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22.01.2022

«Noche de Mediodía» muestra individual de Andrés Asturias, en La Galería Rebelde en Guatemala

Del 10 de Noviembre al 20 de Enero 2022

La Galería Rebelde se complace en presentar Noche de Mediodía, la primera exposición individual del reconocido fotógrafo guatemalteco Andrés Asturias en la galería. Con íntimas imágenes de bodegones contemporáneos fotografiados en los ambientes de su casa, Asturias nos deja adentrarnos al mundo interior del fotógrafo en su estudio. 

La exposición está compuesta por una serie fotográfica de más de 20 fotografías de bodegones contemporáneos en los que el fotógrafo ha escogido un elemento en común: las flores. Así, La Galería Rebelde se transforma en un jardín de naturalezas extrañas y únicas que en arreglos sencillos o sumamente elaborados nos envuelven en un vivero de colores, tamaños, historias, sombras y estados de ánimo. 

Esta naturaleza se nos presenta como “puestas en escena de flores, altares, ofrendas, cariños, nostalgias, trabajadas en el detrás de cámaras”, comenta Asturias. Y es que este “Backstage” al que se refiere el fotógrafo no es una casualidad o un aforismo, sino la propia invitación que nos hace para acercarnos a su trabajo de una manera más íntima y personal. 

En la exposición hay dos tipos de imágenes, por un lado las fotografías de flores perfectamente enmarcadas en un plano donde predomina su forma, la luz y la sombra; y por el otro, imágenes que aún conservan testimonios del trabajo sucio del fotógrafo en su estudio. Estas incluyen además cintas adhesivas para mantener las cartulinas de colores en su lugar, utilería fotográfica como ganchos, clips, trípodes, y herramientas, e incluso los “pedestales” improvisados que sostienen los arreglos como escaleras, mesas hechizas y bancos de madera que en la fotografía final deberían de eliminarse para conseguir una imagen perfecta. 

“Me gusta ese testimonio del trabajo como contraste de la puesta en escena de las flores de la naturaleza, donde el resultado final está ya editado. Así puedo darle un toque de realidad a las flores tan perfectas”, menciona Asturias. “Me interesa la dualidad de no igualar la belleza de las flores sino en este método más libre proponer un diálogo interesante con la mesa de trabajo, las luces, las cartulinas de color, y lo que complementa la escena de un bodegón contemporáneo”, agrega.

Esta sinceridad del detrás de escenas es también una invitación que el fotógrafo nos hace a la intimidad de su trabajo, un trabajo que en otras ocasiones prioriza lo técnico y pulcro del resultado final y que aquí nos muestra un lado personal de su arte, su oficio y su hogar, no sin agotar la perfección técnica de un jardinero que sabe construir jardines y de un fotógrafo que sabe construir imágenes. La historia personal no termina en la decisión de dejarnos ver el resultado previo como resultado final, también radica en la forma en la que estas imágenes llegaron a nosotros. Las fotografías fueron tomadas con la cámara de su padre, una cámara que también fue maestra de un pequeño Andrés Asturias que veía a su padre fotografiar bodegones, objetos y flores con un resultado final perfecto y sublime. Continuar esa historia es, más que un homenaje, una rebeldía, apropiándose de esos recuerdos para proponer una imagen que contradice lo que se espera de un resultado final, enfatizando el proceso, el desorden, lo improvisado y el punk. Se trata de un Andrés Asturias en su casa, probando en diferentes espacios y horas del día cómo la dirección de su cuerpo que sostiene el flash resulta en la mejor forma de jugar con la luz del día a su favor. Así también hay espacio para los accidentes, donde el viento que mueve la cartulina, el vaso que dejó su mancha en el mantel o el mosquito que modela sobre las flores, son parte importante de una composición dispuesta al cambio y al experimento. En sus palabras, se trata entonces “de una puesta en escena autoreferencial de mi persona como fotógrafo”, y me atrevería a decir que es también una carta de bienvenida para sí mismo, después de cuatro años de no presentar un trabajo artístico en una galería, resulta interesante pensar en cómo el fotógrafo se repiensa a sí mismo desde su intimidad y lo que conoce como suyo. 

Las flores no terminan allí y además los títulos de las obras son composiciones poéticas inspiradas en un poema del siglo XVIII de Alexander Pope que nos regala títulos como Una vez como tú, temblé, lloré y recé o Aquí el dolor se olvida de suspirar y el amor de llorar. ¿Pero acaso no son las flores la prueba perfecta de la existencia de lo bello y lo efímero? “¿Quiénes mejor que las flores para contar relatos sobre la fragilidad de la existencia?”, dice el texto de sala que acompaña la muestra escrito por la curadora Andrea Dardón. Así, si las flores pueden consolarnos, acompañarnos y enamorarnos, también somos nosotros los que les debemos sinceridad. Una sinceridad que Asturias usa para hacernos cómplices de su trabajo y acercarnos a pensar en la construcción de las imágenes y el significado de las mismas. 

“La idea de la fragilidad de las flores es parte clave de la serie para mí. Estas están ya cortadas, están en proceso de morir, y eso es lo importante. Vemos tanto flores secas como flores perfectas y hermosas en periodo de transición. Me interesa mucho la sinceridad del proceso que tampoco escoge su utilería. En la obra Tú naturaleza rebelde sostiene mi corazón, vemos a una de las rosas siendo sostenida por un cable de cobre para controlar su caída, porque necesitaba que se mantuviera en una posición, pero no quería esconder ese proceso. Estas intervenciones también me hacen parte de la creación de la imagen donde hay cosas espontáneas y cosas controladas”, menciona el fotógrafo. Y así, los brillantes colores de los marcos, flores y fondos nos atrae en una llamativa invitación para identificarnos con estas ofrendas y dejarnos cautivar por la sinceridad de una imagen vista desde su proceso, desde el ojo de su creador.

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