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17.03.2022

«Noctámbula» Exhibición en la galería Relaciones Públicas, México

Del 8 de febrero al 9 de abril de 2022

 

Con motivo de Zona Maco 2022, Relaciones Públicas reabre sus puertas con una nueva exposición, Noctámbula. Éste programa estrena la nueva sede de la galería en la colonia Tacubaya de la Ciudad de México, donde acopia la obra de cuatro artistas: Carolina Fusilier, Maggie Petroni, Emma Pidré y Milagros Rojas. Un encuentro al que no sería impertinente designarle el epíteto de “oscuro”.

En la sala principal, las obras (una serie de objetos crepusculares) se han distribuido de manera muy casual, y aunque es evidente que poseen ciertos atributos distintos, comparten su alojamiento como los organismos de filos distantes que cohabitan en la misma cueva: cautos, prudentes, pero celosos con el hueco que ocupan.

En un gesto de temeridad inaugural, Relaciones Públicas dispuso un espacio antitético al deslumbrante “cubo blanco” que domina la escena del arte. Con ese fondo, el programa se despliega como una reflexión sobre la discordia en tres planos principales —el cuerpo, la sociedad y la “otredad”. El trabajo extrapola universos y cuerpos fantasmagóricos, dialogando con su propia inquietud material y encontrando coyunturas en la simple celebración de lo nocturno; en el resguardo de las penumbras.

Los cuatro artistas provienen de Argentina pero sería demasiado fácil atribuirle sus afinidades a un hecho contingente como la nacionalidad. La conversación que se pretende detonar entre las piezas —y entre las piezas y el público— trata sobre los cuerpos (materiales e inmateriales), evocaciones de estructuras esqueléticas, ecos de alcantarillas y desafíos a la gravedad. Es un collage posthumano y postapocalíptico, en el que surge la fantasía de un desierto en el que sólo quedan fragmentos de lo que ahora es ordinario. Hemos aquí una invitación a sorber la mugre de un pasado indescifrable.

La obra de Petroni Nikol, un candelabro de faros y cosas pegajosas a escala sobrehumana, confronta al espectador como una transmutación cinéticamente estática. Invocando la calle por la noche, podría interpretarse como un accidente automovilístico, como si, al igual que en La mosca de Cronenberg (1986), las partes metálicas se hubieran solidificado en sarx mutilado, una fusión fatal entre carne viva y materia inerte. Estas sensaciones también están presentes en las pinturas de Petroni, en las que las imágenes de rostros esqueléticos y ropa real literalmente gotean de las costuras.

Las pelvis y vértebras puntiagudas de Pidré presentan un tipo diferente de horror existencial, una oscuridad enfrentada a la perfección mecánica. La instalación Come, Sweet Death superpone placas de acero talladas con precisión láser en puntas ahusadas. Los tornillos unen las placas, muy parecidos a los que sostienen una cadera de reemplazo en su cavidad blanda. Pero la instalación en última instancia se asemeja a un eslabón de cadena, una columna vertebral desprovista de carne circundante, a la vez arma y armadura interna que sostiene.

Las obras con título Fantasmagorías de Milagros Rojas forman un silencioso contrapunto a la gestualidad incontenible del espacio principal. Esbozadas con tiza de sastre y luego bordadas, las piezas de tela recuerdan huesos delicados: una caja torácica, costillas, el esqueleto de un pájaro. Este gesto fantasmal inicial es luego apuñalado en permanencia por una aguja industrial, un boceto fugaz convertido en glifo elemental.

Con sus pinturas-collage engañosamente esterilizadas, Carolina Fusilier crea sistemas etéreos flotantes de tuberías, enchufes y reflejos lineales de luz que hipnotizan y perturban. El panorama visual resultante deja espacio para lo incorpóreo y lo corpóreo por igual. La suya es una oscuridad acuosa y surrealista, pero por mucho que se trate de sueños y el inconsciente, también es muy cerebral. En la serie Nuevo tipo de sol, Fusilier ha realizado una obra en la que el espectador nunca acaba de entender dónde está la fuente de luz; hay una pérdida de orientación, algo hasta laberíntico. Un sistema cobra vida, una infraestructura futurista que revela los horrores mitológicos de antaño.

La noche, como espacio o lugar, puede ser igualmente reducida o romantizada, como podría ser el Sur Global. Pero la visión nocturna, como un láser que penetra las pátinas opacas y ordinarias pintadas por el día, crea la posibilidad de una búsqueda psíquica: incursiones en el inconsciente colectivo. “Noctámbula” invita a deambular por caminos neuronales menos conocidos, sin dejar de recordarnos que el cerebro flota en un challis y un chasis. La corporeidad distópica pulsa a través de las obras, pero como en un sueño febril o un sonámbulo sobre el pavimento mojado, los universos allí revelados de alguna manera levitan la carne para flotar sobre todo.

– Kristin Reger, traducido por Adolfo Aguilar

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