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16.01.2018
WALDEN, Buenos Aires, Argentina
13 de diciembre de 2017 – 3 de marzo de 2018
Al mismo tiempo la tarea del cartógrafo deseante no consiste en captar para fijar, para anquilosar para congelar aquello que explora sino que se dispone a intensificar los propios flujos de vida en los que se envuelve creando territorios a medida que se los recorre.
Perlonguer, 1997
Pliegues de fieltro sostenidos a un bastidor liso, pestañas de tela saliendo de lo bidimensional apropiándose del espacio, invadiéndolo. Las obras de Nora Aslan, Nora Correas, Gracia Cutuli, Azucena Miralles y Tana Sachs son la creación de territorios que invitan a la exploración al interior de los materiales. Al interior de los procesos casi invisibles pero cuyo gesto enuncia una presencia artística poco analizada en la historización del arte contemporáneo: la del arte textil.
La Bienal de Lausana realizada en Suiza de 1962-1992 era la pauta de la vanguardia textil en ese momento. Desde ahí se discutía el avance técnico y estético. Si para la construcción de un tapiz era necesario un pintor que concibiera la imagen, un cartonero que la tradujera y un tejedor que la realizara, desde La Bienal ya se sugería una subversión a ese proceso. Una liberación del tapiz a la imagen pictórica que diera cuenta de la fortaleza del textil como lenguaje artístico por sí mismo. Los envíos argentinos a esta bienal superaron en número a los de otros países de Latinoamérica. Esto gracias al esfuerzo de los propios artistas como Gracia Cutuli fundadora de La Galería El Sol junto a su socio Jack Merguerian dedicada solo al tapiz y la creación del Centro de Arte Textil Argentino CAAT fundado en 1977 por Tana Sachs, Antoinette Galland, Azucena Miralles y Carola Segura.
“La Pampa” (1979) de Azucena Miralles es una pieza donde la urdimbre y la trama están dadas por los tejidos del cuero. La zona de La Pampa es un territorio que anterior a la conquista era parte del “Complejo Tehuelche”, donde la cultura Ona –experta en el manejo del cuero- habitaba. Hoy los Onas son una cultura extinta recordada sólo por los pocos testigos materiales que dejó a su paso. La pieza de Miralles trae al presente el recuerdo de una cultura hoy desaparecida.
«Patagonia-Pampa-Puna» (1991) de Gracia Cutuli es la abstracción de glaciares, campos y montañas realizadas en telar. La pieza muestra el territorio argentino desde su ausencia, en las marcas grabadas sobre la piel de un cuerpo tensado en los tejidos en alto lizo.
“Territorios” (1981) de Nora Aslan crea un lenguaje encriptado inscrito en los pliegues del fieltro donde las pestañas de tela asemejan folios. La superficie es fieltro sintético quemado donde aparecen hongos formas incomprensibles, guiños del ocultamiento de un mensaje en una pieza desbordada al espacio expositivo.
“Corazón partido” (1976) “En carne viva” (1981) y “Los frutos que el cerebro algunas veces no da” (1981), de Nora Correas son fragmentos de microcosmos cuyas capas profundas y colores sombríos recuerdan paisajes oscuros y cavernosos. La artista cuestiona la realidad interna y externa y se vislumbra en las formas viscerales mutiladas abiertas al espectador para poner en evidencia un suceso. El latir del corazón, la respiración, el aliento, el parpadeo son acciones cotidianas que se ocultan y desaparecen. Sin embargo Correas exterioriza lo interno, lo silencioso e imperceptible que sucede dentro, pero que al mismo tiempo es autónomo, algo casi ajeno.
“Otro tiempo otras voces” (1980) de Tana Sachs narra los saberes entre mujeres. En la pieza la artista dibuja los conocimientos orales transmitidos de generación en generación que no han sido escritos por la historia contada por hombres.
Las exploraciones de estas artistas plantean el problema en la transformación de la materia textil en clave vanguardista, pero al mismo tiempo dan cuenta de conocimientos interiores invisibilizados de los discursos canónicos de la historia del arte. La aparición de un territorio interior mostrado en un presente en desaparición.
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