Reseñas - Brasil

Dorothée Dupuis

Tiempo de lectura: 6 minutos

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28.10.2015

Videobrasil 2015

por Dorothée Dupuis, São Paulo
6 de octubre de 2015 – 6 de diciembre de 2015

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19a Videobrasil: Un compromiso con la diversidad.

Videobrasil es un festival dedicado a la imagen en movimiento, creado por la curadora brasileña Solange Farkas en 1983. Desde entonces acompaña la producción y difusión del video arte en Brasil, a través de una convocatoria abierta revisada por un equipo de curadores (este año Bernardo José de Souza, Bitu Cassundé, João Laia y Júlia Rebouças) cuyo papel no es tanto ofrecer un gran mensaje sobre los “tesoros artísticos” que encuentran, sino que es más bien el componer un panorama integrador de las obras presentadas -de ahí el título de la manifestación de este año ,»Panoramas del Sur» . Si esa amplia concepción de la curaduría puede parecer extraña desde otras perspectivas acostumbradas a los über-curators y sus bienales con intenciones un tanto proféticas, en América Latina la convocatoria abierta y el formato de «salón» han sido durante mucho tiempo una práctica paralela utilizada para garantizar la transparencia en la constitución de exposiciones. Es importante tener en cuenta esta historia al momento de juzgar estéticamente y desde un punto de vista curatorial las diferentes propuestas que se desarrollan en las tres sedes del Festival.

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La sede principal de la exposición es el SESC Pompeia, construido por la famosa arquitecta Lina Bo Bardi en 1986, y uno de los 35 espacios de una importante red de centros sociales en São Paulo, acoge el festival desde 1992 –una de las misiones de SESC es la difusión de la cultura en general. Los curadores decidieron acoger el difícil espacio insignia de Bo Bardi de ladrillos rojos y muebles de madera y metal, así como un pequeño estanque de agua que cruza el espacio. Al resistirse al sistema de stand de vídeo individual que parece haber sido la norma hasta ahora, crearon un paisaje escenográfico que mezclaba instalación, escultura y varias proyecciones de videos multimedia simultáneas.

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El montaje es bastante exitoso en la parte más abierta del espacio, donde las obras se pueden ver al mismo tiempo, creándose así conexiones significativas entre paisajes y protagonistas (Maya Watanabe, Escenarios II, 2014; Taus Makhacheva, Gamsutl, 2012; Tiécoura N’Daou, Danse des masques en pays Dogon, 2014). Piezas sobre el racismo y la exclusión (Michael McGarry, Excuse me while I disappear, 2014), las políticas de post-identidad (Hui Tao, Talk about body, 2013) la decolonización (Bianca Baldi, Zero Latitude, 2014), la cultura corporativa (Pilar Mata Dupont, Purgatorio, 2014), el nacionalismo (Monica Rodriguez, None of the above, 2013), o la arquitectura distópica (Mihai Grecu, The reflexion of power, 2015), sin olvidar el amor (una bella e inteligente instalación de tres canales de Roy Dib, A spectacle of privacy, 2013, en donde Israel y Palestina hechos carne discuten la complejidad de su relación), todo lo cual dibuja un panorama conmovedor y diverso de los asuntos contemporáneos de nuestro mundo. El resto de la exposición, que se reparte entre la biblioteca multimedia y el mezzanine central, podría parecer más diluida después del potente montaje del foyer, pero paradójicamente le da más espacio a propuestas individuales que oscilan inteligentemente entre la discreción y la fuerza estética, como el loop extraño de un bailarín de samba (Chameckilerner, Samba 2#, 2014), las pinturas desarticulados de Paulo Nimer Pjota, o los dibujos performáticos humorísticos de Felipe Bitencourt A definiçao da Arte, 1996, de Vera Chaves Barcellos, cierra la exposición con una bienvenida distancia hacia los dogmas artísticos en general.

Chameckilerner

MichaelMGarry

También en el festival, nuevas comisiones de figuras canónicas como Sônia Gomes y Abdoulaye Konaté, o el genial narrador disfuncional Gabriel Abrantes (de origen portugués), claramente señalan al «sur global» como un «estado mental» (parafraseando a otra publicación de arte) en vez de un lugar geográfico definido. En el programa de cine algunas propuestas destacaban, en particular los video-performances de Letícia Ramos (Vostok, 2014), Ana Vaz (A idade da pedra, 2013), Karolina Bregula (Fire-followers, 2013)y Tatiana Fuentes Sadowski (La Huella, 2012). Curiosamente, la mayoría de estas obras cuestionan ideas de origen, identidad y memoria, en un mundo neoliberal que busca afirmar el surgimiento de un ciudadano genérico y global. Lo mismo podría decirse del proyecto de Carlos Monroy O Museo do Lambada, 2015, así como de el de Cristiano Lenhardt, Superquadra-Saci, 2015, las dos comisiones más interesantes presentadas en la sede permanente que el Festival inaugura este año y ubicada en el barrio de Vila Leopoldina en Sao Paulo.

AnaVaz

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La última parte del Festival es una perspectiva histórica sobre la colección de Videobrasil, curada por el brasileño Diego Matos en el Paço das Artes, titulada «El que nació para la aventura no tiene otro camino». Al principio, la museografía de la exposición se anuncia un poco austera: sucesivas salas de video hechas de paredes blancas y suelos de madera se despliegan en el espacio brutalista de la universidad. Pero poco a poco, algo está saliendo de estas imágenes de otra época. Territoire(s), 1996 de Malek Bensmaïl’s está lejos de la estética de alta definición (HD) que ahora gobierna la mayor parte de la producción contemporánea documental y de cine. Las obras se muestran en diferentes formatos: vídeo-proyección (Sandra Kogut, Parabolic People, 1991), en pantallas de televisión (Cristiano Lenhardt, Copan Ao Vivo, 2006) y monitores (João Moreira Salles, Dois Poemas, 1991). La abundancia de material de archivo que se encuentra en la producción de los años 90 nos recuerda que los artistas tratan de desafiar las imágenes que más les intrigan y que la guerra semiótica impuesta por los medios de comunicación desde la Guerra del Golfo (Claudia Aravena, 11 de Septiembre, 2002), puede ser vista como un cambio en nuestra creencia en las imágenes, un abuso de confianza del cual las tendencias actuales de alta definición y 3D podrían ser una consecuencia lejana. La idea del video como un testigo –de discursos, de luchas sociales, de una época– es algo que destaca en la selección, en particular en Black and White, 2003, de Carlos Nader; Temporada de Caça, 1988, de Rita Moreira; o A Situaçao, 1978, de Geraldo Anhaia Mello. Estas obras contextualizan la actual situación social y económica de Brasil y posiblemente afirman el lugar delvideoarte como un aparato de denuncia importante en el margen de las narrativas oficiales.

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Un recuerdo de y un compromiso con la diversidad: esas están las cosas que hacen de Videobrasil algo singular entre otros festivales similares dedicados a la imagen, especialmente los que aparecieron en los últimos diez años. Permitiendo a los artistas presentar una amplia gama de piezas en la aplicación de la convocatoria, Videobrasil reconoce el reto de producir películas ambiciosas cuya circulación demasiado a menudo se ve limitada por la política de «estreno» de muchos festivales, «una aberración», como me lo dijo un joven cineaste brasileño. El festival como un evento en sí mismo es obviamente un éxito, especialmente gracias a su generosa política de invitación que reúne a artistas de todo el mundo en Sao Paulo para que conozcan a sus colegas, intercambien y probablemente colaboren en el futuro. El mayor reto de la organización ahora parece ser la difusión y el acceso a su colección de 1300 obras , especialmente a través de internet –con suerte esto será manejado por Farkas y su equipo con la misma visión inclusiva que el festival ha demostrado los últimos treinta años.

 

 

Todas las imágenes son cortesía de los artistas y Videobrasil.
Fotos por Everton Ballardin and Tiago Lima.

 

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