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24.05.2021

Lecciones de defensa personal emocional: Sarah Schulman en conversación con Anuradha Vikram

La curadora Anuradha Vikram y la escritora Sarah Schulman complejizan la lógica moral que condiciona las situaciones de conflicto para darnos algunas pistas sobre lo que implica transformar colectivamente nuestra realidad más allá del abuso de poder.

La escritora Sarah Schulman es una de las voces más impactantes entre la generación de escritores estadounidenses que vivieron la crisis del VIH/SIDA. Su crítica implacable hacia la sociedad contemporánea corre con un fuerte sentido de responsabilidad comunal y del cuidado colectivo. Su última publicación no-ficcional, Conflict is Not Abuse (2016), defendió el diálogo a través de puntos de vista diferentes, a veces opuestos. La resolución de conflictos de esta naturaleza es esencial para el trabajo de descolonización cultural, tan necesario y práctico dentro de la escritura y curaduría. La anterior publicación no-ficcional de Schulman, Gentrification of the Mind (2012), observaba cómo la economía de la escasez y la libertad artística son impulsadas en la nueva ciudad corporativa y en la aparentemente fragmentada “economía creativa”. Estos efectos han dado forma a la generación de artistas con quienes crecí en Nueva York y continúan impactando a mis estudiantes, así como a mis colegas en Los Ángeles. Schulman es la autora de un nuevo libro no-ficcional, Let the Record Show: A Political History of ACT UP New York, 1987-1993 (disponible en mayo de 2021 en Farrar, Straus y Giroux). Su investigación da vida al activismo de una época muy parecida a la nuestra, cuando la inacción del gobierno y los prejuicios sociales permitieron una plaga devastadora. Entrevisté a Sarah Schulman para Terremoto el 6 de marzo del 2021.

ANURADHA VIKRAM (AV): Primero, quiero preguntarte acerca de Conflict is Not Abuse. Tenemos una cultura en conflicto, la cual existía incluso antes de que escribieras el libro, y siento que sólo ha empeorado. Leí dicho libro poco antes de la pandemia, momento en que me estaba separando de una institución que sentía necesitaba descolonizarse para re-pensar su relación con el poder y el dinero en cuanto a las necesidades y preocupaciones de les artistas, sus audiencias y su equipo. Tu escritura me ayudó a aceptar que puedo des-responsabilizarme de la situación y del comportamiento de otras personas. ¿Crees que deberíamos elegir perdonar nuestro dolor en situaciones que involucran conflicto y donde nos sentimos parte del lado antagónico? ¿Crees que necesitamos perdonar a personas que intentan derrocar al gobierno, que no utilizan cubre bocas o se comportan de maneras que ponen a otres en riesgo?

SARAH SCHULMAN (SS): No soy partidaria del perdón. No soy ni cristiana ni budista. Así que no tiene nada que ver con el perdón. Creo que las personas necesitan hablar unas con las otras. Casi siempre cuando hay un conflicto (entre iguales, no de abuso en una relación de poder desigual), las personas exageran la participación de la contraparte para evitar el diálogo, dado que no quieren enfrentar ciertas realidades contradictorias sobre sí mismes. Esto es malo para todo el mundo y, en última instancia, como intenté mostrar en el libro, lleva a un poder de estado. Por ello, es para el beneficio de todes animar a las personas con las que estamos en conflicto a negociar.
AV: Cuéntame más acerca de esto. ¿Cuál es el beneficio que vamos a obtener al negociar con personas que intentan apropiarse del Capitolio, por ejemplo?

SS: Bueno, tampoco dije eso. Eso es abuso, esto es sobre conflicto. La definición de abuso que utilizo viene de una trabajadora social llamada Catherine Hodes quien dice que el abuso es el poder por encima de. El conflicto es una lucha de poder. En una situación de abuso, digamos el racismo sistémico, no importa qué hagan las personas racializadas, no impacta en el hecho de que exista o no racismo hacia elles porque elles no crean el racismo. Es creado por un poder mucho más allá de sí: es abuso, es poder por encima de. El conflicto como lucha de poder, en el que ambos lados participan de cierta forma dentro de su escalamiento, no significa que la participación es equitativa o que las consecuencias lo serán, sino que puedes tomar decisiones que pueden empeorar o mejorar las cosas. Eso es un conflicto. Así que, les supremacistas blanques con armas tomando posesión de El Capitolio es abuso, es poder por encima de. Eso no es conflicto.

AV: Estoy de acuerdo contigo en un nivel personal y político. También sé que la retórica que expresan las personas alrededor de dichos eventos, particularmente las teorías de conspiración que provocan mucho de este comportamiento, están hechas para confundir dicha distinción que mencionas y justificar algunos de estos abusos en nombre del conflicto.

Les perpetradores se han apoderado del lenguaje de victimización para esconder su comportamiento.

SS: Les perpetradores se han apoderado del lenguaje de victimización para esconder su comportamiento. Los ejemplos que doy en el libro son sobre el estado Israelí, la policía que mata a personas Negras y personas que criminalizan a personas con VIH. En todos estos casos, les perpetradores se posicionan a sí mismes falsamente como víctimas. Lo vimos durante toda la administración de Trump; el hombre seguía diciendo que era una cacería de brujas. Esta dinámica también existe interpersonalmente dado que hay una tendencia actualmente donde esta dinámica mayor es bastante operativa dentro de la intimidad de las personas.

Crecientemente, y aquí cito a Hodes, les perpetradores son les primeres en llamar a la policía, cada vez más son elles les que buscan órdenes de restricción o generan cartas de abogados. Todas las herramientas que se han desarrollado para proteger a las víctimas han sido secuestradas por les perpetradores. De eso se trata realmente el libro.
AV: ¿Cómo protegernos a nosotres mismes, en caso de pertenecer a la categoría de personas que son perpetradas de estas formas?

SS: Creo que la solución yace en la comunidad. Actualmente tenemos una mala definición sobre lo que significan la lealtad y la amistad. En EE.UU., entendemos esto en relación al “patriotismo”, alrededor de la idea de lastimar a la gente con la que aquelles con quienes te identificas están en conflicto. Como judía estadounidense, puedo decirte que supuestamente debería apoyar al gobierno israelí ya que mis parientes viven allá. Y que debería endosar la ocupación de Palestina, la cual es una injusticia asquerosa, porque las personas que supuestamente me caen bien, lo hacen. Esto también sucede en una dimensión íntima: tu amigue rompe con su novie por ello tienes que ser grosera con su novie por siempre.

Las personas siempre nos dicen que lastimemos a otres. Las personas siempre preguntan, “¿por qué trabajas con tal?». O, «¿por qué lo invitaste a la fiesta?” Supuestamente debemos rechazar a todo mundo. Eso es una definición falsa de lealtad, de hecho es bastante destructivo, es un lazo negativo. La verdadera lealtad y amistad tratan sobre ayudar a las personas a ver su propia participación, apoyándoles. La razón por la que esto no existe ahorita es porque la barra quedó muy alta. Tienes que estar completamente limpie y ser una víctima pura para que se te de compasión. Si ejerces autocrítica y dices, “hice esta cosa injusta”, entonces todes dicen, “vete al carajo, mereces lo que te pasa”. Pero si pudiéramos tener apoyo, sin importar quién somos… en otras palabras, y ¿si todes les que pidieran ayuda la recibieran? Todes merecemos compasión. No tienes que estar limpie para merecerla.

Creo que la solución es que las personas que nos rodean, sean familiares, camaradas, comunidades religiosas, grupos raciales, naciones, cualquiera que sea nuestro grupo de identificación, su responsabilidad es ayudarnos y apoyarnos en ser autocríticos y saber negociar.

AV: Esto me está ayudando incluso ahorita. Aprecio mucho esta sabiduría ya que una pregunta que continúa surgiendo es, ¿cómo reconocer la responsabilidad por daños pasados en nuestra comunidad? ¿Acaso les individues que personalmente no fueron responsables de traumas pasados, cargan con la responsabilidad de corregirlos?
SS: Actualmente, si hemos sido violentades o algo malo ha pasado, el único momento en el que nos sentimos escuchades es si la otra persona es castigada. Estas dos cosas están sumamente conectadas. No somos escuchades al menos que la otra persona esté siendo castigada. Esto es pensamiento no-fructífero. Si nos lastiman y necesitamos ayuda deberíamos poder recibir el apoyo que necesitamos, sin tener que encarcelar a la otra persona o que les demás la eviten o hagan menos.

AV: Como individuos dentro de una comunidad, te escucho decir que podemos crear estructuras restaurativas que permitan la reconciliación, la cual puede incluir hacer compensaciones, como reparaciones. Quisiera conversar ahora sobre Gentrification of the Mind, libro en el cual hablaste sobre una invención de las profesiones creativas a finales del siglo veinte y su impacto en las ciudades de EE.UU., así como en nuestro sentido de posibilidades como individues artistas y pensadores. Mi libro que salió en 2017, Decolonizing Culture, también hablaba sobre dichas preocupaciones. El lado oeste de Los Ángeles, donde trabajé y di clases por mucho tiempo, se ha transformado gracias a estas tendencias. Por ejemplo, el Reporte Anual Otis 2021 sobre la Economía Creativa,[1] fue recientemente publicado. Éste indica que debido a la pandemia, la economía creativa tocó fondo. Obviamente, es devastador para les profesionales creatives, incluyendo a les artistas. Pero, ¿cuál es el potencial de este colapso? ¿Es posible que un colapso como este pueda recrear un espacio para les artistas comunitaries? Citando tu libro, «¿quién responde a las personas en sus complejidades estéticas, en lugar de las instituciones de poder?» ¿Observas esto ocurriendo a tu alrededor?

SS: Estoy de acuerdo contigo en que este es un momento increíblemente oportuno. Tiene mucho que ver con las bienes raíces. Existen muchos bienes vacíos actualmente por donde vivo, un tercio de los comercios están vacíos. También hay muchas oficinas vacías, ya que las personas trabajan desde su casa. Les propietaries de bienes raíces comerciales se estaban aprovechando de esas reservas desde antes de la pandemia; los centros importantes de la ciudad estaban vacíos en términos de bienes raíces. Si alguien con una visión entrara y brindara la oportunidad a las comunidades, y me refiero a las comunidades locales, la cuadra; rentar una tienda por $100 dólares al mes durante, digamos, tres a cinco meses, surgirían todo tipo de pop-ups a partir de las necesidades del vecindario; ya sea comida gratis o lugares para que la gente se duche; galerías, escuelas, música, cualquier negocio que sea orgánico para la comunidad. Esto daría a la ciudad la oportunidad de tener un renacer increíble. En cambio, mantener esos espacios vacíos no le ayuda a nadie.

Desafortunadamente, aquí en Nueva York, esta gran oportunidad es ignorada por las campañas políticas para la alcaldía. Alguien tiene que tener la visión y articular las políticas que permitan que esto suceda. Es importante recordar que en los setenta, y menciono esto en mi libro, había un fondo federal para organizaciones comunitarias. Reagan destruyó todo esto. Solían existir centros de salud, abogados de escaparate y todo ese tipo de cosas.

AV: Mi siguiente pregunta es sobre escribir ficción. Estoy inspirada por el hecho de que te mueves entre la ficción y la no-ficción. Una de las cosas que he estado haciendo durante la cuarentena es intentar desarrollar mi propia escritura ficcional. ¿Qué novedades dentro de la ficción te emocionan actualmente?

SS: Me interesan les escritores que unen identidades sumamente marginalizadas con estilos de escritura ficticia dominante. El mejor ejemplo es un libro titulado You Exist Too Much de Zaina Arafat, una mujer bisexual palestina que asistió al taller de escritura de Iowa. El libro es sobre esta tensión entre lo chick-lit, “Soy una swinger joven y vivo en Brooklyn”, y su familia y madre en Palestina. Detransition, Baby de Torrey Peters es otro. Esta es la exitosa novela comercial de una mujer trans que también fue a Iowa. Es una novela chick-lit pero trans. También disfruto de escritores muy innovadores como The Freezer Door, de Matilda Bernstein Sycamore, o Randa Jarrar, que es una escritora queer de Palestina. Me emocionan las personas que son completamente inventivas formalmente. Ahora estoy leyendo a une de mis escritores favorites, Rabih Alameddine, quien es gay libanes y portador de VIH abiertamente. Es uno de les mejores escritores en inglés. Su nuevo libro, el cual estoy leyendo, es sobre refugiades.

Lo que me preocupa bastante es que en este punto, existen muchos discursos sobre la transgresión atada a obras mainstream. Obras que son altamente profesionalizadas por personas que fueron a estas instituciones élite, y que tienen un juego formal, pero nada que no te sea familiar si has leído novelas experimentales. Este tipo de escritura se promociona como un trabajo increíblemente innovador, amenazante y audaz, cuando no lo es. Eso es preocupante porque invisibiliza grandes historias, porque lo que sucede con la ficción, como sucede con cualquier otra forma de arte, es que sólo algunas personas son recordadas. Existen miles de escritores escribiendo cosas interesantes, pero la máquina capitalista sólo toma a algunas de ellas para que formen parte del mercado, colocando la luz sobre elles para controlar lo que es nuevo e innovador. Todas estas historias son silenciadas, y esto es una preocupación para mí.

AV: ¿Por qué escribir ficción cuando tienes una práctica de la no-ficción establecida? ¿Qué no puedes decir en ningún otro medio?

SS: La ficción es acerca de cómo las personas entienden sus propias experiencias. Cada personaje tiene que ser expresade de manera que muestre lo que su realidad es para elles mismes. Escribí una novela titulada The Child, fue escrita en 1999, pero no fue publicada hasta 2009, ya que era sobre la relación entre un niño de 15 años y un hombre de 40. Tomó diez años para que se publicara este libro ya que las personas querían que moralizara en lugar de representar cómo estas personas experimentan su propia vida. Este es el elemento radical en la ficción.

Pero estamos en un tiempo extremadamente punitivo y moralista y, así, las cosas son bastante estrechas.

Parece que son expansivas porque se publican más personas de color, pero es fácil encontrar personas de cualquier grupo —y digo esto tras muchos años de carrera editorial—, que hacen que la cultura dominante sea cómoda. El hecho de que estén allí tiene algún significado, pero no siempre tiene el significado que se dice que tiene.
AV: ¿Cuál es tu siguiente libro?

SS: Tengo este gran proyecto que sale en mayo, Let the Record Show: A Political History of ACT UP New York, 1987-1993. Son 750 páginas, así que fue mucho trabajo. Traerlo al mundo va a ser un gran esfuerzo.

AV: Estoy emocionada por aprender más acerca de la historia del activismo contra el SIDA a través de tu libro. Sin duda, necesitamos recuperar la energía de oposición de esa época para realizar los cambios que queremos ver en nuestra sociedad actual.

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