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14.12.2021

«Escenario para una genómica nacional», de Wendy Cabrera Rubio en Luis Galería, Guadalajara

19 de noviembre 2021 – 06 de enero 2022
Guadalajara, Jalisco

En el último tercio del siglo XIX se estaba consolidando la idea de lo mestizo en la hoy denominada Latinoamérica. La invención desde la lengua de este ser mestizo potencializó una serie de proyectos que bosquejaban no sólo la construcción de este sujeto, si no también la del territorio habitado por él. Los entendimientos de la patria y la nación posrevolucionaria han buscado otorgar atributos con los cuales caracterizar en términos culturales a esta porción territorial.

Para el 2004, en México se creaba por decreto oficial el Instituto Nacional de Medicina Genómica, que el siguiente año anunciaría el proyecto para determinar variaciones genéticas comunes en la población mestiza de diferentes regiones de México. Los resultados se hicieron públicos en el 2009 durante el gobierno de Felipe Calderón, bajo el trabajo denominado Mapa del genoma de los mexicanos. El proyecto formaba parte de las estrategias implementadas por el gobierno del presidente Vicente Fox para »no quedarse fuera de la carrera genómica», pero operaba también como una herramienta en la elaboración de curas y tratamientos a enfermedades presentadas en los países vecinos, particularmente Estados Unidos.

Wendy Cabrera Rubio, quien es, según el Inmegen, 55.2% de ascendencia genómica amerindia, 41.8% de ascendencia genómica europea, 3.5% de ascendencia genómica africana, construye en Escenario para una genómica nacional un repaso por la historia de este proyecto vinculada a las estéticas articuladas desde el ideal nacionalista que encarnó en el muralismo y que tomó como instrumento a otras manifestaciones artísticas y pedagógicas.

Las discusiones sobre los alcances de la educación como derecho constitucional dentro de todo el país ponían en un lugar prioritario la intervención en el territorio indígena. El arte fungía como herramienta para la transformación del imaginario comunitario. El teatro Petul surge dentro del debate en torno a lo que debía ser la nación mexicana, y es a través de este que se operó en brigadas educativas dentro de comunidades indígenas que, a través del teatro de títeres buscaban cumplir con las características necesarias para la conformación de una sola identidad nacional dentro de la cual era indispensable la homogeneización y unificación de la lengua. La castellanización y la higiene se volvieron ejes temáticos primordiales para estas campañas.

La artista hace una revisión de la serie de murales pintados por Diego Rivera para la Secretaría de Salud y los que se encuentran en la Capilla Riveriana de la Universidad Autónoma Chapingo, en el Estado de México, y toma de ellos la representación de las células que conforman la sangre para reproducirla dentro de su propio escenario. En los murales, el aparecimiento de la sangre es también el aparecimiento y a su vez invención de la raza. Es en este escenario, que se construye en colaboración con Carlos Martínez y Manuel Delgado una conversación entre el Mapa del genoma mexicano, José Vasconcelos y el ADN. La pieza conjunta tres distintos momentos históricos: el que refiere al proyecto cultural y educativo de Vasconcelos, el movimiento genetista y uno más dentro del que caben lecturas actuales que observan de forma crítica conceptos introducidos en los dos anteriores como la raza, el pueblo y los grandes ideales en pro de la ciencia. Desde la teatralidad, se ficciona un discurso que se contradice a sí mismo conforme avanza y que de forma satírica, muestra un hipotético momento cumbre de consolidación del proyecto federal vasconcelista años después de ser imaginado.

Para la serie de xilografías, realizadas con su propia sangre, Cabrera Rubio recupera el vínculo del Estado mexicano con Disney en la generación de materiales didácticos que refuerzan los ideales del proyecto Estado Nación. En Defense Against Invasion la representación de la sangre aparecerá como un personaje obrero y el torrente sanguíneo como la ciudad, evidenciando el importante requerimiento narrativo que existe para la construcción del pueblo y una nueva ciudadanía.

Desde sus múltiples formatos, la muestra nos lleva de nuevo a la función pedagógica/didáctica/lúdica del arte y la potencia política e ideológica de la enseñanza y de los procesos colectivos que en esta se desarrollan.

Mayra Vineya
noviembre 2021

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