15.08.2024

Cartografía sentimental de la brutalización en curso

Esta es la primer entrega de «Cartografía sentimental de la brutalización en curso», propuesta de agitación editorial para los tiempos convulsos que atraviesan nuestras sensibilidades anestesiadas.

 

Tenemos que tener el coraje de estar radicalmente vivxs,
y no estar negociando la sobrevivencia
—Ailton Krenak

I
¿Cómo recuperar la fuerza poética de la muerte1? ¿Cómo convocar una revisión de los archivos raciales que se sostienen dentro de las ruinas del cuerpo vivo? En otras palabras, ¿cómo acceder a las memorias más profundas que componen nuestra experiencia del mundo tal como lo conocemos? Colectivizar, en un profundo acto de intimidad, no sólo las herramientas de excavación, sino también los hallazgos.

Si la configuración actual del mundo está siendo atacada por diferentes formas de administración y defensa del fascismo en tanto tecnología de muerte y sus deseos, como afirma el filósofo camerunés Achille Mbembe, entonces nos encontramos en un momento en el cual lo ético, lo político, lo poético y lo estético se ven comprometidos por formas de despojo, la fragilidad del sujeto y el compulsivo narcisismo masivo. Mientras esto ocurre, parece que las resistencias y su diseminación se desvanecen, impidiendo que formas de imaginación radical se hagan presentes tanto en el pensamiento como en la acción. Pareciera que la única forma de experimentar la resistencia es a través del consumo, la creación de merchandising y el fortalecimiento de la lógica de la sobreexposición compulsiva en redes sociales. Rendidxs ante la arquitectura moderno-colonial que se materializa desde el tiempo y la velocidad para mantener la logística del capitalismo contemporáneo que administra y programa tanto la muerte como la violencia, produciendo destino, mientras el genocidio se consolida como proyecto estético a escala planetaria.

Quizás es momento de convocar un pesimismo comprometido con la transmutación que, a su vez, se coloca junto a las posibilidades por crear, las salidas por trazar y las líneas de fuga que no dejan de surgir.

La brutalización de esta configuración del mundo se opone a cualquier proyecto emancipatorio, y más bien los captura, tuerce y condiciona su existencia, produciendo subjetividades indolentes, incapaces de afectarse más allá de la superficialidad que supone el propio consumo de cuerpos y experiencias, impidiendo así que la invención de lo social pase por otros afectos que no sean la crueldad, la desesperación y el miedo. La violencia nunca tuvo canales tan lubricados para su legitimación. Ante este panorama, quizás asumir las posibilidades que tenemos para lidiar con este fin, que se encuentra con varios otros fines del mundo, nos permita recobrar la fuerza radical de imaginar, sentir, compartir y arriesgar. Una suerte de máquina hackeada desde la participación y la colaboración del nosotrxs en constante ensayo, con toda la apertura para el error y el optimismo inquebrantable que supondría arriesgarnos a formas radicales de existencia en conjunción.

El cuerpo, el lenguaje, el territorio y, por lo tanto, nuestras formas de pensar, hacer, sentir, compartir, construir, resistir y defender se ven completamente condicionadas por las formas de violencia actuales, tan actuales como la inteligencia artificial, la banalización del control, la tokenización del deseo y el despojo de lo político. Estas desviaciones nos distraen y diluyen nuestra sensibilidad ante las intensidades de nuestro tiempo, interrumpiendo las posibilidades de conectar con las múltiples formas de vida y su plena expansión.

Ante este panorama, quizás asumir las posibilidades que tenemos para lidiar con este fin, que se encuentra con varios otros fines del mundo, nos permita recobrar la fuerza radical de imaginar, sentir, compartir y arriesgar.

¿Cómo impedimos la reactualización del régimen de la plantación y la colonia? ¿Cómo interrumpir la brutalización del mundo? ¿Cómo permitirnos reinventar lo social y su realización? Quizás es momento de convocar un pesimismo comprometido con la transmutación que, a su vez, se coloca junto a las posibilidades por crear, las salidas por trazar y las líneas de fuga que no dejan de surgir. Esto supondría, por lo tanto, renunciar a las formas en las que el pesimismo se convierte en verdugo de todas y cada una de las posibilidades y las líneas creativas para el salto. Es decir, desde una perspectiva tanto macro como micropolítica, la experiencia de exterminio de lo posible que sustenta, precisamente, el fascismo. El fascismo es pesimismo en su petrificación radical y fatalista.2

C a r t o g r a f i a r

 


[1]Castiel Vitorino Brasileiro, Quando o sol aqui não mais brilhar: a falência da negritude. (Brasil, 2022,N-1 Edições)

[2] Vladimir Moreira Lima, Jazz e política da existência – a música de Félix Guattari. (Brasil, 2024. Sobinfluencia)

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