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29.05.2021

PLATA NEGRA: Magdalena Petroni en Galería Ladrón, México

Curaduría por Ana Gallardo y Catalina Urtubey
Ciudad de México
28 abril, 2021 – 15 mayo, 2021

Escribo sin papel y hablamos con voces fantasmagóricas. No puedo pensar en otra cosa, estoy en un mundo que no conozco. Conozco a ella pero no conozco su mundo. ¿Cómo se puede conocer un mundo donde todo lo que suena, todo lo que huele y todo lo que se ve, está detonado? Hay algo tóxico que se expande dilatando las pupilas. El color flúor, el olor a cloro mezclado con el humo, chicxs entrando y saliendo. Las telas son como banderas vivas que recuerdan la muerte. Ella me entiende, o pretende hacerlo y me ignora hundida en entrañas de espuma negra. Hay energizantes tirados en el piso junto a nuestros culos, embarrando el suelo. Tres anos de tres zorras orquestando música que no reconocemos. Todo sonando de fondo en loop manchado de sudor y taurina. Ella dice que es de aquí y ahora, pero yo rápidamente la contradigo. Se abre una grieta en la realidad y mi cuerpo, ya líquido, se cuela por allí. El tiempo se hace abstracto y floto en ríos de materia y luz tan adentro, tan abajo que no puedo o no quiero salir. El piso me expulsa al techo y desde arriba miro todo. Mi boca se abre y traga moscas, luces. De mis ojos comienzan a chorrear serpentinas de espuma, como un animal rabioso. Se me atora en un punto de la garganta un sabor amargo. Me da taquicardia y el corazón me toma el cuerpo. Se ve mi corazón en la expansión de mis venas, saliendo de mí y desprende un olor tan rancio que me hace vomitar sangre. Hace horas estoy boca abajo en una caverna. Ya estamos y estuvimos. Solamente los murciélagos pueden sentir la humedad de las cavernas. Me dejo llevar. Llévenme.

Ahora la luz se intensifica y transiciona al violeta, inmediatamente percibo lo siniestro de la calle que me paraliza, intento seguir su figura. Tiene unas zapatillas reflectivas y se desvanece en esa luz. No tiene miedo, lleva una flor de espinas en una mano y en la otra un celular con la pantalla estallada, llena de astillas de vidrio. Ella se encuentra con el que le da lo que necesita. ¿Estamos caminando o volamos ciegas chocándonos contra todo? La veo sentada en el pupitre de su escuela tallando con una gillette un auto tuneado y dos minutos después hace un corazón atravesado por una flecha y escribe “Franco”. A ella le gusta el techno, ¿entendés? La entiendo a ella pero como en esa otra dimensión que dicen que existe. Un tiempo dando vuelta, como un murciélago.

Desde atrás del parabrisas rajado escucho su voz distorsionada que me susurra su verdadera intención: quiero pulsar el goce y el dolor, forzar la materia hasta llegar al orgasmo procesando lo exterior a través de los puntos muertos de lo interior. Lo raro es una perversa estrategia para desnaturalizar todos los mundos exponiendo su inestabilidad, retorciéndolos, generando una pérdida de sentido y coherencia de todo mundo posible. Humillar la materia hasta percibir algo tan extraño que parezca desencajado de la existencia y escape de las explicaciones devaluando las categorías que nos daban sentido. Si pensabas que lo raro hace alusión a una realidad deformada, lo espeluznante responde a lo desconocido. Por qué no alienarte hasta amar la idea de que no hay nada donde debería haber algo.

https://ladrongaleria.com.mx/

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