva bonaerense, programa cultural impulsado por el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires y la Secretaría de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación, Shirley revive otra vez, para dar pie a una complicidad entre instituciones culturales y comunidades marginalizadas. Un roce entre la rigidez del Estado y la erótica de las subjetividades cuir.

La chusma
El rumor histórico dice que la historia del arte hegemónica se consolida gracias a las instituciones y a sus deseos: la  iglesia y su deseo de acercar el credo cristiano al pueblo, los museos y su deseo de elevar la condición humana mediante una educación estética, y las galerías con su deseo de dar a conocer a les artistas y vender sus obras. A lo largo del tiempo, los museos desarrollaron una función pedagógica destinada únicamente a los sectores pudientes de la sociedad, dejando de lado a las personas empobrecidas, a les trabajadores y a toda existencia que pudiera estar por fuera de las convenciones sociales normativas. Siempre que se inaugura un lugar, existe alguien que no puede entrar.
En el 2022, en Argentina y en diferentes regiones de Latinoamérica, les activistas LGTBIQ+, los diversos feminismos y los colectivos que promueven los derechos humanos, generaron una herida importante en el tejido patriarcal de la sociedad. Las injusticias del día a día se volvieron tópico de conversación en los medios de comunicación y en el Estado, una suerte de recordatorio de que había subjetividades a las que los poderosos le estaban debiendo algo.

Según el diccionario, la palabra chusma se refiere a personas vulgares y despreciables. En Argentina, se utilizó durante mucho tiempo para señalar a sectores de la clase baja empobrecida. La palabra tiene origen en el genovés antiguo, es una variación de ciüsma, término con el que se denominaba a les preses que pagaban su condena remando en botes para el estado italiano.

Ahora, la palabra quiere ser resignificada a partir de una política pública y es por eso que nace Chusma. Caravana arte-afectiva bonaerense, un programa que propone un diálogo entre las colecciones de museos nacionales y provinciales con la “chusma”, ese cuerpo que nunca recibió la invitación a ser parte de la cultura: las travas, trans, les no binaries, los trolos, las lesbianas y les migrantes racializades. La propuesta quiere posibilitar el vínculo entre obras de arte patrimoniales y las diversas lecturas que puede hacer un público que no suele tener la oportunidad de encontrarse con estas imágenes fuera de las instituciones en su territorio. Con la coordinación de Valeria Semilla, se invitó a cuatro curadores: Catalina Poggio, Mel Randev, Cristian Prieto y Santiago Villanueva. Elles seleccionaron obras de los acervos del Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti, Palacio Nacional de las Artes-Palais de Glace y el Museo de la Historia del Traje, para así generar una exposición que recorre diferentes espacios culturales de la provincia y entablar una conversación con sus agentes culturales y la diversidad de colectivos contraculturales de cada región. Es importante señalar que, desde el año 2020, el Palacio Nacional de las Artes-Palais de Glace, es dirigido por la primera directora travesti de argentina, Feda Baeza; por otro lado, Marlene Wayar, referente clave del activismo travesti latinoamericano, directora de El Teje (primera revista travesti latinoamericana), es actualmente coordinadora del área de educación del Palais.

Además de ser una exhibición itinerante, Chusma se propone como un mapeo de artivistas y colectivos artísticos sexo-género disidentes de cada región de la provincia de Buenos Aires. Otro de los objetivos es proponerles estadios de circulación de sus saberes y voces mediante exposiciones, talleres, actividades educativas y actos públicos.

La columna vertebral de la curaduría de todo el proyecto fue el concepto del carnaval. Entendido éste como un festejo de les marginades y que tiene una potencia creativa equivalente o superior a lo que sucede en las instituciones artísticas. En el carnaval de Chusma hay obras de pintores argentinos como Enrique de Larrañaga (1900-1956) que conviven con expresiones del arte contemporáneo, como puede ser Ositos para pijamadas o mis ex-novios de la infancia, obra de la activista y artista platense Marta de la Gente, creada en el 2018, con la cual ganó el premio Adquisición Salón Provincial de Arte Joven del mismo año. Uno de los objetivos de la exposición fue pensar a qué  se denominaría la “chusma” en la actualidad y pensarla en relación con las imágenes oficiales de la historia del arte argentino.

La  invocación
En el marco del Día Internacional de la Diversidad Cultural, el sábado 21 de mayo se realizó en la ciudad de La Plata la inauguración del programa Chusma. Más que una inauguración, fue una invocación a la Shirley Bombón a partir de una muestra de sus pinturas en el Museo Pettoruti titulada Su cuerpo una cascada. Las obras seleccionadas fueron creadas pocos años antes de su muerte y representan sus intereses más próximos: las amigas, los cuerpos trans y los paisajes de la naturaleza. Hay autorretratos hechos con su amiga Mane Carreira, el retrato de una travesti desnuda exhibiendo su pene, y paisajes que remiten a un universo de ilusiones, asociado a sus viajes por Europa. Todas las obras se pueden ver desde una vidriera que da a la calle, de esta manera cualquier persona tiene acceso a su imaginario. Inaugurar el programa cultural con la exposición de una artista travesti fue poner al Museo Provincial de Bellas Artes Pettoruti de rodillas ante el imaginario visual y político que proponía La Shirley. En la exposición, hay una sensación de calma budista, como si cada obra fuera un espacio de pausa. Parecen las pinturas de una artista que tuvo el privilegio de formarse en la academia de arte. Pero no: son la evidencia de un camino furtivo, de la proyección de una fantasía que se oponía a la vida marginal que se le impone a las travestis. Ante todo, son un refugio imaginario, un lugar al que Shirley siempre quiso viajar, tal vez, para nunca más volver. El arte para ella, más que ser una oportunidad, era un portal a otro mundo más tranquilo y menos violento.

El evento también incluyó una feria gráfica con más de treinta feriantes de las colectivas artísticas travestis-trans y una exposición de pinturas y esculturas patrimoniales al aire libre. Para todas las acciones se buscó representar la actitud provocadora de La Shirley, entre ellas su relación con el trabajo sexual. Ella trabajaba en la plaza La Moma, una suerte de “zona roja” que diversas trabajadoras sexuales utilizan como una especie de base de operaciones. Sabiendo esto, les curadores del proyecto decidieron trasladar las obras de arte del acervo del Pettorutti a la plaza, donde hasta el día de hoy, cuando llega la noche, las trabajadoras sexuales aparecen para ofrecer sus servicios. Las obras de arte se exhiben al aire libre, para ocupar un espacio simbólico, lejos del museo y más cercano a la “chusma” que puede habitar la plaza.

La Shirley revivía así en cada stand de las colectivas disidentes de la feria desarrollada en la Diagonal 73, otro lugar históricamente ocupado por las trabajadoras sexuales durante la noche. Mientras las personas compraban diversos objetos, se escuchaban comentarios sobre ella y su legado, la herencia artivista que dejó en la juventud local, y tal vez su mirada de reojo al conocer las alianzas entre la comunidad travesti trans y el Estado en el presente.

Uno de los momentos más importantes de la inauguración fue la entrega de los archivos de la Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) con material de inteligencia desclasificado entre 1960 y 1998. Los archivos, entregados por la Comisión Provincial de la Memoria, son una prueba de cómo las comunidades travesti trans eran víctimas de espionaje, para luego señalarlas, catalogarlas y marginalizar su existencia. Queda claro que no se trata únicamente de que la chusma tenga acceso al aparato cultural del estado, sino de construir una memoria con base en lo que no puede volver a repetirse.

 El futuro
Luego de La Shirley Bombón, en el museo Pettorutti se inauguró la exposición del artista trans Antonio Verny, quien estuvo participando de Chusma con sus talleres de pintura dedicados a pensar la inclusión laboral para las personas trans. Como si fuera el paso de un legado entre generaciones, La Shirley le cede su lugar a un artista formado en la Facultad de Artes Visuales de La Plata y que entiende la pintura como una herramienta pedagógica, que, lejos de imponer y promover una visión meramente estética del arte, propone una erótica de la educación y las pasiones.
Los municipios de Morón, Ituzaingó, Luján, Azul, Lobos, Quilmes, entre muchos otros, son los próximos lugares donde Chusma tendrá una intervención pública. Les curadores, junto a les artistas y colectivos disidentes de la zona, desarrollarán una serie de programas públicos acorde a cada problemática y necesidad propia del territorio. Será cuestión de esperar y ver los avances de la “chusma” hacia los museos, si los temas de agenda pueden volverse una política pública sólida o si el Estado y las otredades pueden llegar a buen puerto juntes. Eso sí, los roces, las complicidades, los tejes[2] propios de la disidencia, pareciera emular las dinámicas de las trabajadoras sexuales. Éstas miran de lejos a un potencial cliente que se acerca, con plena conciencia de que puede significar una ganancia monetaria o tal vez una invitación que les ponga en riesgo de violencia. Así será por un tiempo la relación entre les invisibilizades de siempre y las instituciones, un juego erótico que puede devenir goce o trampa. 

Notas

  1. Roce es una forma de referirse a prácticas eróticas y sexuales consensuadas, por ejemplo “amigos con derecho a roce”.

  2. El Teje en la jerga de las travestis es una palabra comodín que sale del mundo de la prostitución. Marlen Wayar dice: que “Es la palabra cómplice entre nosotras, de lo que no queremos que el otro se entere.”.

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