Marginalia - CDMX - México

Iurhi Peña

Tiempo de lectura: 3 minutos

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15.07.2022

#83

A través de esta sección, invitamos mensualmente a agentes del sistema artístico a compartir una selección de imágenes relacionadas con su práctica o intereses. Las imágenes se publican diariamente en el encabezado de nuestro sitio web y se comparten a través de nuestro perfil de Instagram. Al final del mes, la selección completa de imágenes es publicada junto con un texto que las contextualiza. Aquí la selección de junio del 2022.

I am cringe but I am free

-un meme

Dibujo desde que me acuerdo. El texto ilustrado infantil, los moneros de La Jornada, las caricaturas y los cómics han sido parte de mi formación artística incluso antes de decidir hacerlo como un trabajo.

Creo que el dibujo tiene la capacidad de moldear nuestro entendimiento del mundo​ mucho más de lo que le damos crédito, porque es capaz de proyectar en el imaginario cosas que no existen o que no podemos imaginar con la palabra. Pienso que es una disciplina que se le percibe con sospecha por el uso pedagógico que se le da, porque es demasiado económico, demasiado inteligible, escolar o a lo mejor porque es demasiado popular y eso es algo que el arte serio no se puede permitir.

Me da la sensación de que al lado del dibujo ilustrativo también está el kitch, la ternura y la sinceridad vulnerable de lo que hoy se denomina como cringe.

Cuando estaba en la carrera de artes visuales, me advirtieron que no ilustrara porque era “mal arte”, mantuve por separado mis proyectos artísticos, en aquel momento muy serios y formales, de mi quehacer feminista hasta que me cansé de buscar el camino correcto aprobado por los señores de arte y de alguna manera, ese interés por explorar la ternura en el dibujo me ha llevado a acuerpar conceptos o contradicciones del quehacer artístico sin tener que preocuparme por hacerlo del modo institucional “correcto”.

A través del dibujo y las diferentes formas que toma, me hago preguntas sobre las violencias cotidianas que viven los cuerpos feminizados, sobre las tensiones del espacio público que hace tangible la violencia racial y patriarcal sobre los cuerpos al acomodarlos dentro del espacio urbano. Y al mismo tiempo intento construir un imaginario donde estos cuerpos feminizados se sobreponen a este espacio urbano y también a los afectos alienados por el capital, haciendo eco de los activismos feministas queer y de mis experiencias cotidianas.

De ahí en adelante he caído en diversos circuitos artísticos periféricos que operan desde la colectividad que me han ayudado a entender que no sólo existe el Mundo del Arte de cubo blanco como el que dibuja pedagógicamente Pablo Helguera, plagado de exclusiones, atropellos a derechos laborales y amiguismos, sino un ecosistema mucho más complejo que obedece a sus propias lógicas y en el que creo que ya existe la respuesta a esas dinámicas clasistas y excluyentes que están de moda cuestionar.

La selección que hice para Marginalia 83 fue un mapeo breve del trabajo que he hecho en los últimos tres años y que fluyen entre el fanzine, el texto, la ilustración, la animación, etc. y a través del cual intento dar sentido a lo que me rodea.

Actualmente pienso mucho en las exclusiones que ejercen los activismos o la academia y en el papel que tienen las ciudades para desindigenizar y las redes sociales para deshistorizar a la gente, y me gustaría seguir explorando todo eso a través de textos breves, dibujos coloridos y fanzines.

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