08.01.2022
26 de Noviembre de 2021 – 25 de Febrero 2022. Curaduría de Carina Cagnolo.
Aire, exposición de Manuel Molina en El Gran Vidrio, reúne un conjunto de piezas diversas producidas entre 2013 y 2021. Aire muestra el estado actual de Investigaciones adornianas, nombre del proceso de trabajo de ocho años en torno a la exploración de diversos materiales visuales. La tachadura que presenta este nombre original responde a cierto estado de conclusión que propone Manuel sobre este proceso.
La muestra se compone en su “desarmado por partes y vuelto a armar”, que a la vez sostiene potentes y renovadas unidades de sentido. Reúne corpus parciales de obras de este tiempo. Aire funciona como una máquina de engranajes complejos, como un monstruo cuyos órganos confluyen en un cuerpo renacido. Esta gran maquinaria está constituida por las partes o reversiones de las distintas series de Investigaciones adornianas: Popstar, Ser devorado no duele, Baño público, Mímesis negra, Cuadro blanco sobre fondo blanco, Temporada Kandinsky, Todas las ideas con las que me he acostado, #prójimxs, Casi geometría, Telones, Hidra, Expresión de un (micro)horno, Aparecer, Archivo de los zafajes, El canto del rinoceronte, Cascabeles de papel. A ellas se suma un par de trabajos nuevos: Cielo de día, obra realizada por Molina durante el tiempo de pandemia y en coincidencia con su viaje a Alemania; y Géminis, una pieza que sintetiza la historia de estos años de trabajo y muestra las copias realizadas en cada serie.
Aire es fundamentalmente una gran instalación intermedial. Múltiples y divergentes materiales y medios se despliegan y entrecruzan: pintura, dibujo, escritura, performance, escultura, intervención de sitio específico (Aire en su totalidad es una instalación de sitio específico), vestimenta, joyería, libros de artista, archivo. Las intersecciones entre estos medios actúan como significantes múltiples, haciendo que el sentido explote y los significados se expandan.
En el afán analítico por mostrar abiertamente las partes o zonas que componen esta gran máquina en las salas de El Gran Vidrio, pueden distinguirse algunos engranajes que articulan imágenes, teorías, materiales. Aire muestra una narrativa ordenada, en el caos material y visual: una zona donde el concepto dominante es el kitsch, cuya imagen central es “el paisaje”, y en la que prima la operación estética de la profusión, del horror vacui. Esta es la zona azul de la exposición, que reúne Cielo de día, y que le da color a parte de la sala, fragmentos de Casi geometría, Todas las ideas con las que me he acostado, El canto del rinoceronte, Archivo de los Zafajes… Más allá, encontramos una zona donde prima el concepto de industria cultural, que reúne Popstar, Ser devorado no duele, obra en la cual el archivo como objetualidad es preponderante. Luego encontramos una zona más silente, donde el ojo descansa en el blanco sobre blanco y en los tonos neutros del entorno. Aquí prima la descentralización de la visión hacia la experiencia corporal; un cubo blanco de meditación invita a les visitantes a encontrarse solo con su respiración sin obstáculos visuales. La zona siguiente propone imágenes que se apropian de la utopía vanguardista. El productivismo ruso viene de la copia de afiches de Rodchenko y Popova, con imágenes y textos actuales; también en el traje obrero de Rodchenko, y en los telones (pareos, banderas) hechos con pinturas de manchas de Kandinsky. En esta zona de la exposición el trabajo concentrado en el lenguaje es predominante. En Temporada Kandinsky, Manuel desglosa las unidades elementales, líneas y planos, de aquella acuarela considerada por la historia del arte la primera obra abstracta, la copia separando los elementos plásticos como si se tratara de fonemas y como si la pintura pudiera construirse como una gramática.
Todas las piezas son copias parciales, múltiples o totales de otras obras de artistas contemporáneos, modernos o clásicos, de las industrias culturales, o incluso de producciones culturales no hechas por artistas. La copia funciona como un programa de trabajo dentro de la producción, es la operación poética de la apropiación. No hay disimulo en el acto de copiar. Manuel copia con la conciencia profana de ingresar una obra existente al interior de un proceso artístico nuevo. No hay homenaje, ni gesto celebratorio. Hay sí un sentido democrático en la afirmación de que la cultura es una construcción en común. Como toda apropiación, la copia en algunos casos se contrapone a la idea de autoría artística como espacio indiscutible de individualidad; apela, en cambio, a una subjetividad que se nutre en otres sin desconocerlo. Y así discute las posiciones verticales de éxito o fracaso, centro o periferia.
Aire nos hace pensar en la respiración, en atmósfera, apertura, cielo. Aire es el conjunto fluctuante y fragmentario de Investigaciones adornianas; es un despliegue diverso de imágenes en estado gaseoso. Nunca, quizás, como en este tiempo extraño comprendimos tan cabalmente la experiencia vital de respirar. Aire es, en un sentido pleno, un renovado estado de vitalidad, profuso y complejo, meditativo y silente; profundamente consciente del aire fresco que respiramos.
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