25.10.2021

Pintura e insurrección del imaginario: entre el pasado-futuro y el presente porvenir

Al margen de la narrativa hegemónica, ¿cómo tejer una memoria que permita vislumbrar nuevos horizontes de justicia? Reconociendo el carácter contrafactual de la historia, el curador Aldones Nino conversa con les pintores Herbert de Paz y Marcela Cantuária, quienes comparten impresiones sobre el papel de la imaginación frente a las constantes actualizaciones del proyecto colonial.

Una de las cosas más difíciles, tanto para una persona como para un país, es mantener siempre presentes frente a sus ojos los tres elementos del tiempo, pasado, presente y futuro.
—FRANTZ FANON

Cuando miramos a la tradición pictórica en «las Américas», encontramos figuraciones que contribuyeron con la materialización de nuestra realidad sociopolítica. A través de la educación formal, la pintura fue usada para moldear la historia oficial y consecuentemente los imaginarios. Al estar frente a las pinturas de Herbert De Paz y Marcela Cantuária, vemos imágenes que rebalsan más allá de las determinaciones del mundo que nos rodea, abriendo así posibilidades de acceso no sólo a historias enterradas previamente, sino también a las fabulaciones que materializan irrealidades como proposiciones de futuros.

ALDONES NINO (AN): En algún momento, el pasado de nuestro presente fue apenas una proposición. Ésta, eventualmente, terminó materializándose como el suelo que ahora pisamos. En este sentido, sabemos que, al mismo tiempo en que ese pasado nos guió al presente, el mismo ya indicaba cuál sería el futuro deseado. Por lo tanto, vivimos una sobreposición del pasado-presente y del pasado-futuro. Localizándonos en este último, aún podemos ser agentes de cambio, donde el germen de lo que imaginamos puede alterar esa cadena de acontecimientos. En este sentido, ¿cuáles son las principales herencias que ustedes lanzan hacia los futuros?

MARCELA CANTUÁRIA (MC): Creo que la mayor herencia que lanzamos al futuro germinará con el apoyo y dedicación de muchas manos. Cuando pienso en la historia de nuestro pueblo a través de la pintura, siento que nunca pinto sola. En el caso de Brasil, diferente de algunos países vecinos americanos, no tuvimos una política de memoria justa y a la altura de la masacre cometida por los bandeirantes (durante la invasión portuguesa) y torturadores (durante el periodo de la dictadura empresarial militar). Por lo tanto, creo que nuestro papel como pintoras está directamente relacionado con la política libertadora y justa de la memoria.

Entiendo la herencia como el dar rostro, cuerpo, color y narrativa a aquellas cuya vida fue aniquilada por la estructura depredadora del capitalismo, el racismo y el patriarcado.

HERBERT DE PAZ (HDP): Cuando hago mi trabajo me gusta pensar que con él puedo modificar la noción de pasado. Entendiendo que el “pasado hegemónico” que aprendemos a través de imágenes no es más que una gran invención que sirvió para instaurar y mantener los regímenes colonialistas que ahora estamos obligades a habitar. Las imágenes históricas son responsables de perpetuar nociones de «conquista» y «victoria» a través de imágenes que han producido a su conveniencia. En contraste, las imágenes de resistencia son muy pocas porque no favorecían a dichos regímenes. Desenterrando historias creamos más posibilidades para pensar el pasado, lo que trae otros protagonismos y otras narrativas que alimentan el deseo de transformación para los futuros.

AN: Soñar colectivamente tal vez sea el único camino para la desmaterialización de las herramientas de opresión que construyeron nuestro mundo. ¿Cómo es que ustedes observan la urgencia de la imaginación para la recuperación de la memoria a través de la pintura?
MC: Lo que más me gusta en la pintura es el dispositivo que accionamos para crear y entrar en otros planos. Cuando fui a México en 2019, tuve mucho contacto con el pensamiento zapatista, a partir del cual incorporé en mi imaginario pictórico la frase: “Por un mundo donde quepan muchos mundos”. Sé que en el pasado, individuos fueron privades de caber en este mundo; la pintura crea un espacio propicio para la existencia de esas vidas.

HDP: Desde los primordios de la pintura, ésta siempre fue usada para registrar o imaginar desde un acontecimiento real hasta la idea de otros planos, como el cielo o el infierno en la tradición cristiana europea, o espirituales como en las cosmovisiones indígenas. Pintura e imaginación están agarradas de las manos. Los antiguos escribas sabían muy bien eso.

MC: Soñar colectivamente siempre es un ejercicio dialéctico de reimaginación del pasado en donde tomamos prestadas la historia oficial y la transformamos en fabulaciones reales y posibles.

Todos los triunfos revolucionarios pasan por la imaginación antes de existir en el mundo.

HDP: En este ejercicio de mirar al pasado, la pintura puede servir como explosión que reinventa la memoria y trae cura a las heridas históricas, provocadas por el sometimiento colonial.

AN: La investigación pictórica de ambes tiene como uno de sus puntos de convergencia el hacer uso de la figuración como estrategia de defensa frente a la tentativa de aniquilación narrativa. ¿Cómo es que la especulación se relaciona con las ideas de reconocimiento y de justicia?
HDP: A partir del momento en que la figuración es sugestiva, se vuelve peligrosa. Acontecimientos como la Revolución de Haití fueron registrados pictóricamente; sin embargo, estas representaciones no fueron hechas por la población haitiana negra para contar una historia de resistencia. Fueron registradas por les blanques para alertar sobre el peligro que los grupos organizados representan para ellos mismos. Hoy en día, podemos hacer una lectura de esas imágenes a partir de una perspectiva más alineada con la realidad de los pueblos oprimidos; para mí es en esta ecuación donde encontramos un balance histórico.

MC: Estoy de acuerdo. La narrativa política siempre está en disputa; por el poder mediático, por las instituciones, por el crimen organizado que destruye la placa de la calle que hace homenaje a Marielle Franco, por ejemplo. Hay dos caminos cuando nos encontramos con una pintura de la imaginación política, puedes pensar “es sólo una pintura” o “es una posibilidad”. Como ya tuve trabajos censurados, sé que en el fondo el neoliberalismo tiene miedo de la prefiguración de los horizontes de justicia a través del arte.

AN: La historia es una de las materias primas de sus composiciones, pero al mismo tiempo son puntos de partida. Otra de sus materias primas son aquellas problemáticas centrales que tienen fracturas dilaceradas, oscilando entre los archivos históricos y ansias oníricas. ¿Cómo es manipular la historia más allá de sus limitaciones lógicas, considerando así sus fallas como detonadoras de un proceso poético?

MC: Yo veo la pintura como una materia para posibles fabulaciones y reencantamientos, sin perder de vista la realidad material. Por ejemplo, cuando retraté a la guerrillera Sonia de Araguaia, durante la investigación encontré tres versiones de su asesinato en manos de militares acompañados por un mayor. Ante ello, la solución que encontré con la pintura figurativa fue la de mezclar las tres historias para evocar la idea de que la luchadora sigue encantada al margen del río donde la mataron. Cuando coloco el pincel en las fallas y crueldades que las mujeres guerrilleras sufrieron, busco la celebración de su existencia a través de la naturaleza densa, virgen, tomada de vida. En los ríos, los bosques, los espacios de vida y abundancia, uso inevitablemente colores cálidos. La imaginación va más allá de la denuncia del asesinato. Se trata de entender que, como está escrito en el estadio nacional de Chile, “un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro”.
HDP: Al revisar el pasado contrastan los enormes vacíos en relación a los innumerables personajes que vivieron en pro de la lucha por la existencia de los pueblos oprimidos a partir de los procesos coloniales. Cuando oigo a Marcela hablar sobre reencantamiento, yo lo interpreto como un traer las memorias del pasado de nuevo a este plano a través de un conjuro que hace la pintura a partir de la imaginación. Cada nombre evoca fuerza con su historia: Gaspar Yanga (Nyanga), Mamá Dolores y Mamá Tránsito, Juana Azurduy, Berta Cáceres, Marielle Franco, La Revolución de Haití, El Carnaval de los Cucumbis, etc.

AN: Mirar al pasado es una estrategia que sirve como alerta frente a las innumerables actualizaciones del proyecto colonial, donde la producción artística, muchas veces fue manipulada para la construcción de la universalidad. ¿Cómo sería pensar en futuros donde cese la instrumentalización del arte contemporáneo por las élites políticas?

HDP: Creo que es importante crear puentes de comunicación que van más allá de los espacios tradicionales del arte; el repertorio imaginético que tenemos del pasado también puede ser actualizado en una escala colectiva. Cuando estas imágenes son amplificadas y llegan a ser parte del imaginario colectivo, contribuimos con la diseminación de historias que van a generar conciencia política.

Las élites son responsables por la demarcación de las fronteras. Ante ello, el arte puede ser una herramienta para que podamos pensar nuestros territorios a partir de nuestras experiencias de resistencia y no de límites geográficos.

MC: Quitar el arte de las garras de la burguesía depende de la organización de artistas pero, sobre todo, del fin del sistema capitalista. Creo que la construcción del ahora en mi pintura se debe a un compromiso en la educación de base; usar la pintura como instrumento pedagógico, caminar en dirección a los grupos autónomos, las comunas, las formas de economías solidarias. Compartir la técnica que aprendí con aquelles que no tuvieron la misma oportunidad de cursar una carrera universitaria en arte. Para germinar las semillas del futuro es necesario acabar con el cinismo.
AN: Si la hegemonía de Occidente fue posible a partir del genocidio y de la expropiación, ¿cómo sería articular su desmantelamiento a partir de imaginarios insurgentes? ¿El territorio y la cultura pueden ser articulados más allá de estas barreras, tocando la justicia y no el utopismo?

MC: Las imágenes tienen el poder de incomodar, inspirar, reflexionar… Creo fuertemente en el potencial del Sur Global para crear nuevas imágenes que puedan sulear una historia justa para los pueblos. Hay algo de derrotista en la idea de utopía, como si el sueño no bastase por sí solo.

HDP: ¿Cómo? A través de compartir principalmente con nuestros pares, trayendo narrativas que pueden despertar otras posibilidades de imaginario cuando se trata del pasado para pensar en posibles futuros a partir de ellos.

AN: El consumismo ilimitado y el agotamiento de nuestros recursos naturales resultado del mismo, tal vez, sean las mayores amenazas para la continuidad de la vida planetaria. ¿Es posible crear puentes frente a este abismo inminente?
HDP: Es importante que no se nos olvide que el equilibrio con la tierra y la naturaleza, el bienestar común entre los pueblos, son los pilares para una sociedad más consciente, algo totalmente opuesto al aniquilamiento de culturas milenarias; totalmente opuesto al neoliberalismo en el que vivimos.
MC: El consumismo ilimitado y la improvisación de necesidades inexistentes son el fruto venenoso del capitalismo. Cuidar la vida planetaria es autocuidado; es vital unirnos a la defensa contra las mineras, las multinacionales y les grandes empresaries. ¡Ecosocialismo o barbarie neoliberal!

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