Blog - Guadalajara - México
Tiempo de lectura: 3 minutos
03.06.2021
Guadalajara, Jalisco, México
15 abril, 2021 – 13 junio, 2021
El solecito a lo lejos veo pasar
—Antonio «Junior H» Herrera
José Eduardo Barajas está interesado en la experimentación material y económica que surge en el trabajo constante del artista en el taller, obrero en la fábrica, mecánico en el garaje, alquimista en el observatorio, y del internauta cuando está en línea. Aprendiendo el oficio bajo de estas múltiples experiencias, José Eduardo ha creado estas piezas a lo largo de la segunda cuarentena en México. Este cuerpo de trabajo se encuentra en una encrucijada entre la introspección post-pandémica y la resaca del frenesí digital. Este contexto impulsó que la obra esboce un diagnóstico de nuestra obsesión histórica por las superficies luminosas.
Partiendo del experimento mental de construir procesos de fabricación en diferentes espacios de trabajo, José Eduardo reconsidera nuestra relación con la luz. Realizando un cuidadoso estudio de las superficies metálicas reflectantes, como los alambres de púas, las monedas, las cadenas de metal, José Eduardo dibuja un laboratorio de brillo que crea un cortocircuito entre el brillo ficticio en 2D de sus pinturas y los destellos hiperrealistas en 3D sobre aguas cristalinas de su vídeo. Haciendo referencia al uso que hace David Alfaro Siqueiros de la laca para automóviles, la piroxilina, José Eduardo puede capturar la luz en sus lienzos y jugar con un haz de luz irreal que baña sus representaciones de metal pintadas al óleo.
Una serie de simulaciones realizadas con Blender, un software de gráficos por ordenador de código abierto para crear efectos visuales interactivos en 3D, permiten al artista simular el impacto de la gravedad sobre los cuerpos, los materiales y los espacios. Los resultados materiales de esta exploración se presentan tanto en forma de vídeo como de diversas pinturas al óleo y a la piroxilina en la exposición. Sin embargo, sus consecuencias más significativas están directamente relacionadas con la urgencia espiritual de una aproximación a la imaginería religiosa a través de los intercambios con el fluido alquímico. Los estudios de José Eduardo sobre la luz se materializan también en los vitrales que forman parte de Mecánica Celeste. Expuestas en Guadalajara, las imágenes de espuma de mar y palomas se hacen eco con los símbolos de la imaginería católica de las iglesias de la zona, cuya luminosidad depende de rosetones.
A través de los lentes de los vitrales, las imágenes afiladas y puntiagudas del alambre de espino y los pinchos de acero de las paredes, se convierten en un tierno y suave desenfoque de brillo nacarado. La investigación de José Eduardo sobre los procesos y lugares de trabajo artesanales le ha permitido establecer una relación entre la imagen digital y la pintura tradicional a través del movimiento de la luz. Y nos quedamos con una serie de imágenes en movimiento que insisten tanto en una experiencia secularizada de la economía del bling-bling como en una relación religiosa con la luminiscencia. Mientras bajamos de un viaje inducido en el triunfalismo digital, Mecánica Celeste ofrece vías de escape a nuestro tedio informático. Lo hace permitiendo un paréntesis para la mirada interna y dando sentido a nuestras derivas entre las tecnologías digitales emergentes y los sistemas artesanales tradicionales de producción a través de la comprensión de nuestra existencia como un componente integral de un sistema más complejo de movimiento de cuerpos celestes.
—Gisselle Girón Casas, curadora independiente. Lima, Perú / Winchester, Reino Unido
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