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25.06.2017

Construir una grieta

Galería Libetad, Querétaro, México
June 25, 2017 – July 10, 2017

Hace cien años, entre 1917 y 1918, el pintor holandés Piet Mondrian publicó en la revista De Stijl una serie de breves artículos donde expone sus reflexiones teóricas y teosóficas sobre la imagen, el estilo y la abstracción en el arte. La posterior reunión de tales textos conformaría el libro intitulado La nueva imagen en la pintura, opúsculo en el cual Mondrian concluyó: “Como creación pura del espíritu humano, el arte es expresado como pura creación estética manifestada en forma abstracta.” [1] En diversas formas abstractas, en realidad. En otro momento, Mondrian abundará: “La época moderna está forzada a expresarse de otros modos. Estos modos, sin embargo, como estilo, sólo tendrán viabilidad en el futuro.” La línea, pero sobre todo la forma y el color, serán algunos de aquellos modos en los cuales el arte moderno, la pintura estrictamente, pondrá mayor énfasis “como medios de expresión en sí.” Composición A (1920, Galleria Nazionale d´Arte Moderna) será, simultáneamente, punto de partida y punto culminante de esta premisa.

Este recuento tiene como propósito tender un arco hacia los posibles y más remotos precursores que pueden ser indagados en la práctica pictórica del artista mexicano Allan Villavicencio (1987). Otro de ellos es Henri Matisse, autor de un sustancioso conjunto de vistas interiores, habitaciones en su mayoría, donde ventanas y cortinas devienen protagonistas de las escenas representadas. Y en las cuales, paradójicamente, la imagen pictórica no es la representación en turno, sino la totalidad de la superficie pictórica que se ha convertido, como en las pinturas de retículas de Mondrian, en la imagen misma del cuadro. Al respecto, es revelador el comentario del también pintor y crítico John Golding: “no vemos una imagen dentro de un cuadro, sino toda la superficie del cuadro como imagen.” El mayor aserto aquí es Interior con cortina egipcia (1948, Phillips Collection).

De este encuentro de ideas deviene, en cierta medida (consciente o inconscientemente), el cuerpo de obra más reciente de Allan Villavicencio, expuesto individualmente bajo el epígrafe de Construir una grieta. Del cruce de lo postulado por Mondrian y efectuado por Matisse, Villavicencio descubrió para sí una práctica a través de la cual es posible derivar “lo infinito en pinturas que, en sí mismas, son tangiblemente finitas” (Golding). Nombrar lo abstracto por la vía de lo concreto. Decir, por ejemplo: ventana, grieta o puerta a través de déploiements y assemblées construidos con tela, papel y madera. Estrategias éstas con una fuerte acepción de la destrucción y la reconstrucción, manifiestos en los actos de dispersión y de unión, en la repetición y la asociación.

En la multiplicación cuasi sistemática de patrones y retículas, Mondrian desarrolló un lenguaje que le permitió vislumbrar lo universal (la multitud de estrellas) expresado en la multiplicidad de sus componentes, una multiplicidad visible en formas de colores y líneas de no colores; Matisse, en cambio, articuló una narrativa de múltiples cuadros-ventanas en los que el espacio y los objetos que éste contiene se han licuado en una sola superficie pictórica, intemporal e infinita por tanto. Es notable, en este sentido, la correspondencia involuntaria que se configura entre estos tres artistas alrededor de un mismo precepto filosófico: lo Uno y lo Múltiple. Aquel “rostro que mira y es mirado” del que hablaba Jorge Luis Borges. [2]

En consonancia con su correspondiente dimensión histórica y crítica, igualmente es relevante observar cómo bajo la superficie física de las obras pictóricas de Villavicencio persisten reverberaciones plásticas de ambos artistas. Más como hipertexto y no como imagen, como el probable estilo anunciado por Mondrian hace un siglo. Así el cuadro-espejo Le rideau (2017), contraparte de Residuo (2017), podría leerse como la versión “futura” de la cortina egipcia de Matisse; o Black holes (2017), cortina-retícula elaborada con fragmentos de pinturas zurcidas burdamente entre sí, hace remembranza de las pinturas sin marco a un mismo tiempo hiper bidimensionales e hiper objetuales de Mondrian. Y del mismo modo, el pequeño collage Construir una grieta (2017), que da título a la muestra, pareciera sintetizar el pensamiento y proceso pictórico de Allan Villavicencio, a manera de una Ars combinatoria: la pintura como un encuentro sincrónico con la historia y con lo fortuito, abierto tanto a la certeza como al fracaso, dispuesto ante lo inconcluso y lo fracturado. La pintura siendo siempre otra, y la misma.-

Curaduría y texto de Christian Barragán

http://galerialibertad.mx/

Notas:

[1] The New Art – The New Life, The Collected Writings of Piet Mondrian, Boston, 1986, Tr. Harry Holtzman / Martin S. James, citado por John Golding en Caminos a lo absoluto, Turner-FCE, 2003, Tr. Jorge Fondebrider. (De aquí en adelante las citas provienen de semejante fuente.)

[2] Espejos de metal enmascarado / Espejo de caoba que en la bruma / De su rojo crepúsculo disfuma / Ese rostro que mira y es mirado. // Infinitos los veo, elementales / Ejecutores de un antiguo pacto, / Multiplicar el mundo como el acto / Generativo, insomnes y fatales. Jorge Luis Borges, Obras Completas, Emecé, Buenos Aires, 1989.

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