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14.03.2020

Geometrías fracasadas. Homenaje al círculo y al cuadrado

Policroma, Medellín, Antioquia, Colombia
8 de febrero de 2020 – 20 de marzo de 2020

La etimología de fracasar tiene sus orígenes en el vocablo italiano fracassare, verbo que significa romper, estrellarse. La evolución de este término nos ha llevado a entenderlo como una referencia a la frustración. Quien no logra el objetivo de un proyecto, al encontrar resultados contrarios a lo esperado, se hunde en el fracaso.

Iván Hurtado (Medellín, 1970) nos presenta una serie de piezas que rompen con ese relato, que se nos cuenta desde la perspectiva del logro no alcanzado y que nos deja siempre la historia del progreso que nunca llegó. Hurtado se atreve a evaluar ese término desde lo plástico, componiendo piezas cuya historia se origina en el fracaso, porque él define que empezarán allí y que su propósito no será alcanzar el éxito, sino mostrar que toda idea materializada por el hombre está condenada a fracasar, y que nunca tendrá un objetivo completamente definido (o por lo menos no uno que pueda durar infinitamente en el tiempo), pero siempre se podrá crear, y con el acto de creación nos presenta como lo que somos: constructores, que utilizan elementos y materiales básicos para levantar las estructuras más complejas. Una historia de los fragmentos es lo que interesa, ya que el mismo tiempo-espacio, que es la base fundamental de nuestro entendimiento de la realidad, se fragmenta y se recompone constantemente.

La repetición del gesto calculado y la acumulación de formas básicas continúa marcando buena parte de la construcción de imágenes actuales, sin embargo, para buena parte de la sociedad, los postulados del Constructivismo, el Suprematismo, el Concretismo, el Minimalismo y el movimiento del Círculo y cuadrado parecen haber sido olvidados.

La importancia del gesto de Hurtado se identifica en su necesidad de homenajear los movimientos que dedicaron sus postulados al análisis de la construcción de la imagen, en clara contraposición a la “Sociedad de la novedad” que empuja constantemente al ser humano hacia el progreso, sin embargo, ese progreso de la sociedad contemporánea parece enfocarse en aquello que se manifiesta como “nuevo”. Toda cosa que genera curiosidad por su aparente desconexión con todo lo que se ha conocido hasta el momento se califica como “nuevo, innovador y progresista”, como si aquello que aparece desconectado de todo lo que hemos sido fuese lo único que tiene posibilidad de salir disparado hacia el futuro. Aquí es donde el trabajo de Hurtado se levanta poderoso, no por su novedad, sino por su interés constante en construir a partir de los fragmentos que encuentra entre esas ruinas, en una acción que nace de la necesidad de cuidar y respetar la historia. Porque lo que importa para él es recordar constantemente que la historia es lo que nos ha traído aquí, que el relato no opera de manera lineal, sino que se combina constantemente para producir lo que llamamos “lo contemporáneo”.

En estas piezas hay algo de anticuado, algo de obsoleto, algo que nos recuerda lo que ya no se usa. Porque nada de lo que somos podría haber sido si antes no estuviese aquello a lo que llamamos “lo viejo”. Un círculo que se mueve en el plano bidimensional, un cuadrado que “bloquea” la imagen que se encuentra debajo, estas ideas se fueron desarrollando desde los inicios del arte y nos presentan ahora las ideas de “forma pura” aplicadas al relato de lo contemporáneo. En esta muestra el artista elabora un arreglo que le permite pensar, a partir de un homenaje a las reflexiones de los artistas que componen la idea de arte del siglo XX, sobre la apuesta del progreso, que se quiere seguir imponiendo en un territorio que no se ha estudiado a fondo. La mirada crítica propuesta se argumenta en las composiciones en las que la idea de pureza cubre imágenes de nuestro territorio, casi como si lo natural se “ocultara” con lo puro de la forma producida por el humano.

Las composiciones presentadas proponen evaluar la idea del progreso y recordar que para lograr una efectiva abstracción se debe estudiar atentamente el elemento a abstraer, así como lo hicieron en su tiempo los movimientos de vanguardia. La contraposición entre las imágenes del territorio colombiano y las formas puras no es un llamado a eliminarlas sino a entender el origen de las esas formas en un territorio que se compone principalmente de ríos y tierra tropical. Iván Hurtado compara los orígenes de la abstracción latinoamericana y de las tribus indígenas nativas que relataron el misticismo de las formas de manera gráfica y los contrasta con los fenómenos de abstracción europeos, para componer un relato que permita posiblemente llegar a un conocimiento más completo de nuestro territorio.

¿Cuántos prototipos ha dejado el fracaso de la sociedad moderna, que continúa estrellándose sin progresar? El llamado de Iván Hurtado es a entender el fracaso como el primer paso a la recomposición. En su acto de creación recuerda todo el conocimiento que nos han dejado otros. Así les permite a las reflexiones anteriores ingresar en un instante en que les sea posible recuperar su momento de diálogo con el tiempo presente, para que sea decidido por el nuevo público si encajan en la categoría de lo sublime, de lo bello, o que construyan su propio significado en el tiempo.

El artista nos recuerda que cada vez que creamos, estamos fracasando. No porque no se ha logrado nada, sino porque se logró todo, y ahora que todo ha sido creado tenemos que crear otra vez, desde la nada. Cuando se crea, se suma al todo, que contrario a la nada es transitorio, está muerto, es finito. Contrario a la nada, que es infinita en tiempo y espacio, el todo es finito y transitorio, por ello la nada siempre es el reto del creador que se enfrenta con ella y saca algo, le arrebata a la posibilidad infinita y la vuelve algo: un prototipo, un elemento constructivo que fracasa porque ya no es infinito, pero es algo, finito como el humano. Hurtado nos recuerda que hacer algo es suficiente, porque al hacer se abraza el fin con cariño y se deja con ese gesto una huella que algún día se sumará al todo de otro ser, formando el conocimiento necesario para otro fracaso, que, si se entiende bien, será el origen de todo, y así hasta que entendamos que nuestro propósito no es destruir lo viejo y levantar lo nuevo. Más bien, nuestro propósito es abrazar lo viejo y levantar el presente con todo, lo que ha sido, lo que es y lo que será.

Texto por Diego Chavarría Restrepo, Ingeniero del lenguaje

www.policroma.co

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