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12.06.2015

Libertalia Tropical

Valenzuela Klenner Galería, Bogotá, Colombia
14 de mayo de 2015 – 13 de junio de 2015

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Los seres humanos hemos tenido que negociar con la realidad de “lo real” desde que existimos. Sin embargo, esas negociaciones se convierten en una verdadera proeza cuando se sustentan en la precariedad económica.  En ese sentido, individuos, grupos humanos y comunidades enteras -principalmente en el tercer mundo- ven abocadas sus opciones de supervivencia a la posibilidad de recurrir a estrategias primigenias de transformación de la materialidad de sus contextos más inmediatos. Estos sujetos y comunidades están reescribiendo la propia génesis del pensamiento humano, porque deben inventar sus propias condiciones de vida a partir de la asimilación de lo que les brinda el universo básico que los rodea. No cuentan con otros mecanismos o sistemas de transacción social, cultural ni económica.

Nuestros antepasados más remotos, transformaron su entorno natural, con proyecciones, saberes y destrezas que les permitían intervenir cada vez de forma más sofisticada en aquella realidad concreta que los precedía.  Una tosca piedra, atada con un junco a un trozo de madera se convertía en un hacha, que era un instrumento inexistente hasta entonces, pero que ahora surgía del vínculo entre cosas que ya eran conocidas. Muchas de esas actitudes han tenido que persistir hasta nuestros ámbitos contemporáneos, porque permanentemente recurrimos a procedimientos intelectuales similares para resolver necesidades primarias. ¿Quién no ha tomado un refrescante vaso de jugo en lo que anteriormente fue un frasco de mermelada? ¿Cuántas veces hemos colocado lápices o bolígrafos en recipientes que fueron diseñados como tazas de café? ¿En qué ámbito familiar no se guardan puntillas o clavos en antiguos envases de cremas o desodorantes? Los posibles ejemplos de este tipo de procedimientos son tan heterogéneos y omnipresentes que no tendría sentido intentar traerlos todos a la memoria. Sin embargo nos recuerdan que estamos familiarizados con la paradoja de que todas la formas de invención, o todos los procesos creativos, se generan a partir de la asimilación de situaciones u objetos que ya existían.

El proyecto Libertalia Tropical de Elkin Calderón tiene relación a muchos niveles con las ideas anteriormente descritas, porque como pieza artística emerge de la elaboración de un conjunto de situaciones “reales” previamente existentes, que son articuladas mediante diferentes marcos de referencia para generar nuevas dimensiones de sentido. Adicionalmente los hechos que son transferidos por el proyecto hacia la experiencia de los espectadores, emergen de formas de negociación con la materialidad de “lo real” de un conjunto de comunidades culturales del caribe colombiano, cuya experiencia de vida se relaciona estrechamente con las ideas enunciadas inicialmente y que no guarda prácticamente ninguna relación con los sistemas de organización social característicos de la modernidad occidental.

Lejos de analizar la experiencia cultural, social, económica y política de estas comunidades con algún tipo de condescendencia o con algún atisbo de exotismo, Libertalia Tropical destaca los lazos sociales y las formas de solidaridad que han emergido dentro de ellas para sobrevivir a la adversidad y suplir la total ausencia del estado. La manera como estas comunidades asentadas en las islas Tintipán, Santacruz y Tierra Bomba -en los márgenes del departamento de Bolívar- negocian con las condiciones reales de su existencia puede entenderse como una posición crítica ante los excesos materiales y la indiferencia social que caracterizan la vida en su vecina ciudad de Cartagena.

La palabra Libertalia alude a una hipotética nación utópica construida por piratas en Madagascar, que parece un camino alternativo a los modelos convencionales de organización de la sociedad moderna occidental.  El proyecto consiste en un conjunto de videos cortos y algunas fotografías, realizados en las islas antes mencionadas del Caribe colombiano. Entre ellas está Santa Cruz del Islote que podría ser considerada como la isla más poblada del Mundo, pero cuya geografía ha sido expandida paulatinamente por sus propios habitantes.  Esta isla es un pequeño territorio que funciona de manera autónoma, bajo su propia lógica y sus propios acuerdos sociales, al margen de cualquier tipo de institucionalidad estatal. Su área ha sido extendida paulatinamente por sus pobladores, durante las últimas décadas hasta llegar a configurar un mapa que paradójicamente, se asemeja al de Colombia.

Los videos realizados por Elkin Calderón fueron grabados en situaciones discontinuas y tienen tres niveles de aproximación a esos territorios, que se relacionan con el tipo de perspectivas desde donde fueron configurados. Unas responden a tomas submarinas, que suspenden la realidad de las vidas que se cruzan en esas islas. Otras aluden a la superficie del mar y de la tierra y a esa experiencia inquietante de la línea de horizonte y hay un último video que fue generado desde una toma aérea, que parece sugerir la mirada de un pájaro que la sobrevuela. La metáfora espacial que conforman las piezas en el contexto arquitectónico del edificio donde son exhibidas, nos recuerda constantemente el lugar desde donde nos acercamos a ellas; porque a pesar que nos sumerjamos en sus realidades o que busquemos estar a su nivel o que pretendamos verlas desde arriba, siempre estaremos en una relación asimétrica con las negociaciones materiales que hacen posible la vida, día por día en esos lugares. Puede que su “estilo” de vida nos parezca diferente, pero son las concepciones culturales que sustentan su idea de realidad lo que es radicalmente distinto. Incomprensiblemente heterogéneo.

El proyecto Libertalia Tropical parece sugerir que esas micro-realidades que se nos dan a ver pueden tener relación con las macro realidades del ámbito hegemónico que nos negamos a querer saber que existen. Si extrapolamos su dimensión de experiencia hacia nuestras realidades cotidianas, tal vez encontremos que nuestras vidas se llegan a extraviar en el cumplimiento de un sistemas de normas, representaciones y protocolos que confundimos con la realidad de “lo real” desde la modernidad.

Jaime Cerón

http://vkgaleria.com/

Fotografía: Cortesía de Valenzuela Klenner Galería y Elkin Calderón

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