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02.03.2022

Brad Kahlhamer: Swap Meet

EXTRACTO es una sección online donde compartimos algunos de los textos publicados por Temblores Publicaciones, el sello editorial de Terremoto. Presentamos el séptimo extracto de esta sección, «Siempre en otro lugar» por Gerald Raymond McMaster, que forma parte de Brad Kahlhamer: Swap Meet, publicado con motivo de la exposición Swap Meet, presentada en el Scottsdale Museum of Contemporary Art (SMoCA) en Phoenix, Arizona. Este proyecto nace de la experiencia del artista en los swap meets, espacios de reciprocidad y trueque que desencadenan encuentros donde el (auto)reconocimiento permite generar comunidad.

Siempre en otro lugar de Gerald Raymond McMaster

Para aquelles que no estén familiarizades con el género del arte ledger, éste consiste en dibujos realizados por artistas-guerreres indígenas de las llanuras del norte y del sur de Estados Unidos y Canadá, desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX. El arte ledger fue rápidamente adoptado por hombres que lo vieron como una oportunidad para ensalzar sus propios planes. Se trata de libros de contabilidad antiguos que se utilizan para hacer arte. Estos dibujos fueron entendidos por elles como una manera de representar fidedignamente sus aventuras y sus logros. Las historias no eran solamente representaciones en libros de contabilidad, eran registros que elevaban el estatus de le guerrere entre sus camaradas, especialmente aquellos que necesitaban para corroborar su historia. En otras palabras, la veracidad era primordial. En los dibujos de Kahlhamer, sin embargo, se registran aventuras de otra clase: no se trata tanto de documentar un evento externo, sino de marcar su búsqueda de la verdad, su postura sobre las cuestiones del ser. Al observar sus dibujos y cuadernos de bocetos —lo que él llama su Nomadic Studio [Estudio nómada]— somos transportades a un espacio sumamente privado. Los dibujos parecen prácticamente “notas para él mismo” y, de alguna manera, parecen liberarlo como artista para escribir, dibujar y anotar, sin pensar en cometer errores visuales. Es libre de divagar en este medio. 

La identidad indígena no siempre ha sido clara. En la última mitad del siglo XX, muches fueron expuestes como no-indígenas, lo cual llevó a una censura de su obra. Esa “carta tribal” metonímica es la prueba de estatus la membresía tribal—, que ha operado durante varias décadas como un medio para obtener un sentido de identificación con el patrimonio indígena. El reto para Kahlhamer y cientos como él, que fueron adoptades fuera de sus comunidades, es buscar la verificación de esta membresía ya sea con un estado o con una tribu reconocida federalmente. A veces el arte es necesario para brindar claridad a las realidades tan complejas de la ontología de une misme, especialmente, el genocidio cultural inflingido sobre los pueblos indígenas. Al mismo tiempo, los gobiernos que crearon las condiciones autorizaron a organizaciones privadas, así como a organizaciones religiosas y agencias de adopción, para que pudieran sacar a les niñes de sus hogares y comunidades prácticamente sin repercusiones legales de ningún tipo. Con el tiempo, la autoridad de tomar decisiones sobre las membresías tribales fue eventualmente concedida a las comunidades indígenas. 

Asimismo, el mercado de arte indígena ha sido durante mucho tiempo una arena donde el comercio de las obras ha sido difícil de vigilar, tanto así que en 1990 se aprobó una ley en Estados Unidos que se enfocaba en lo individual, haciendo ilegal que se identificaran como artesanes indígenas estadounidenses a menos de que fueran miembros de un estado o de una tribu reconocida federalmente. Sin embargo, hay cierta ofuscación en el acto, ya que se refiere a “artesanes” y no a artistas. Esta diferencia es significativa ya que la categoría “artista” fue incluida en el debate, lo cual llevó a que algunes individuos fueran acusades, en tanto que no podían probar su herencia indígena. Mientras que distintas comunidades tienen visiones o políticas sobre el asunto, la industria cultural el arte, las artesanías, la música, el teatro y la literatura parecen estar más inclinadas a llevar el asunto al foro público. Tras décadas y décadas de este embrollo, sin duda, muches individuos han sufrido los efectos psicológicamente desalentadores.

Kahlhamer nunca ha escondido el hecho de que fue adoptado fuera de su comunidad por la iglesia luterana, un proceso incitado por el gobierno federal, que no sólo garantizó la asimilación inmediata, sino también la cristianización. En promedio, en Estados Unidos 140 mil niñes son adoptades cada año. En 1969, el abogado neoyorkino Bertram Hirsch recolectó datos a nivel nacional acerca del porcentaje de niñes indígenas estadounidenses que fueron colocades en hogares adoptives, casas hogar e instituciones. Descubrió que por medio del Proyecto de Adopción India, de 1958 a 1967, un asombroso porcentaje de 25 a 35 por ciento de niñes fueron adoptades fuera de comunidades indígenas, de les cuales 90% fueron enviades a familias no indígenas. No fue hasta finales de la década de 1970 que las autoridades indígenas lograron ejercer control de estas prácticas prolongadas. 

La dificultad de adquirir una prueba de autenticidad que impregna el paisaje de arte nativo americano se expresa en la Ley de Artes y Oficios, la cual establece límites claros y reglas específicas; es precaria en el mejor de los casos. Las políticas identitarias del mercado indio alimentan las nociones de “legitimidad” y la perspectiva colonial Occidental que creó una estructura de desigualdad: Puedes hablar y verte como nosotros, pero no eres uno de nosotros. El psicólogo social Dolly Chugh escribió recientemente: “(…) La sociedad en la que vivimos se estructura alrededor de identidades (específicas). Aquellos cuyas identidades no varían de la norma son orillados a creer que su experiencia es universal. A las personas con otras identidades se les recuerda constantemente que son diferentes de la norma”.    

Una exhibición como esta parece crear su propia comunidad, como el swap meet, que existe fuera de las regulaciones formales típicas y se adentra a un desarrollo creativo de capacidades entre extrañes y amigues que piensan de forma similar y que buscan las mismas verdades de pertenencia. En estos lugares, las identidades de lo humano y lo más que humano están sujetas al cambio profundo, haciendo manifiesto un tercer espacio de alteridad intermedia, sujeto a relaciones con la tierra.

Encuentra este texto completo en la versión impresa de Brad Kahlhamer: Swap Meet here.

Notas

  1. Dolly Chugh, The Person You Mean to Be: How Good People Fight Bias (New York: Harper Business, 2018), 112.

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