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15.09.2021

"Momentos que duran para siempre" de Adriana Martínez Barón en FORO.SPACE, Colombia

Bogotá, Colombia
17 julio, 2021 – 18 septiembre, 2021

FORO.SPACE es una galería de arte contemporáneo con sede en la ciudad de Bogotá, Colombia. Estamos comprometidos con artistas cuyas prácticas reflejan y cuestionan las diferentes dimensiones del sujeto social. Nuestro programa se centra en exposiciones individuales y de larga duración. Representamos un programa de artistas latinoamericanos y ofrecemos exposiciones que son un punto de inflexión, tanto en la carrera del artista, como en el panorama artístico nacional. Un fuerte componente teórico se destaca en las exposiciones programadas.

Adriana Martínez Barón es una artista bogotana con una amplia trayectoria. Algunas de sus obras han sido expuestas en “Take me i’m yours” curada por Hans Urlich Obrist, Jens Hoffmann y Kelly Taxter enThe Jewish Museum en Nueva York. “La segunda bienal tropical” curada por Pablo León de la Barra, Stephan Benchoam, Marina Reyes y Radamés Juni Figueroa en San Juan, Puerto Rico y “Pasado tiempo futuro. Arte en Colombia en el siglo XXI” curada por Emiliano Valdés en el Museo de Arte Moderno de Medellín. Su primera exposición individual internacional tuvo lugar en el Museo de Arte Contemporáneo de Detroit MOCAD en el 2017.

Sus procesos involucran con frecuencia la escritura en remplazo del dibujo como boceto. Encontrar un estilo visual no es fundamental en su práctica, las propiedades plásticas más frecuentes en su trabajo son la repetición, acumulación, anulación, inserción y la hipérbole. Utiliza iconografía y símbolos populares para comentar y rastrear la proliferación global de esas mismas imágenes.

Sus obras se pueden encontrar en colecciones nacionales e internacionales como: Banco de la República de Colombia, Fundación Kadist, JP Morgan Chase Art Collection, Museum of Contemporary Art of Detroit MOCAD, entre otras.

Sobre la exposición

En 1986 el gobierno de Ferdinand Marcos en Filipinas cae, y los antropólogos por fin pueden visitar libremente a la tribu de los tasaday que había sido sujeta a un aislamiento forzoso por parte del gobierno con el supuesto fin de preservar sus “inmaculadas” costumbres ancestrales. Lo que los científicos develan en esas visitas es tremendamente bochornoso. La tribu, descubierta en 1971 por allegados al gobierno de Marcos, era un timo total. No vivían en cuevas ni se cubrían con tapa rabos, no comían plantas ni eran tan pacíficos que dentro de su lengua no existía la palabra guerra; eran simples vecinos de la zona que cumplían a cabalidad el papel de “buenos salvajes” para darle reconocimiento internacional al gobierno de Marcos y además atraer el turismo.

Puede que esta solo sea una anécdota para contar de vez en cuando y reírse de la ingenuidad de ciertas instituciones de la época, pero lo que en realidad devela es mucho más irónico: en 1986 dejó de existir cualquier territorio virgen sobre la tierra. Tal vez el proceso ya había empezado siglos atrás con los primeros mapas, las expediciones botánicas, o las conquistas de nuevos territorios por parte de las potencias imperiales; tal vez esta idea no de comprender sino de conquistar la naturaleza sea tan antigua como la humanidad misma, lo que sí es cierto es que con la tribu de los tasaday se fueron también los sueños, por lo menos a nivel mediático, de descubrir algo nuevo sobre la faz de la tierra, y a los sueños de conquista le siguieron entonces los de la emulación.

Es así como el territorio se volvió infinito porque dejó de ser real, y lo que tenemos a cambio es una idea de paisaje, una representación de un mundo poblado por seres que en la mayoría de los casos no llegamos a conocer. Una especie de zoológico simbólico que vamos a recorrer en los pasillos de los supermercados repletos de emulaciones de la vida natural. La esquizofrenia del mercado y de la publicidad intenta proveer a los productos con características naturales haciendo conexiones que parecen ridículas pero que tarde o temprano aceptamos como ciertas. Una menta es fría como el polo norte y los osos que habitan esos territorios, acosados por la desaparición de los grandes hielos, están muy felices de que nosotros tengamos un aliento fresco en nuestra próxima primera cita.

Se los seres mitológicos y peligrosos como los dragones, o los rinocerontes gigantescos del nuevo mundo, pasamos a una fauna domesticada y amigable pero terroríficamente caníbal, es decir capaz de acabarse a sí misma para satisfacer nuestros deseos. Esta idea emulación narcisista se encuentra presente en cada una de las piezas que componen esta exposición colaborativa entre Adriana Martínez Barón y Beto Pérez Fleta.

Toda esa fauna infinita está en esos productos que Adriana Martínez trajo desde diferentes lugares del mundo, una fauna que tal vez haya recorrido muchos más kilómetros que cualquiera de nosotros; una naturaleza adaptada a un estilo de vida que anhela lo natural pero tampoco se siente cómodo con lo salvaje, con lo despiadado y que tiene que ser domesticado para que no hiera lo suficiente. “Momentos que duran para siempre” es un juego irónico entre lo que tiende a desaparecer y lo que todo el tiempo se renueva, lo que se resiste a desaparecer. Es una metáfora del fin de algo que intuimos ya desapareció hace mucho tiempo, ¿el mundo?

—Gabriel Mejía Abad, julio de 2021

https://www.foro.space/

 

 

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