27.05.2019

Reconocerse vulnerables para resistir juntxs

Diego del Valle Ríos, editor de Terremoto, conversa con Alan Pelaez y Demian DinéYazhi’ sobre las implicaciones personales y colectivas que conlleva enfrentar el estado colonial, la supremacía blanca y el heteropatriarcado en los EE. UU.

La colonialidad del ver se puede describir como la articulación de dispositivos cognitivos y semánticos que rastrean la evolución de los imaginarios sociales a favor de una hegemonía capitalista que es esencialmente racista. De esta forma, la mirada condiciona nuestras posibilidades de estar juntxs: todo lo que el capitalismo nos indica que veamos, y por ende sintamos o entendamos, se debe a una estrategia que lo refuerza.

Para reflexionar sobre las posibilidades de resistir y emanciparse de esta fuerza inconsciente, hablé con Alan Pelaez y Demian DinéYazhi’. Alan escribe, hace poesía y arte, que evocan a una diáspora presente, no sólo en su historia personal, sino también en la afectividad de sus círculos sociales, en relación a ser Negrx, Queer, Latinx e Indígena. Del mismo modo, la iniciativa artística/activista R.I.S.E. (Radical Indigenous Survivance & Empowerment), fundada por Demian, hace uso de la visualidad gráfica de la palabra para tensionarla en yuxtaposición con imágenes, y así formar consignas de resistencia que exhortan a la unidad y la solidaridad entre descendientes y miembrxs de tribus nativas americanas.

Diego Del Valle Ríos: Sus prácticas son un nodo que, desde la palabra encarnada —que es el destilado de las experiencias y el conocimiento de sus antepasadxs—, reúne la resistencia y las luchas compartidas entre los cuerpos que han sido acorralados y violados por los discursos homogeneizadores y sus representaciones. Ambxs rechazan el estado colonial, la supremacía blanca y el hetero-patriarcado en los EE.UU.. ¿Cómo es que su práctica artística llegó a este rechazo y qué significan para ustedes cada uno de estos ejes tóxicos?

Alan Pelaez: Mi práctica poética proviene de la pedrería. Como una joven persona indocumentada, comencé a hacer pedrería a los siete años para comprar comida. Si bien la comida era la razón inmediata, tomé la pedrería como una práctica espiritual no intencional porque así es como los familiares de mi comunidad cuentan historias y conservan nuestra cultura. Hacer pedrería aliviaba mi miedo constante de vivir como un “extranjero ilegal”. Una vez que aprendí a leer y escribir en inglés (esto tomó cerca de seis años), comencé a explorar la poesía escrita. Como poeta, una parte de mi escritura intenta contextualizar lo que significa amar y llorar en la era del desplazamiento. Amar como una persona Negra e Indígena Queer es, en sí mismo, un rechazo del estado colonial, la supremacía blanca y el heteropatriarcado. Al mismo tiempo, mi pensamiento constante en torno al luto me ha permitido dar cuenta de que nuestros cuerpos (Negros, Indígenas y Queer) no deberían estar en constante luto. En cambio, al menos en la comunidad zapoteca, nuestros cuerpos deben ser celebrados. Mi poesía, entonces, sirve como una manera de responder al imperio y reclamar mi amor, mi luto y mi derecho a celebrar todas las partes de mí.

Demian Dinéyazhi’: Como la mayoría de las personas indígenas y queer, siento que mi rechazo y respuesta crítica a la supremacía blanca se originó a través de años de comportamiento autodestructivo. Hasta que llegué a un punto crítico de completa autodestrucción fue que comencé a analizar y averiguar cuál era la fuente. Para quienes crecimos en ciudades fronterizas, a veces, es realmente desafiante y difícil encontrar un nombre o un lugar en nuestra comunidad, especialmente cuando existen agendas de conservadurismo y asimilación que han deformado completamente las relaciones de las personas con la tierra, tanto como cualquier cultura o paisaje.

Lo que mi poesía, cuentos y arte visual hacen es encontrar un lenguaje cuando la supremacía blanca está continuamente tratando de quitárnoslo.

Fue a través de confrontar y reconocer los motivos por los cuales me sentía incómodx en espacios blancos que comencé eventualmente a desenvolver mi propia ascendencia. Mi naturaleza y tendencias autodestructivas como persona Indígena Queer, combinadas con acoger realmente mi ascendencia en relación a una extrema cultura blanca, realmente me permitió entenderme a mí mismx como resultado de haber sido completamente colonizadx por la supremacía blanca —este sofocante y repugnante bosque hetero-patriarcal que corrompe y corroe comunidades. Crecí principalmente en un hogar femenino matrilineal como parte de una tribu con una ancestralidad matriarcal y matrilineal. Mi curiosidad en los estudios sobre mujeres y género, siendo críticx sobre cómo éstos se construyen y radicalizan a través de las perspectivas de la colonialidad blanco-europea, me abrió los ojos en torno a la necesidad de encontrar mi propia voz y lenguaje.

Al agenciarme de mi voz, encontré a otras personas que tenían las mismas discusiones e inseguridades, hacían preguntas y tenían sentimiento similares. R.I.S.E es una respuesta a ello, no es sólo mi voz, sino una respuesta colectiva —de mujeres e Indígenas Queer que también forman parte de comunidades feministas. Se trata de una política decolonial ruidosa que puede ser declarada sobre el colonialismo, la supremacía blanca, el capitalismo hetero-patriarcal o cualquier forma de construcción occidental impuesta.

DDVR: Ambxs describen un proceso de reconciliación personal a través del cual están reivindicando su experiencia fuera de la perspectiva colonial impuesta, misma que tuvo un fuerte impacto en su crecimiento personal —y en relación con sus comunidades—, al imponer estereotipos y circunstancias de violencia, precariedad y abuso. ¿Cómo manejaron la incertidumbre y la complejidad de reconocerse vulnerables ante la supremacía blanca? ¿Cómo están reclamando el arte y la poesía desde una perspectiva decolonial dentro de dichos procesos?

AP: Creo que es similar a cómo Demian habló sobre la autodestrucción. Para mí, hubo mucha autodestrucción en mi infancia temprana después de emigrar a EE.UU., donde descubrí que era Negrx. Nunca tuve ese lenguaje en mi pueblo en Oaxaca. Mi vida temprana consistía en negar mi propia negritud, al mismo tiempo que negaba mi Indigeneidad, en el sentido en que sabía que éramos indígenas debido a la cantidad de racismo y clasismo que enfrentábamos en México.

Cuando tenía 15 o 16 años, comencé a darme cuenta de cómo se me imponía una perspectiva colonial, facilitada por la supremacía blanca, en relación con la forma en que se suponía que debía operar en el mundo. En EE.UU., siempre se me reconoce como persona Negra, antes que ser reconocido como Indígena o Latinx. Para mí es realmente difícil reconocerme, al mismo tiempo, tanto en mi Negritud como en mi Indigeneidad sin separarlos: soy una persona Zapoteca Negra. Soy Afrodescendiente; mi madre y mi padre son Negrxs e Indígenas. La falta de visibilidad hace que mi comunidad sea muy vulnerable ante la violencia de la supremacía blanca: el exterminio de los cuerpos negros e indígenas, físicamente y en términos de representación, así como la ocupación en curso que enfrentamos en nuestro pueblo en Oaxaca.

El arte y la poesía me permitieron acercarme al miedo de olvidar mi vida en nuestro pueblo, especialmente después de haber sido indocumentadx durante 17 años. La poesía es la forma en que activo toda esa memoria y me obligo a encontrar un proceso de reconciliación y un lenguaje para mi propia experiencia. Muchxs de lxs miembrxs de mi familia que todavía son indocumentadxs pueden no tener el lenguaje. Estoy encontrando uno —tanto en español como en inglés— en el que explico algunas de las cosas que he vivido para ver si son legibles para ellxs, y puedan relacionarse y poner palabras a sus propias experiencias. Lo que mi poesía, cuentos y arte visual hacen es encontrar un lenguaje cuando la supremacía blanca está continuamente tratando de quitárnoslo.

DD: En su etapa de desarrollo, R.I.S.E. se encontraba incierto en sus formas de componerse y de funcionar. Esto fue muy evidente al iniciar las primeras conversaciones con instituciones de arte: me faltaba un análisis de mi propia conexión con el lenguaje. Mi relación con el inglés, realmente el único idioma que hablo, fue a través de una perspectiva colonizada y asimilada. Inicialmente, me resultaba difícil utilizar términos como decolonial o supervivencia. Me sentía más cómodo usando términos como deconstrucción, subversión, o recuperación. El lenguaje y las perspectivas decoloniales en las comunidades indígenas carecen de un lenguaje común que cada tribu indígena, individualmente, pudiera utilizar para identificar entre sí la forma en que se enfrentan al nacionalismo colonial y al supremacista blanco. Estoy interesadx en encontrar este posible vocabulario dentro de mi tradición. Una gran parte de esto significa volver a casa y tener una relación con ella, dedicar tiempo intencionalmente y reaprender.

El esfuerzo principal de R.I.S.E. es proporcionar un espacio para la representación de pueblos indígenas. A veces fallamos; a veces no somos el espacio para ello. Asumir su complejidad es un punto de partida. Hoy en día, debido a la ansiedad, el arte, la poesía y la política evolucionan como un rayo que cae tan rápido que impide la posibilidad de permanecer en un lugar por mucho tiempo. Para romper esta velocidad, necesitamos más intercambio entre las generaciones más jóvenes y mayores, un diálogo intergeneracional.

Por otro lado, el trabajo de R.I.S.E. es consciente de las formas en que los paisajes sociopolíticos se diferencian, entre la vida en una reserva y la vida fuera de la reserva. En este momento, me encuentro en la ciudad de Nueva York, una ciudad occidental colonizada que borra continuamente a los pueblos indígenas. Sin embargo, sé que en una reserva conviven sistemas de conocimiento muy distintos. Una experiencia vivida que toma en cuenta el cuidado de la tierra, el cultivo y la granja. Muchos de los lenguajes que estamos usando en R.I.S.E. no son accesibles en la vida de reserva. Aquí empiezo a cuestionar las formas en que, no sólo R.I.S.E., sino también otros espacios de participación comunitaria que invierten en proyectos descoloniales a largo plazo, pueden proporcionar acceso y mantener estas conversaciones. No quiero alejarme demasiado de mi gente y llegar al punto en el que llevo mi trabajo a la reserva y no es comprensible.

DDVR: Por lo que describen, inevitablemente pensé en una frase de Mario Pedrosa, una figura importante de la solidaridad latinoamericana dentro de las artes: “el arte es un ejercicio experimental de libertad”. Lo que describen es el arte como una herramienta para la creación de un lenguaje que permita una comprensión personal y así inventar la posibilidad de un vocabulario y una gramática en común. Reconocer su propia experiencia con este lenguaje emancipado les permite sentirse cómodxs, crear una historia compartida en la que existen como personas con optimismo, permitir la comunalidad y la solidaridad. ¿Pueden contarnos sobre las comunidades que han encontrado a través de este lenguaje común?

AP: Aprecio la forma en que contextualizas la gramática que nuestrxs formas de arte reimaginan y reclaman. Las comunidades con las que mi trabajo me ha permitido conectar son personas indígenas que nacieron en América Latina y El Caribe, que ahora viven en EE.UU.. Personalmente luché mucho para entender lo que significa ser Indígena y ser Migrante. A través de mi arte, conozco a muchxs miembrxs de la comunidad, Indocumentadxs e Indígenas, que luchan contra las mismas preguntas: ¿se puede reclamar la Indigeneidad en los estados ocupados? ¿Qué significa ser Indígena de diferentes maneras? Ser indocumentadx es principalmente una experiencia Indígena, ya que fuimos desplazadxs por asentamientos violentos en un nivel cotidiano, lo que obligó a nuestras comunidades a buscar refugio en otro lugar u ocultarse temporalmente con la intención futura de poder regresar a casa.

Al escuchar a Demian, me gustaría reflexionar sobre el ideal de cómo proporcionar acceso y cómo navegar el espacio juntxs. Principalmente, debido a las conversaciones que trato de tener con mi madre acerca de ser Indígena en EE.UU. y qué significa eso. Mi mamá, aquí en EE.UU., antes que nada, es una persona indocumentada que se esconde continuamente del U.S. Immigration and Customs Enforcement (ICE), la policía o cualquier forma de gobierno. En nuestras comunidades no hay tiempo para hablar sobre estas preguntas importantes. Escucho el llamado de Demian al diálogo intergeneracional, que es la única forma de compartir nuestras experiencias y conocer a las personas en otros asentamientos ocupacionales en curso. Desarrollar una gramática para todo esto es difícil pero necesario.

La segunda comunidad a la que he estado conectadx, a través de Twitter e Instagram, son otras personas Queer, Trans y Negras. Nos buscamos mutuamente para asegurar que estamos bien. Es una unidad de parentesco que se ha formado por la necesidad de continuar dándonos optimismo en medio de una violencia catastrófica. Aquí quiero detenerme en el trabajo que hace Demian, el cual me ha brindado una perspectiva que no sabía que necesitaba, una forma de involucrarme en una profunda reflexión sobre cómo lxs demás afectan la forma en que puedo tener una relación conmigo mismx, la tierra y la comunidad que puede o no reclamarme.

DDVR: Centrémonos en lo que compartimos y cómo nos impactamos mutuamente. Al ser América Latina un territorio inventado a través del colonialismo, ¿cómo imaginan una posibilidad de solidaridad partiendo de la herida colonial que compartimos? ¿Cómo podemos estar juntxs más allá de los límites de la retórica de las políticas identitarias? A veces siento que perpetuarnos como una resistencia, ya sea Indígena, Queer, Negra, Latinx, Feminista, Trans*, nos mantiene paralizados en una rabia que siempre está en espera a reaccionar ante la violencia.

DD: Algunxs de nosotrxs nacemos enojadxs. Cuando hablo de tendencias autodestructivas, creo que surgen de una ira que lucha dentro de mis ancestros y de mí mismx. Pero también nací llorando en este mundo y aprendí a reír. No aprendí a reír por mi cuenta, alguien tuvo que provocarlo. No creo que este mundo sea un lugar seguro para estar enojadxs, pero es una herramienta importante para recuperar la libertad y encontrar la unidad: una comunidad de personas sobrevivientes que han experimentado la misma ira, devastación, frustración y agitación espiritual. La ira puede ser una herramienta útil cuando no sigue comportamientos autodestructivos. Mientras este Estado nación sobreviva en esta falsa ilusión de democracia y libertad, mientras los pueblos indígenas no tengan derechos sobre sus propios recursos, su propio idioma y sus valores ceremoniales, siempre que haya una frontera asquerosa y corrupta que separe el mundo natural y los deseos y la capacidad del ser humano para migrar e intercambiar conocimientos, es necesario que resistamos, que tengamos estas conversaciones y que trabajemos, a través de nuestra ira y frustración, en formas que no perpetúen las tendencias de la ira blanca, a menudo relacionadas con la violencia, la muerte y el terrorismo. Para resistir a través de amor, optimismo y el deseo de ser la versión más completa que podamos imaginar de nosotrxs mismxs.

AP: Hay algo realmente poderoso cuando nuestros cuerpos se involucran y responden a las emociones. Particularmente, como sujetxs colonizadxs, cuando sentimos y nombramos esos sentimientos, les estamos hablando directamente a las estructuras del imperio y la colonia. La rabia es definitivamente una forma de responder, de defenderse y de reiterar a mis camaradas. Mientras no perpetuemos la ira blanca nacionalista, la rabia es una herramienta increíble. Aprendí esta rabia de mis mayores, de mi propio espíritu, y de lxs jóvenes que me rodean, quienes, cuando se dan cuenta de que algo está mal, escuchan su enojo, un sentimiento que no se me permitía sentir cuando joven.

Una de las maneras de estar juntxs es descubrir qué significa para cada unx de nosotrxs relacionarnos de mejor manera con el otrx. Recientemente escuchaba a Lee Rayfort hablar sobre la violencia que experimentan las mujeres Negras. En un momento, dijo: “a veces tengo que recordar que aunque soy una mujer negra, a veces no soy la persona más oprimida en ese espacio en ese momento exacto”. Pienso en esto, especialmente al navegar por diferentes intersecciones y la forma en que todxs tenemos experiencias de opresión. ¿Qué significa relacionarme mejor en estos tiempos? Tener una relación con nuestras emociones es un lugar para comenzar, porque nuestros cuerpos saben cuando algo no está bien. Nuestros cuerpos saben cuando algo nos causa intrínsecamente, a nosotrxs o a nuestras comunidades, violencia. Necesitamos expresar nuestras emociones en voz alta, normalizar las conversaciones sobre la ira, la alegría, el luto, la depresión, el amor, etc. Desarrollar una gramática sobre cómo nos sentimos, por qué sentimos, cuándo y cómo reconocemos ese sentimiento, y lo que ese sentimiento ha activado en nosotrxs. No creo que la ira sea algo negativo, emociones como ésa son herramientas que la colonialidad ha tratado de engañarnos para que creamos que no tenemos derecho a ellas. Los sentimientos son un conocimiento crítico para el futuro.

 

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