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10.12.2017

La confusión de las lenguas

Deslave, Tijuana, México
10 de noviembre de 2017 – 9 de diciembre de 2017

Curada por Luis Alonso Sánchez

El mismo chiste viejo de los tres hombres que entran a un bar: el presidente de México, el president of the United States of America and the Prime Minister of Canada, entran a una habitación para discutir el futuro del Norte. La conversación se realiza en inglés, but the mexican president doesn’t understand a thing, sure, he can barely make up some phrases, but mostly those americanised politic slangs he identifies from watching too much House of Cards, pero con subtítulos desde su cuenta de Netflix americana. A translator is needed for him to speak, but since he’s too much of a tiny man full of insecurities apenas habla por temor a verse como un ignorante, so he lets the other men control the conversation. The other guy, the american one, omg, he won’t shut the fuck up. Habla y habla y habla, para este momento se ha dado cuenta que no necesita decir cosas coherentes pues el mexicano no le entiende and the Canadian dude only keeps nodding and smiling, así que ha adoptado el vómito verbal como su estrategia de dominación, after all that’s how he got elected. Y bueno, como dije, el primer ministro canadiense solamente asiente y sonríe. So we end up with bunch of language-crippled guys, one that doesn’t speak at all, other that can barely say or understand a thing y el último que habla un chingo, all trying to decide the future of North America. I mean, that’s how all the variations of the “three men walk into a bar” joke start, con una confusión entre sus protagonistas.

Entonces tengo que preguntar una cosa, ¿Y si los problemas políticos son originados por una confusión del lenguaje, la corrupción entre ellos?. Los medios de comunicación insertos en el debate político nos han querido dar de respuesta el refrán convertido a insignia “Hablando se entiende la gente”, lo que no nos han dicho es que para ello uno debe primero hablar el mismo idioma.

El interés del arte por la lengua como detonante de conflictos tiene ya sus orígenes en el renacimiento, donde el poeta Sir David Linsey escribió “The Building of the Tower of Babel, and Confusion of Tongues”, o en el romanticismo, en el que Gustave Doré realizó el grabado “The Confusion of Tongues”. En ambas obras se ilustra el mito bíblico de la Torre de Babel, donde una civilización unida por el mismo idioma comenzó a construir una ciudad en forma de torre que alcanzara el cielo, y ante lo cual Dios “confundió su idioma, para que no se entendieran el uno al otro, y entonces los dispersó de allí sobre la faz de toda la tierra; y dejaron de construir la ciudad.” (Génesis 9:7)

Es a partir de tales referencias que Luis Alonso Sánchez articula el ejercicio curatorial “La confusión de las lenguas”, donde las obras de arte se han puesto como evidencias dentro de una pequeña escena del crimen. Es nuestra labor, como detectives, descubrir la historia de corrupción detrás de cada artefacto, en los cuales el lenguaje, la economía y la violencia se inscriben a una permanente confusión de posiciones políticas e ideológicas. Y por último debo preguntar, ¿Qué tal si la confusión del lenguaje se debe a nuestra propia corrupción, y no a la de un ser o líder supremo?

www.deslave.org

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