Reportes - bienales - Inglaterra

Manuela Moscoso

Tiempo de lectura: 9 minutos

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10.06.2021

"The Stomach and the Port", Bienal de Liverpool 2021: entrevista a su curadora Manuela Moscoso

Manuela Moscoso comparte algunas reflexiones en torno a su experiencia como curadora de la Bienal de Liverpool 2021.

La curaduría para la Bienal de Liverpool de 2021, The Stomach and the Port, pretende trastocar las nociones moderno-coloniales que designan lo que es «cuerpo» y lo que es «humano» para preguntarse por la porosidad, la vulnerabilidad y la interdependencia como vías para una imaginación que reconozca nuestra existencia enmarañada como habitantes de un planeta herido. ¿Cómo se acerca el contexto de Liverpool a las formas de pensar no-occidentales? ¿Por qué es importante perturbar los imaginarios en torno al «cuerpo» y lo «humano» desde una bienal internacional en un país colonizador como Inglaterra?

El momento en el que me invitaron a curar la Bienal fue un punto de inflexión para Sudamérica pues justo Bolsonaro llegaba al poder. En ese momento, me encontraba en estado de shock–aún lo estoy–y lo sentí muy amenazante. Me preocupó qué forma de agencia tenemos todos en un escenario así. Me pregunté: ¿Cómo podemos dejar que formas de pensar no occidentales nos influyan? ¿Cómo podemos empoderarnos? ¿Cómo podemos tener una comprensión de lo que puede ser un ser humano cuando nuestras vidas dependen de los demás, sean humanos o no? Estas preguntas fueron el punto de partida para investigar y establecer el marco de la bienal. Tenemos que recordar que nuestros pensamientos están delimitados y somos producto de una forma de pensar eurocéntrica, es decir, todos somos cuerpos coloniales en cierta medida. Y en este contexto, durante siglos la comprensión social de lo que es un humano ha asumido un cuerpo particular: el de un «blanco», «europeo», «hombre». Un «hombre» no es una designación neutral.

En concreto, la Bienal cuestiona cómo esta noción de cuerpo–y por extensión de lo que es ser humano–se convierte por defecto la visión asumida. ¿Cómo se fabricó? ¿Por quién? ¿Siguiendo qué intereses? ¿En qué momento? ¿Qué lo fundamenta? Les artistas y pensadores incluides en esta edición cuestionan las definiciones y formas de clasificación construidas por quienes controlan el conocimiento, y por tanto la subjetividad, sobre el que opera el modelo occidental. Por ejemplo, las ideas de porosidad, parentesco más-allá-de-lo-humano, conocimiento encarnado (el cuerpo como eje de conocimiento sin que «la mente» se entienda como algo separado del mismo), aprendizaje somático, antropofagia, historia no-lineal y una comprensión no discursiva del mundo están presentes en esta edición. La esperanza es, a través de estas proposiciones, fomentar el desaprendizaje y la re-lectura de nuestras formas de estar en el mundo mediante la comprensión de las presuposiciones fundadas por formulaciones occidentales del pensamiento, con el objetivo de recalibrar nuestras sensibilidades, y sintonizar con una praxis viva donde las vidas son co-dependientes, para fomentar una mayor comprensión del papel del individuo y su empoderamiento en la producción del mundo.

Creo firmemente que debemos preguntarnos siempre qué es un «cuerpo», porque la respuesta nunca debe aceptar al status quo. También creo que debe plantearse en cualquier lugar y en cualquier momento, porque los aprendizajes, o desaprendizajes, serán localizados, diferentes, y no menos significativos. Ahora, para mí, hacer esa pregunta en Liverpool fue increíblemente poderoso por dos razones. En primer lugar, muchas de nuestras suposiciones de lo que inferimos al decir «humano» tienen que ver con siglos de un proceso colonial y Liverpool contiene esas huellas, heridas e historias incrustadas en la ciudad. Pero también es un lugar portuario y marítimo, lo que nos permite hablar de ideas de conexión, transmisión e intercambio. Esto es clave cuando hablamos de la porosidad de nuestro propio cuerpo.

A partir de tu experiencia como curadora de la bienal, ¿cómo se ha transformado la conciencia de tu propio cuerpo-humano? ¿Qué artistas y obras de la bienal te han llevado a ampliar dudas, derribar certezas y transformar el punto de partida curatorial en relación con tu propia vida?

Me considero una curadora de prácticas más que de objetos, y la exposición, en su significado más amplio, es una forma de reunión. Tu pregunta se relaciona con otra cuestión y es la del poder del arte, y para mí, el campo del arte es el lugar al que acudir para abrir las posibilidades de ser con otro. Cuando invoco la presencia de une artista, estoy ejerciendo algún tipo de empatía hacia su obra y su propuesta. Y es a través de este proceso que aprendo desde esa perspectiva, y al aprender a través del cuerpo de los demás me transformo. Esto no quiere decir que me convierta en ese otro, pero sí que incorporo ciertos aspectos plenamente a mi ser, como curadora y como persona. Para mí, cada práctica amplía, cuestiona, experimenta, propone una comprensión diferente de las experiencias de estar en el mundo y al hacer exposiciones creo que para los demás también.

Existe la impresión de que el mundo del arte que germinó en el contexto de la neoliberalización global a través de la profesionalización de las artes, ha ido despojando a la «curaduría» de su genealogía lingüística relacionada con el cuidado, reproduciendo individuos competitivos que perpetúan sistemáticamente la violencia racista, sexista y laboral. Teniendo en cuenta la pandemia y la crisis climática que habitamos, ¿qué implica practicar la curaduría desde el sentido del cuidado por el que apuesta discursivamente la bienal?

Hay diferentes niveles de cuidado y, por lo tanto, para mí la palabra cuidado no es suficiente, especialmente porque esto a veces implica a alguien necesidades especiales. Por lo tanto, soy prudente, y no utilizo esa palabra con demasiada frecuencia, ni la he utilizado en el marco de esta bienal. Para mí, como curadora, trabajamos en distintos frentes y hay diferentes niveles de responsabilidad que uno debe asumir cuando invita a alguien a dislocar su trayectoria para encontrarse con la tuya. Al igual que tu última pregunta, la forma de invocar a las personas tiene una dimensión ética que debe corresponderse con las luchas que podamos tener en nuestra vida cotidiana. Por lo tanto, para trabajar dentro de las bases éticas, entiendo mi trabajo como una gestora de deseos, incluidos los míos. Y todos son igualmente importantes al tenerlos en cuenta. Así que, en cierto modo, la curaduría también implica una negociación en la que hay que cuidar, por usar la etimología que mencionas, a todas las personas implicadas. No es fácil, pero es totalmente posible. Entonces es un proceso de construcción, que requiere que estemos totalmente presentes y que estemos dispuestes a aprender del propio proceso. En cualquier trabajo, debemos tener principios éticos y políticos a los que nunca renunciaríamos, pero también esperamos que nos sucedan. Si uno está en la búsqueda de la justicia social y climática, por ejemplo, y se involucra con artistas que están trabajando con ese tipo de cuestiones, y esté preparado para ampliar, modificar y llevar sus principios a lugares que no podría imaginar aprendiendo de otros. Hay que ser razonables, conociendo nuestras limitaciones, y también debemos aceptar que a veces podríamos haberlo hecho mejor. Creo que debemos esforzarnos al máximo en cada circunstancia, incluso si fracasamos, porque esa es la energía que quiero dar a cualquier proyecto.

Más allá de la estrategia de digitalización y los protocolos de seguridad que se han estandarizado como respuestas de mediación al contexto de una crisis pandémica, ¿qué cambios hubo en la conceptualización, producción y seguimiento de un evento como una bienal internacional?

Erick Beltrán, Superposition, 2021. Vista de instalación como parte de la Bienal de Liverpool 2021. Fotografía por Rob Battersby. Imagen cortesía de la Bienal de Liverpool

Aunque resuena con los tiempos actuales, el proceso de realización de la bienal comenzó en 2018 y en marzo de 2020 la bienal estaba conformada, aunque los problemas globales de 2020 nos han obligado a adaptar y reconsiderar algunas de las obras individuales expuestas. Suelo decir: estamos haciendo la misma bienal, pero diferente. Para mí ha sido importante mantener la integridad del proyecto. El esfuerzo, sin embargo, ha sido y es reconfigurar y recalibrar la exposición informada por las condiciones globales y los impactos que estos eventos han tenido en ciertas personas y lugares. Por ejemplo, la obra de Luisa Ungar A Regurgitation is a Song is a Spell (Consultations to recreate the colonial disease) [Una regurgitación es una canción es un hechizo (Consultas para recrear la enfermedad colonial)] tuvo que transformase en llamadas telefónicas de clarividentes, ya que los performances en directo no son posibles. La obra entonces se convirtió en un lugar en el que Luisa experimenta con el performance en un mundo socialmente distante, y funciona de forma sorprendente. Estábamos preparando un desfile por la ciudad de Liverpool sobre pandemias con Ines Doujak, y la pandemia detuvo el proceso, el proyecto es ahora una serie de increíbles podcasts llamados Transmission: A series of five Podcasts on Disease and Pandemics in a Distorted World [Transmisión: Una serie de cinco podcasts sobre enfermedades y pandemias en un mundo distorsionado] (2021). Erick Beltrán tuvo que cambiar varias veces el proyecto Superposition [Superposición] (2021) y es ahora una obra de audio que puede escucharse en los taxis de la ciudad de Liverpool, pero que también funciona como mini podcasts sobre la relación de la cumbia y la física cuántica. Otro ejemplo es el de Haroon Mizra The Three /\/\/\/’s [Los tres /\/\/] (2021) que es ahora una reunión social y un ritual en el que se utiliza el tarareo como forma de curación. Estos son algunos ejemplos de esa adaptación la presente.

Por último, el cierre de espacios expositivos provocado por la pandemia ha planteado una serie de cuestionamientos en torno a la relevancia sociocultural de las instituciones culturales, como las bienales y los museos. Algunos se preguntan si deben permanecer abiertas o cerradas, si impactan en el imaginario social o cómo responden a su comunidad. ¿Qué opinas sobre estas preguntas?

Tengo que cuestionar, por ejemplo, por qué en Inglaterra se permitió la apertura de cualquier empresa comercial antes que los espacios culturales. Después de tantos meses de cierres y de poder admitir solamente a un número restringido de personas, el poder de experimentar algo distinto a las compras, creo que podría haber sido muy poderoso. Así que diría que, con la pandemia, los lugares culturales son más importantes que nunca. Participar en espacios públicos, como la Bienal de Liverpool, nos anima a revisar las formas en que experimentamos la vida, y a través del trabajo de los artistas nos abre posibilidades de mirar el mundo a través del mundo de les demás. Para mí, el arte puede resaltar la increíble capacidad del ser humano para reinventarse. Sólo puedo verlo de forma positiva, pero, por supuesto, como cualquier otro organismo, los museos y las bienales, deben ser capaces de cambiar, transformarse y adaptarse, no para obtener beneficios, sino para responder a las condiciones del tiempo.

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