14.05.2022

La diosa verde, Reloaded

EXTRACTO es una sección online donde compartimos algunos de los textos publicados por Temblores Publicaciones, el sello editorial de Terremoto. Presentamos el noveno extracto de esta sección, «Nuestras casas: Una conversación entre Dorothée Dupuis, Larissa Garza e Isa Carrillo», del catálogo La diosa verde, Reloaded. Este catálogo reúne obras de más de veinte artistas internacionales para generar un diálogo con el público y el entorno que les hospedó, el Museo de Arte de Zapopan. La multiplicidad de voces, cuerpos y organismos que habitan el lenguaje y el entorno invitan a desarticular e interrogar categorías cimentadas desde el arte y la fantasía.

Nuestras casas: Una conversación entre Dorothée Dupuis, Larissa Garza e Isa Carrillo

Dorothée Dupuis: Me interesa saber cómo fue para ustedes la experiencia de producción para la exposición, ¿cómo vinculan su trabajo a la exposición en general y con otras prácticas? En sus trabajos, me parece, hay varios temas que se entrecruzan, como la relación con las plantas, las políticas de cuidado, el crear comunidad, entre otros.

Larissa Garza: En las piezas está presente una alianza con los elementos. Cuando yo voy a regar los camotes, me dirijo a la jardinera y tengo que caminar hacia tu pieza, Isa. Literalmente tengo que cargar el agua en ella, y en mi pieza tengo que prender el fuego.

Isa Carrillo: Sí, ese homenaje a los elementos está presente también en la práctica artística en sí. El aire es la idea que viene, le sigue la acción que es el fuego, y después la materialización que es la tierra, ya cuando es un producto. Cuando haces esto, Larissa, como un pequeño ritual de poner fuego a la veladora, estás también complementando tu pieza, estás consciente de los elementos. Creo que en la exposición los puedes ver totalmente. 

DD: Si la exposición fuera un elemento, ¿cuál creen que sería?

IC: Bueno, predomina más la tierra porque hay más materialización, pero hay mucho aire también. Es como una conexión de distintos aires, de distintos mundos, más allá de la diferencia cultural entre artistas. En La Diosa Verde Reloaded sentí, mas no al borde de la lágrima, que el agua sería el elemento para mí. El aire que está en la exposición te hace cambiar. El aire se opone al sentir, son elementos contrarios; si estás llorando no puedes hablar, y cuando hablas dejas de sentir porque estás poniéndole aire. Creo que cada pieza te va llevando a mundos y elementos distintos. Hay muchos diálogos entre les artistas, se mezclan entre sí.

LG: Yo sentí mucha frescura, creo que ver esta exposición en la ciudad fue refrescante en muchos sentidos. Inauguró justo al año de confinarnos por la pandemia, y recorrerla después de ese encierro se sintió como salir al jardín después de una llovizna. Presenciar las obras de todes estes artistas en un espacio que pone sobre la mesa a la naturaleza, en este momento tan específico que estamos viviendo como humanidad, creo que fue un gran suspiro.

DD: En mi práctica curatorial es importante poner en diálogo distintos procesos de producción artística. Ver cómo les artistas van a relacionar sus cuerpos de trabajo entre sí, pero también con sus prácticas artísticas precedentes; así como vincularlos con el espacio donde se socializan y el público con quien interactúan. 

IC: No sé si te pasa, pero para una exposición en lo que pienso primero son les visitantes, más que en les otres artistas. Pienso mucho en la gente que va a ir, porque cuando es una galería sé que van a ir coleccionistas o amigues, son como cosas de pared, algo que se va a observar; pero cuando es para el público siento que debe ser algo más interesante. No puedes dejar de pensar que va a ser para niñes, para señores, tíes, no sé, gente que puede o no estar familiarizada con el arte. 

LG: Sí, hay mucho de esto en mi proceso también, y creo que es una de las partes más importantes en mi trabajo. En mucho de lo que hago recurro a lo relacional y lo participativo. Mi energía en la producción se enfoca en hacer un esfuerzo muy grande por pensar en todas las personas que podrían pararse en mi obra, por encontrar y utilizar lenguajes que sean ligeros y familiares para traducirme, y que sientan mi puerta abierta, invitándoles a hacer, dejar, o llevarse algo. Una vez que ya está montada la pieza, ahora sí, volteo a ver todo lo que hicieron les otres. Esta es de las veces que más he disfrutado voltear hacia mi alrededor y ver la exposición completa, la disfruté mucho.

DD: Me llama la atención la idea de que la naturaleza es intocable. Creo que nuestra relación con el entorno debe ser problematizada y ese es un eje medular dentro de la muestra. Como artistas, ¿ustedes cómo se ubican ante ello y en lo que están haciendo en ese momento? ¿De qué sirve el arte, por qué lo hacemos? ¿Desde dónde se plantea? Son preguntas que me hago como curadora, me gustaría saber cómo lo piensan dentro de su práctica personal, pero también con la comunidad. ¿Por qué hacemos esto y no otra cosa?

LG: Pienso en varias cosas. Por ejemplo, esta frescura que me da la exposición, y que sé que no soy le únique que lo ha percibido así, tiene mucho que ver con Guadalajara en un contexto pandémico. No había sucedido mucho, y cuando sí, se sentía viciado, y es desgastante, por eso me es importante aislarme, ponerme límites. Continuamente me pregunto por qué quiero estar y por qué me parece importante, y me acuerdo mucho de una calcomanía que diseñé años atrás (cuando ni siquiera participaba tanto), que decía “más cuerpos trans en el arte”. Entonces, ahora que estoy exponiendo en el MAZ, es quizá cumplirle a mi yo del pasado, pero apostándole también hacia el futuro, hacia poner mi cuerpo y hablar desde estos otros lugares que a mí me interesan y que claro que toma todo un esfuerzo emocional y energético. 

IC: Yo nunca había hecho una instalación, ni un bordado de este tamaño. Me preguntaba también si no había caducado, pues pasó un año desde que me lo imaginaba, pero no perdió el sentido, sino todo lo contrario. A mis Isas del pasado las veo y encuentro cosas que me avergüenzan, pero las dejo ahí para no olvidarlas. Algunas me resultan ahora muy oscuras, muy densas, pero me acuerdo de esa temporada y claro que van bien alineadas con la vida también, no las puedo desligar. Me siento muy responsable, si hubiera sido contadora pública sentiría la misma responsabilidad. 

DD: ¿Y cuál es tu responsabilidad?

 

IC: Mi responsabilidad tiene que ver con lo que doy a luz y con lo que estoy creando. La creación de mis piezas la asocio con dar vida a algo, te lo imaginas y luego lo pares; trato de revisar siempre lo que he hecho para no olvidar mis procesos porque sé que van a cambiar. Si estoy dando a luz une hije-pieza, éste tiene una energía y es mejor tenerle sin tensiones, porque sé que es para que alguien más lo vea, lo critique, le guste o resuene… El arte, hasta este momento, se estaba dando de una manera muy fálica, muy matérica; pero se está desmoronando este proceso del objeto eyaculado y con ello surge una responsabilidad como artista al crear algo, que también demanda respeto con quienes convivo, debo pensar en cómo hacer que mi energía conviva con otras. 

DD: También me pregunto, ¿cómo defiendes tu territorio? ¿Cómo se puede, desde el arte, reclamar un lugar en coexistencia con otras energías convexas? ¿Qué posibilidad de espacio genera tu pieza? 

LG: Creo que las posibilidades son muchas, dependiendo del punto de vista. Mi trabajo es una especie de detonador para recordar lo Importante, es una invitación a la pausa, a ir hacia nuestro centro, a conectar con aquello que nos da vida, con lo que nos rodea, con ese conocimiento que todes tenemos pero que se nos olvida por ir a altas velocidades o por los sistemas en los que nos desarrollamos. Esta pieza ha sido un punto crucial para mí, para mi investigación sobre las reciprocidades con la vida, la muerte, y los procesos que nos atraviesan día con día. Ver cómo los camotes están creciendo y tomando más espacio, trepando por todos lados, desbordándose, habla mucho del punto en el que me encuentro en mi vida y mi carrera. Justo percibo a mis obras con vida propia, mi herramienta principal podría decirse que es la escucha hacia esa vida que tienen, siempre sé que van a tomar su propio curso y trato de confiar en eso, así es como mis procesos se van llevando.

DD: Nuestra participación en el sistema artístico es relativa. Trabajamos desde y con el arte porque nos parece una herramienta de aprehensión del mundo, que permite negociar los afectos e inquietudes que tenemos respecto a nuestra presencia en este mundo. En este sentido, sí es una forma muy esotérica de ver las cosas. Es un filtro, un lenguaje. ¿Creen todavía en este poder del arte? ¿Qué puede hacer el arte hoy?

IC: Hay también una intención, cada quien sabe la suya particularmente. Lo que le da consciencia al quehacer artístico es desde dónde tú lo tomes.

LG: Pienso mucho en esto todos los días, literalmente. Y sí, creo que el arte tiene el poder de llevarnos a voltear hacia más posibilidades, como artista y como público. Como artista, sé que de algo sirve participar porque existe una respuesta a aquello que decido crear y ofrendar. Esa respuesta muchas veces viene de la obra misma, de las colaboraciones, del público, o hasta de donde no hubiera imaginado que podría emitirse una respuesta, y para recibir las respuestas hay que tener apertura.

IC: Poder, quizá, generar algo nuevo hacia el arte, porque la construcción clásica ya se derrumbó, está surgiendo algo ahí. 

Crédito fotográfico: Itzel Hernández

Encuentra este texto completo en la versión impresa de La diosa verde, Reloaded aquí.

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