Edición 13: La pared dividida

Fernando Portal

Tiempo de lectura: 10 minutos

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26.11.2018

Creación de archivos alternativos y provisionales para el diseño y la arquitectura en Chile

Fernando Portal hace una recapitulación de dos de sus investigaciones centradas en la reconstrucción de un cuerpo documental, desde la década de los setentas, de la cultura material y las prácticas expositivas de la arquitectura en Chile.

Archivo provisional, vista de exposición, XX Bienal de Arquitectura y Urbanismo, Valparaíso, Chile, 2017. Mármol, neón, fotocopias y serigrafía. Fotografía por y cortesía de Andrés Cortínez

El diseño, entendido como esa acción que pone en juego los conocimientos y prácticas propias de una serie de disciplinas y oficios, tiene una profunda injerencia en la definición de nuestro entorno físico y social.

Desde el lenguaje hasta las avenidas, todo aquello que es “diseñado” —ya sea por arquitectos, artistas, diseñadores, artesanos o ingenieros— es sujeto de una definición, que aún cuando se declare “autónoma”, da cuenta de procesos culturales, situados en un contexto político, económico y social específico.

De esta forma, tanto los objetos como los espacios son el resultado de procesos culturales específicos. Procesos que a su vez son transformados por el uso de estos objetos y por la ocupación de estos espacios.
Investigar este diálogo entre proceso y transformación cultural, a través de objetos y espacios, ha sido el foco que guió el desarrollo de dos investigaciones centradas respectivamente en la cultura material propuesta por el gobierno socialista de Salvador Allende, y en las prácticas expositivas de la arquitectura, durante los primeros años de la dictadura de Augusto Pinochet.
Ambas investigaciones lidian con casos fuertemente determinados por las transformaciones culturales desarrolladas en Chile desde la década de los setenta. Ya sea por la conjunción entre modernidad, desarrollismo, contracultura y marxismo, propia de la vía chilena al socialismo, durante los tres primeros años; como por la posterior interrupción de la democracia, y la instalación mediante la fuerza, de una serie de medidas que en lo político, lo económico y lo subjetivo, han dado forma a lo que hoy conocemos globalmente como neoliberalismo.
Para esto, ambos proyectos han ocupado el concepto de archivo —y su exposición— como vehículo para la construcción de un nuevo cuerpo documental. La difusión de estos cuerpos, integrados por objetos e impresos, ha permitido reconocer e interrogar una serie de episodios y relaciones que , se habían mantenido relativamente invisibles para la historia, la teoría y los medios de comunicación.

Primer archivo: diseño y política. El caso del Comité de Investigaciones Tecnológicas de Chile, 1970–1973

Persiguiendo objetos esquivos
Entre enero de 1971 y septiembre de 1973, un grupo de diseñadores chilenos y alemanes [1] desarrolló al interior del Estado, una serie de proyectos de maquinaria agrícola, objetos de uso doméstico y equipamiento para servicios públicos como parte de un proceso de modernización que tenía como objetivo la emancipación tecnológica, en línea con la provisión de bienes y servicios básicos para la producción de artículos de consumo popular, baratos y de buena calidad con la finalidad de resolver los problemas inmediatos de las grandes mayorías.
Estos proyectos eran parte del programa de nacionalización de la industria, el cual procedió durante el gobierno de Allende, a una escala nunca antes vista. Si bien el Estado históricamente había habilitado la formación de diversas empresas —a través de la fundación de la Corporación de Fomento a la Producción (CORFO) en 1939— en los casi 3 años de gobierno el número de empresas en cuya propiedad participaba el Estado, paso de 60 a 507.
La labor del Grupo de Diseño, alojado en el Comité de Investigaciones Tecnológicas de Chile (INTEC), de CORFO, ubicada en el encuentro entre modernización, cultura y diseño era desarrollar objetos que implicaran dar un propósito a esta plataforma productiva, así como entregar una serie de herramientas que permitieran la transformación gradual de la sociedad y sus relaciones de poder con base en su cultura material. Proceso que no sólo implicaba su producción, sino sobre todo su uso en espacios domésticos y servicios públicos.

Los objetos producidos por la industria nacional, serían distribuidos por el mercado y por distintos programas del Estado. Entendiéndose el diseño como un engranaje con la capacidad de poner en movimiento medios de producción públicos y medios de distribución públicos y privados, en la conformación de un mercado no competitivo.
Sin embargo, la mayoría de los más de cien objetos diseñados, nunca fueron producidos. A excepción de algunas piezas de vajilla, y de la entrega de cucharas plásticas dosificadoras de leche en polvo, como parte del Plan Leche. La producción del resto de estos objetos fue violentamente interrumpida por el golpe militar de septiembre de 1973. Interrupción que implicó la destrucción y la pérdida de los documentos y prototipos del proyecto.
De esta forma, su existencia ha quedado relegada a un conjunto limitado de dibujos y fotografías, difundidos principalmente a través de bibliografía especializada. Imágenes que forman parte de archivos personales y que retratan en su gran mayoría, aquellos prototipos destruidos y perdidos de un proyecto contracultural en el contexto de la construcción de un gobierno socialista en democracia.

«Bienes Públicos»
¿Cómo poder integrar el conocimiento contenido en estos objetos, a la conciencia colectiva de nuestra modernidad latinoamericana? ¿Cómo poder ampliar el alcance de esta experiencia dentro del complejo de las? [2] Y desde ahí, ¿cómo volver a aprender lo enseñado por estas políticas públicas de diseño?
Para responder a estas preguntas, el proyecto Bienes Públicos ha consistido en la reconstrucción de estos objetos, a manera de restituir el conjunto de ideas, trayectorias y desplazamientos que ensayaron en Chile una reflexión original sobre la relación entre industrialización, cotidiano, tecnología, diseño y políticas públicas. Desde la práctica, dicho ensayo fue desarrollado a través de diversos agentes e instituciones que lograron entretejer aproximaciones conceptuales propias de la modernidad europea de posguerra, con proyectos políticos propios de los gobiernos revolucionarios de América Latina en el contexto de la Guerra Fría.
Entregar un nuevo cuerpo a estas historias, ha supuesto, cuando ha sido posible, seguir las instrucciones entregadas tras el hallazgo de su documentación original, desarrollando una serie de objetos, muebles y prototipos electrónicos funcionales.

Recrear estos diseños ha implicado generar un archivo alternativo que permita completar los vacíos de una historia —aún por desarrollar— con base en un conjunto de cuerpos que puedan ser estudiados, no sólo en términos estéticos, sino también desde ópticas procesuales, artísticas y forenses. Una historia que nos permita enlazar relatos aún dispersos, sobre la mutua influencia entre países céntricos y periféricos en el contexto de la modernidad, y sobre el desarrollo de sistemas alternativos de organización política en el contexto de la Guerra Fría.
Su nueva presencia permite también el desarrollo de cuestionamientos que nos permitan avanzar prospectivamente en la conformación de una nueva cultura material. Cultura material que implica rediseñar, no sólo las relaciones entre nosotros —en términos de función, propiedad, deuda y capital— sino también nuestras relaciones con las cosas y con las naturalezas que las informan.
Sin embargo, quizás el potencial de estos objetos no provenga necesariamente de las historias específicas que contienen, sino de efectos y conflictos situados fuera de ellos, a partir de los cuales logran constituirse como manifestación, al pasar desde una condición inmaterial a una material. Y es que, finalmente, como objetos diseñados con el propósito de definir la cultura material de un nuevo proyecto social, han deambulado como fantasmas, carentes de una constitución física.
A manera de salvar esta ausencia, el proyecto se ha concentrado en entregarles una presencia material, a través de una especie de espiritismo patrimonial. Acción en la cual los agentes humanos y no humanos del proyecto —en este caso artesanos y diseñadores pero también materiales, componentes y herramientas— han actuado como un medium, para que un espíritu —en este caso, una idea— logre manifestarse tomando el control de otro cuerpo. [3]

Segundo Archivo: Prácticas expositivas en arquitectura. El caso de las bienales de Arquitectura, 1977–2017

Neoliberalismo, urbanismo y exhibicionismo
Tras el golpe de Estado, los primeros años de dictadura construyeron el escenario para la implementación de un modelo económico neoliberal a partir del desarrollo de una serie de políticas orientadas a la desregulación del mercado, la reducción del Estado y el debilitamiento de las organizaciones civiles.
Estos tres vectores de implementación del neoliberalismo, encontraron en el espacio urbano un recurso clave. La mercantilización del espacio urbano —y el consiguiente surgimiento de un urbanismo neoliberal [4]—, implicó el encuentro entre estas políticas y los modos de hacer ciudad, que la modernidad y sus conflictos habían logrado instalar en el Estado y en el país.
En este contexto político-económico, e iniciada sólo cuatro años después del golpe, la Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile constituyó un llamado del gremio a reunirse en la “neutralidad” de un espacio cultural para discutir, lo más públicamente posible, la transformación ética, cultural, política, institucional y económica que esta transformación implicaba.
Durante estos años, su rol como espacio de exposición y debate en torno a la arquitectura sirvió como espacio de denuncia —y quizás también de renuncia— frente a los límites que la instauración de estas nuevas políticas definían para el ejercicio de la profesión. Si bien esta primera etapa de la bienal en dictadura sienta las bases de su formato y de su vocación pública hasta el día de hoy, tras más de 40 años de desarrollo, la bienal no ha contado —ni como evento ni como institución— con un archivo que permita constituirla como un sujeto de investigación histórica, para así, entretejer la historia de la arquitectura con la historia social de nuestro país. Y de esta forma, encontrar en el registro de las discusiones públicas sobre nuestro entorno construido; herramientas para trazar el origen de las contradicciones entre práctica y mercado que han definido nuestro entorno construido durante las últimas cuatro décadas.

«Archivo Provisional»
Ha sido con esta visión, que durante los últimos cuatro años, y en conjunto con un amplio equipo de estudiantes y arquitectxs, se ha desarrollado una serie de aproximaciones investigativas y expositivas que han permitido reconocer, construir y difundir a la bienal con base en su registro documental.
Si bien cada bienal ha sido ampliamente documentada desde su propia producción —ya sea desde sus catálogos y publicaciones especializadas—, estas publicaciones corresponden casi en su mayoría a proyectos editoriales desarrollados con anterioridad al evento, los cuales no dan cuenta de su implementación ni de las reacciones provocadas por la ejecución del programa específico de cada bienal. Para complementar esta visión, ha sido necesario entonces recurrir a distintos medios de prensa, a sus archivos de producción, así como a distintos archivos institucionales y personales.
La construcción de este archivo provisional ha tenido un objetivo doble: busca manifestar físicamente la información generada por y a propósito de la bienal, a la vez que propiciar el entendimiento de la bienal no sólo como un evento pasajero, sino como una institución aún por conformar, capaz de cimentar nuevas lecturas del desarrollo de la arquitectura reciente en Chile en su relación con la esfera pública.

La mediación de esta investigación tomó forma a través de la exposición Archivo Provisional, la cual presenta en un único volumen de casi 20,000 páginas, la suma de documentos producidos por diferentes agentes en torno a la bienal desde su inicio en 1977. Esta exposición —presentada con motivo de la XX Bienal en mayo del 2017— se plantea como un medio para fomentar investigaciones colectivas por parte de distintas comunidades, ya sean éstas las audiencias propias de la bienal de arquitectura —en donde se invitó a arquitectxs, historiadorxs, estudiantes, y artistas a aportar, desde su lectura, una nueva capa de información sobre los documentos compilados—, o comunidades más específicas como académicos, agentes gremiales o artistas.
Las nuevas lecturas posibilitadas por la puesta en circulación de este archivo, se concentran actualmente en la revisión de las primeras versiones de la bienal, desde su fundación hasta sus versiones tras el retorno a la democracia en 1989. Certámenes que no sólo se constituyeron como un espacio de excepción —al permitir siempre “en la media de lo posible” la discusión política en un contexto totalitario—, sino que también sentaron las bases del acoplamiento entre la arquitectura posmoderna y el desarrollo de productos, mercados y dispositivos arquitectónicos para el desarrollo del urbanismo neoliberal.

Nuevos archivos
La creación y exposición de nuevos archivos [5] ha permitido activar la memoria de estos episodios y eventos en público, entregando, para el caso del INTEC, un repertorio de objetos e imágenes que se han difundido rápida y ampliamente en medios masivos de comunicación, contaminando y socializando la historia de estos objetos. Así mismo, en el caso de las bienales, ofreciendo una memoria de largo plazo a un evento temporal periódico, que frente a la ausencia de un archivo ha despertado cada dos años con amnesia provocada por recuerdos fragmentarios.
A través del espiritismo patrimonial, estos nuevos cuerpos documentales nos abren la posibilidad de entablar diálogos totalmente nuevos con las ideas que manifiestan. Interrogarlos sobre su pasado nos llevará a una revisión histórica, cuyo interés será proporcional a la distancia que mantengamos de las costas de la nostalgia. Interrogarlos, en cambio, sobre sus alcances —sobre los bordes atemporales de su existencia/no-existencia— nos permitirá especular libremente, para definir desde sus condiciones empíricas, el campo de lo que podemos hablar a través de ellos.

Notas

  1. Este encuentro entre transformación cultural, diseño y políticas públicas, fue ejecutado por un grupo de profesionales cuyo trabajo en conjunto, planteaba a su vez el encuentro entre diversas trayectorias modernas. Por un lado, el grupo estaba conformado por ex-integrantes de la Hfg Ulm, escuela de diseño alemana fundada en 1950, la cual era un referente internacional en la integración de diseño a procesos de desarrollo industria cuya “teoría crítica” implicaba cuestionar el rol profesional del diseño en el proceso de mercantilización y su instrumentalización como agente de control hegemónico desde el consumo; y por otro, un grupo de jóvenes estudiantes y graduados de las primeras generaciones de diseñadores industriales y gráficos en Chile, quienes habían sido agentes y testigos del proceso de ajuste curricular de la disciplina, en el contexto de la reforma universitaria. De esta forma, el Grupo de Diseño, estaba integrado por: Gui Bonsiepe, Guillermo Capdevila, Pedro Domancic, Alfonso Gómez, Fernando Shultz, Rodrigo Walker, Werner Zemp, Michael Weiss, Gustavo Cintolesi, Sergio Ahumada, Evelyn Weisner, Mario Carvajal. Diseñadoras gráficas: Eddy Carmona, Jessie Cintolesi, Pepa Foncea, Lucía Wormald.

  2. Entendemos el complejo de las imágenes como “toda la red de infraestructuras e instituciones financieras, institucionales, discursivas y tecnológicas involucradas en la producción, circulación y recepción de materiales de la cultura visual”. Meg McLagan y Yates McKee (Eds.), Sensible Politics: The Visual Culture of Nongovernmental Activism (Nueva York: Zone Books, 2012).

  3. A través de esta acción, el proyecto estaría efectivamente dando cuerpo a lo que William Gibson llama fantasmas semióticos: “fragmentos de la imaginería de la cultura profunda, que se desgajan y toman vida propia” (Gibson, 1986).

  4. “El urbanismo neoliberal se refiere a la interacción de los procesos de neoliberalización y urbanización y cómo esa ideología está formando, la imagen y la vida en las ciudades. El urbanismo neoliberal es una categoría descriptiva capaz de representar su materialidad espacio-temporal, sus prácticas discursivas y su capacidad analítica y operativa para la producción de espacio urbano. Condición material que incluye tecnologías gubernamentales y dispositivos discursivos y espaciales que han alimentado la imaginación política local y global, «penetrando los cuerpos de los sujetos y gobernando sus formas de vida” (Agamben 2009: 14)».” Camillo Boano, “Foucault and Agamben in Santiago. Governmentality, dispositive and space”. En su (Ed.) Neoliberalism and Urban Development in Latin America: The Case of Santiago. (Routledge, Londres: 2018).

  5. Bienes Públicos contó con la participación de José Hernández como co-investigador, mientras que Archivo Provisional, ha sido desarrollado en conjunto con Pedro Correa, Fernando Carvajal, y Rayna Razmilic. Ambos archivos han sido expuestos en diversos contextos en Santiago de Chile: Bienes Públicos: (1) “Homenaje a INTEC”, 11ª Bienal de Artes Mediales, Museo Nacional de Bellas Artes, 2013, (2) “Las necesidades del consumo popular”, 13º Bienal de Artes Mediales, Museo Nacional de Bellas Artes, 2017, (3) Galería NAC. Archivo Provisional: (1) XX Bienal de Arquitectura y Urbanismo, Valparaíso, Chile, 2017, (2) “Estudio Común”, espacio expositivo de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile, 2017, (3) Galería NAC, Santiago, 2017, (4) Campus Providencia, Universidad de las Américas, 2018, e (5) Impresionante, Feria de Arte Impreso, Museo de Ate Contemporáneo, 2018.

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