Reseñas - Estados Unidos

Arden Decker

Tiempo de lectura: 7 minutos

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27.10.2018

Bienal de MexiCali 2018: CALAFIA, California, USA

Por Arden Decker, California, EE.UU.
6 de octubre de 2018 – 15 de diciembre de 2018

CALAFIA: Manifestando el paraíso terrenal

La Bienal de MexiCali, presentando ahora su cuarta edición, es una iniciativa binacional curada por Ed Gomez, Luis G. Hernández, Daniela Lieja Quintanar, y April Lillard-Gómez que tiene lugar en sedes ubicadas a ambos lados de la frontera California-México durante el año. La bienal abrió a principio de este verano con una serie de performances de dos días en LACE, en Los Ángeles. La segunda iteración, CALAFIA: Manifestando el paraíso terrenal, lleva la bienal al campus de la California State University en San Bernardino con una exposición colectiva en el Robert and Frances Fullerton Museum of Art. El formato ambulante y expansivo de la Bienal de MexiCali funciona para criticar y desestabilizar los centros, las periferias, y las fronteras definidas que han determinado la historia y cultura de la región.

Presentando a 30 artistas trabajando en y alrededor de la región fronteriza, CALAFIA parte de una obra de ficción autoría del escritor español, Garci Rodríguez de Montalvo, de la cual se cree proviene el nombre del estado. Su novela, Las Sergas de Esplandián, impresa por primera vez en 1510, presenta a un personaje llamado Calafia, descrito como una reina negra guerrera quien preside una mítica isla llamada “California”, resplandeciente de oro y habitada por mujeres guerreras y criaturas fantásticas, como el grifo. Este territorio imaginario demuestra ser un concepto organizativo fructífero para la exhibición al presentar a California tanto como un paraíso, como un campo de batalla, y nos invita a imaginar cómo se vería California hoy en día si cuerpos no blancos, sus historias, y culturas no fueran continuamente desplazados, desconectados, y desaparecidos de las tierras que originalmente habitaban. Calafia, una figura producida por la fantasía colonial, es revisada por los artistas en la bienal como una poderosa fuente de subversión y resistencia en contra de la imaginación colonial, pasada y futura.

Muchas de las obras en la muestra —aunque no todas— abordan directamente el mito de Calafia y vuelven a ella como un símbolo de poder femenino. Un ejemplo es la entrega de Maya Mackrandilal de un busto de su figura en la escultura de técnica mixta ANTI- body 9 (Kalafia as Libertas). Este es también el caso de una de las piezas más atractivas de la exposición por lxs artistas de SNATCHPOWER, un “colectivo de artistas post-apocalíptico, afro-futurístico, liberacionista de mujeres”, como ellxs se describen. Channeling Calafia (Canalizando a Calafia), 2018, también premiada en LACE este verano, es una pieza acid-tinged, un video de rap futurista que presenta a lxs integrantes del colectivo asumiendo identidades de las reinas guerreras de California para imaginar un futuro donde las mujeres han reclamado los espacios —en este caso, el medio ambiente— que han sido robados, colonizados y cooptados a lo largo del tiempo. Una visualización casi distópica de las rutas míticas de California se encuentra más adelante en la muestra, en el video Califas (2018)de Victoria Delgadillo y Raul Baltazar, una alucinante película que aunque visualmente atractiva se pudo haber beneficiado de más explicación o contexto. En dichos ejemplos, Calafia es un símbolo de improbable utopía con poderes para restaurar y renovar pero también para dominar el paisaje natural.

Otrxs artistas se refieren a Calafia por medios menos directos; no obstante, expresan esta visión curatorial. La Corrida – The Run (2012) de Xandra Ibarra, una video instalación presentada cerca del inicio de la exhibición muestra una figura femenina, presumiblemente la artista, corriendo a través de zonas fronterizas en el desierto de Chihuahua. El truco es que el video sólo se activa una vez que el espectador monta la caminadora anticuada que está instalada frente al video y comienza a correr. Aunque no es claro si la artista estaba pensando en Calafia y sus mujeres guerreras, uno puede imaginar fácilmente a la artista entre sus filas o incluso personificando el rol de la reina. Es notable que su obra requiere esfuerzo. Mientras avanzaba, intentando forzar la caminadora para que se moviera a regañadientes bajo mis pies, también fue imposible no considerar los millones de inmigrantes que han corrido por sus vidas a lo largo de este tramo de desierto. Aunque al principio estaba escéptica de este montaje, días después aún puedo recordar la sensación de recorrer el resto de la bienal con mi corazón latiendo fuerte y rápido.

Otra fortaleza de la bienal, además de incluir un gran número de artistas mujeres, fue el deseo de lxs curadores de abordar percepciones externas e internas entre comunidades de color en California. Una pieza que trataba estas inquietudes de manera experta es el video de Chris Christion, The Unauthorized Historiography of California, Volume 1 (La historiografía no autorizada de California, volumen 1), 2018, que re-examina eventos históricos, como las revueltas de Los Ángeles en 1992, que han tanto dividido como unido a comunidades minoritarias. La instalación de Cognate Collective, California Mía, cercana a la pieza antes mencionada, hace referencia a las comunicaciones transfronterizas por medio de una instalación casi archivística de radios FM y materiales de archivo de su investigación sobre estaciones de radio “border blaster”.

El estado comprometido de la política migratoria en los EE.UU. es, sin sorpresa alguna, un tema abordado por la mayoría de los artistas en la bienal. El gesto sutil pero efectivo de Artemisa Clark une el pasado colonial y el presente a través de dos pequeñas piezas que destacan el peso simbólico del oro, la fuente de mucha violencia y destrucción. Haciendo uso de vinilo brillante y tinta fotorrealista sobre papel para dibujo, el oro sirve para ocultar y proteger las identidades de lxs trabajadores indocumentadxs que fueron víctimas de redadas de inmigración en su lugar de trabajo en los ochentas y noventas. Su uso del oro también sirve para llamar la atención a la problemática fetichización de los pueblos indígenas a lo largo del tiempo, una preocupación que muchxs artistas contemporánexs podrían tener más en consideración. A la par que había varias obras en las que el tratamiento de lxs artistas sobre el pasado indígena era superficial (una tendencia problemática a la que deberían estar alertas lxs artistas contemporánexs), la fantástica escultura neón a muro de Jane Chang Mi, Uterus (Útero), 2018, no fue el caso. Su pieza hace referencia a los pictogramas de los Chumash encontrados en cuevas alrededor de la región de Santa Barbara, reinterpretando esta imagen de la anatomía femenina en la lengua vernácula de los signos neón que han ayudado a definir estéticamente el paisaje urbano.

La organización de la muestra resta importancia a las identidades naturales o culturales de lxs artistas (la información biográfica es reconfortantemente omitida de las fichas a muro), lo cual lleva la atención a la resbaladiza empresa de etiquetar a lxs artistas por su lugar de nacimiento, particularmente en un estado con un profundo pasado colonial. En algunas piezas, parece que hubiera un esfuerzo intencional por dejar que las palabras hablen por sí mismas, o por dejar que lxs artistas tengan agencia para decidir cuánta explicación o contextualización necesitan sus obras. Aunque unos cuantos proyectos se pudieron beneficiar de dicha didáctica, ésta también permitió que la holgada organización de la instalación evolucionara más hacia un diálogo entre obras y temas. Esta decisión aunque menor es poderosa, al no sólo reforzar las raíces “anti-bienal” de la iniciativa, sino también evadir la compulsión institucional de categorizar, trabajando para desestabilizar las expectativas y suposiciones sobre qué “es” el arte mexicano, californiano o fronterizo, y quién o qué lo define. Será interesante ver cómo los componentes futuros de la Bienal de MexiCali abordan esto, pero en CALAFIA lxs curadores pueden ser aplaudidxs por su reticencia a aceptar y celebrar ordenadamente conceptos como diversidad e hibridación. En su lugar, cuestionan apropiadamente cómo estos conceptos han sido formados por fuerzas como la topografía natural, así como las fronteras construidas y los límites que cambian como las dunas de arena. La bienal también nos recuerda del poder duradero de los mitos, imaginarios, y leyendas para trasformar culturas y sociedades. ¿Podemos imaginar un pasado diferente para este territorio colonizado? ¿Cómo se verá el futuro de California cuando Calafia y sus guerreras gobiernen la casa de la resistencia?

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