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15.05.2015

Hablaba con las salamandras, las oropéndolas y los ornitorrincos...

FLORA Ars+Natura, Bógota, Colombia

En el bosque mis días solía pasar

salvaje y cruel

seguro en mi soledad

tu voz me hizo ver

tu luz me alejó del mal

Serú Girán, San Francisco y el lobo

 

Se afirma con frecuencia que una de las características que diferencian al hombre de los animales (o más exactamente a la especie humana de los otros animales) es el lenguaje. Aunque sería más apropiado decir que usamos un lenguaje distinto al de ellos; en ese sentido y visto desde la perspectiva de una herramienta que permite la comunicación efectiva entre los miembros de una misma especie, un perro podría decir: “lo que nos diferencia de los humanos no es la capacidad de hablar entre nosotros, sino que poseemos un lenguaje diferente” En términos de lenguaje, ¿Cual es la diferencia, entonces, entre un delfín y un águila, un perro y un humano, un peruano y un tibetano?

Muchos de nosotros hablamos con los animales, y ellos con nosotros. Nos entendemos, nos hemos entrenado mutuamente en el ejercicio cotidiano de gestos y actitudes, pero también de palabras y gritos, de gemidos y aullidos, gruñidos, maullidos, graznidos, ladridos, balidos, cloqueos y barritos. También en lenguajes de miradas.

¿Porqué nos parecería fuera de lo común que alguien hable con los animales?

Usando técnicas de representación cercanas al arte popular y haciendo referencias al kitsch (que podría definirse como “el gusto de los otros”), a las estéticas vernáculas y al gusto de la clase media, Juan Mejía ha realizado una galería de retratos de personajes célebres y no célebres cuya característica común es su capacidad de comunicarse con los animales.

Las referencias van desde el mito y la religión a la ciencia, del arte conceptual a la cultura de masas: Noé y Aquaman, Konrad Lorenz y el Dr. Doolittle, Joseph Beuys y Durero comparten la escena en igualdad de condiciones en este particular Olimpo. Ellos hablan con los animales y los animales con ellos; los demás (es decir, nosotros), no comprendemos el lenguaje que ellos parecen compartir, y los miramos, con envidia, desde la distancia de nuestras limitadas capacidades comunicativas.

El arte es también un lenguaje cuyos códigos no son necesariamente compartidos a través de las diferentes culturas. Algunos hablan “arte” de manera fluida, otros no logran comprenderlo. ¿Existe posibilidad de que los unos se comuniquen con los otros? ¿Hay un lenguaje universal -o al menos una lengua medianamente compartida- en el ámbito del arte? Milan Kundera afirmaba que “el sentimiento que despierta el kitsch debe poder ser compartido por gran cantidad de gente. Por eso el kitsch no puede basarse en una situación inhabitual, sino en imágenes básicas que deben grabarse en la memoria de la gente”. Juan Mejía pareciera querer decir que en la distancia aparentemente insalvable entre el lenguaje del arte “culto” y la cultura popular hay sin duda muchos puntos de encuentro.

José Roca

http://arteflora.org/

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